Por: Román Rivas Hong
El pasado viernes 7 de julio fuimos invitados a un desayuno por parte del embajador de los Estados Unidos de Norteamérica en México, Ken Salazar, para celebrar el tercer aniversario de la entrada en vigor del T-MEC. Al evento fuimos invitados los directivos de las principales cámaras empresariales del país, entre ellas Index, así como ejecutivos de las principales empresas norteamericanas con presencia en México, tales como Apple, Dow Chemical Company, Ford, HP entre otras. Y vaya que hay que celebrar un aniversario como éste; nuestros países son en adición a ser vecinos, los mejores socios comerciales el uno del otro y la razón de ello es el que desde hace años, específicamente en 1994, entró en vigor el primer tratado comercial entre los tres países de Norteamérica (el TLCAN), lo cual nos ha permitido crecer a pasos agigantados en estos últimos 30 años; sin embargo, la creación del T-MEC fue de alguna u otra forma una creación disruptiva iniciada por el expresidente Donald Trump ante las numerosas quejas de ciudadanos norteamericanos que perdieron su empleo en empresas que mudaron sus procesos a México a raíz de su firma. En su campaña presidencial del 2016, Trump amenazó con sacar a Estados Unidos del TLCAN, al cual calificó como “el peor tratado de la historia” pero una vez que las negociaciones para crear un nuevo tratado culminaron, la amenaza desapareció del mapa y la nueva relación comercial entre los Estados Unidos, México y Canadá comenzó una nueva era el 1 de julio de 2020 al entrar en vigor el nuevo tratado rebautizado como T-MEC y en donde una de las peculiaridades del mismo, es que podrá revisarse de manera periódica cada seis años, con lo cual se garantiza la medición de resultados y beneficios para todas las partes. Desde su entrada en vigor hace tres años, muchas cosas han sucedido: el mundo enfrentó una pandemia, la relación entre China y los Estados Unidos se agravó casi al punto del rompimiento, Rusia invadió Ucrania, y la inflación se disparó a niveles no vistos en décadas, pero con ello, se crearon ventanas de oportunidad maravillosas para nuestro país y sin duda la principal fue la creación del ahora famoso efecto “nearshoring” el cual ha generado, desde hace un par de años, múltiples inversiones extranjeras en el país. El T-MEC ha sido un éxito espectacular y el hecho de que México, Estados Unidos y Canadá se hayan puesto de acuerdo y comprometido con todas sus reglas, disipó fuertemente la incertidumbre para hacer negocios en Norteamérica generando con ello prosperidad y bienestar para todos sus habitantes. Y, hablando de certidumbre y reglas más claras, el tratado incluyó un apartado de solución de controversias, el capítulo 31, el cual no es otra cosa que un marco regulatorio normativo para la solución de disputas comerciales y el cual ya se ha utilizado de una manera eficaz, por ejemplo, en el de la resolución de las reglas de origen de la industria automotriz cuya interpretación de “contenido regional de un 75%” era sumamente ambigua. Y aún cuando faltan tres años para su revisión, es muy importante señalar que el 2024 es un año electoral y apenas dos años después de que inicien los nuevos gobiernos tanto en México como en los Estados Unidos en el 2026, se tendrá esta primera revisión. Dicho ésto, su preparación deberá ser una prioridad para estos nuevos gobiernos, ya que con un año en el poder deberán preparar los temas que cada país va a poner sobre la mesa para su discusión, y, aunque es un proceso de revisión y no de renegociación, será muy interesante el ver si los nuevos equipos de trabajo van a tener la apertura de incorporar nuevos temas al tratado, o eliminar algunos de los ya existentes. En su discurso, Ken Salazar señaló que “el T-MEC nos da la posibilidad de consolidar a América del Norte como la principal potencia económica del mundo, protegiendo las cadenas de suministro regionales, cuidando a nuestras naciones y transitando hacia energías limpias, asequibles y confiables” y que para que rinda más frutos, “deberemos seguir trabajando juntos para construir una frontera moderna, segura y eficiente para facilitar el comercio, ser más competitivos y fomentar nuestra seguridad compartida”. ¿Entenderá esto nuestro gobierno federal? En la reunión se le hicieron varias preguntas el embajador para conocer su postura ante la rigidez del actual gobierno en algunos temas binacionales, como por ejemplo el del sector energético o el del maíz transgénico a lo cual él simplemente contestó “votemos en el 2024, para poder tener una buena revisión en el 2026”. Casi casi nos contestó como Chabelo… “¿Eh?”.
Maestro en Administración. Presidente de Index Chihuahua
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