/ martes 14 de mayo de 2019

A 101 años del Día del Maestro

El término “maestro” deriva del latín “magister”, que indica una superioridad (más). El sufijo “ter” significa contraste u oposición, de manera que -perdónese la expresión- “magister” significaría “el más mejor” (en contraste o comparación con otros). Así el maestro, aplicado al ámbito escolar, sabe más que sus alumnos, aunque en casos muy esporádicos algún alumno pueda superar al maestro.

A lo largo del tiempo y en diferentes espacios geográficos muchos maestros han sido guías y conductores de hombres y mujeres que, con las enseñanzas e inducción de valores de esos docentes (de “docere”, enseñar), han destacado en diversos ámbitos de la vida, pues la tarea de los maestros no se limita a la transmisión de conocimientos, lo que desde luego es necesario, sino a formar personas que sean útiles a la sociedad.

Ser maestro requiere de una altísima vocación, es decir un llamado que nace en lo más íntimo de la persona y la lleva a dedicar su tiempo, esfuerzos, la vida misma a una tarea que a algunos les parece fácil pero que, en determinadas circunstancias, se torna difícil. Ciertamente, hay que reconocerlo, no todos los que se han dedicado o se dedican a esa profesión cumplen con lo que de ellos se espera.

En nuestro país desde hace 101 años se reconoce la noble tarea de los profesores (de “profiteri”, hablar delante de la gente, el profesor habla delante de los alumnos). A partir de 1918 cada 15 de mayo se festeja el Día del Maestro, y el pueblo se vuelca en agradecimiento a su labor.

Hay películas de diverso contenido que recogen esa tarea vocacional de los maestros, que muestran las dificultades a que se enfrentan, los cambios sociales que pueden alcanzar con su empeño, la mejoría que su desempeño puede lograr en sus alumnos.

Desde "Al maestro con cariño" de James Clavell o "Il maestro" de Aldo Fabrizi, hasta "Simitrio" de Emilio Gómez Muriel o "El profe" de Miguel M. Delgado, muchas cintas exponen esa tarea sublime de los verdaderos maestros.

Muchos de los que leen estas líneas recordarán a maestros que de algún modo han influido en su vida, en su modo de ser, de ver el mundo y las cosas, de obrar en determinada manera y en el ánimo de servir a la comunidad.

Por ello hoy damos las gracias a esos maestros que con sus conocimientos y su ejemplo conducen a las nuevas generaciones por el camino del bien.



El término “maestro” deriva del latín “magister”, que indica una superioridad (más). El sufijo “ter” significa contraste u oposición, de manera que -perdónese la expresión- “magister” significaría “el más mejor” (en contraste o comparación con otros). Así el maestro, aplicado al ámbito escolar, sabe más que sus alumnos, aunque en casos muy esporádicos algún alumno pueda superar al maestro.

A lo largo del tiempo y en diferentes espacios geográficos muchos maestros han sido guías y conductores de hombres y mujeres que, con las enseñanzas e inducción de valores de esos docentes (de “docere”, enseñar), han destacado en diversos ámbitos de la vida, pues la tarea de los maestros no se limita a la transmisión de conocimientos, lo que desde luego es necesario, sino a formar personas que sean útiles a la sociedad.

Ser maestro requiere de una altísima vocación, es decir un llamado que nace en lo más íntimo de la persona y la lleva a dedicar su tiempo, esfuerzos, la vida misma a una tarea que a algunos les parece fácil pero que, en determinadas circunstancias, se torna difícil. Ciertamente, hay que reconocerlo, no todos los que se han dedicado o se dedican a esa profesión cumplen con lo que de ellos se espera.

En nuestro país desde hace 101 años se reconoce la noble tarea de los profesores (de “profiteri”, hablar delante de la gente, el profesor habla delante de los alumnos). A partir de 1918 cada 15 de mayo se festeja el Día del Maestro, y el pueblo se vuelca en agradecimiento a su labor.

Hay películas de diverso contenido que recogen esa tarea vocacional de los maestros, que muestran las dificultades a que se enfrentan, los cambios sociales que pueden alcanzar con su empeño, la mejoría que su desempeño puede lograr en sus alumnos.

Desde "Al maestro con cariño" de James Clavell o "Il maestro" de Aldo Fabrizi, hasta "Simitrio" de Emilio Gómez Muriel o "El profe" de Miguel M. Delgado, muchas cintas exponen esa tarea sublime de los verdaderos maestros.

Muchos de los que leen estas líneas recordarán a maestros que de algún modo han influido en su vida, en su modo de ser, de ver el mundo y las cosas, de obrar en determinada manera y en el ánimo de servir a la comunidad.

Por ello hoy damos las gracias a esos maestros que con sus conocimientos y su ejemplo conducen a las nuevas generaciones por el camino del bien.