/ martes 23 de julio de 2024

A reflexionar | Tiempos traen tiempos

“El monarca reina, pero no gobierna.” Bismarck

La democracia exige pocas cosas, “respeto al derecho ajeno”, “no hacer a otro, lo que no quieras para ti”, “no hacer distinciones entre los semejantes”, “podría no estar de acuerdo con lo que dices, pero daría la vida por defender tu derecho a decirlo”. Cuando el dedo señala a una persona para otorgarle un puesto en el poder público, olvida de inmediato lo poco que exige la democracia y se convierte en la bata prístina del universo. El mesianismo y el solipsismo se apoderan del agraciado con el “dedazo” y se convierte en el ser más antidemocrático y su palabra es la ley. Colocar en puestos de subalternos a los compadres, amigos, recomendados, familiares, tengan o no tengan los conocimientos, capacidades, hábitos y actitudes. Los ciudadanos que votaron por “el dedo”, son las víctimas de los engendros de la antidemocracia y su derecho a ser servido. ¡Diputado, hágame un pequeño favor! Es entonces cuando los que se untan gel de democracia en el cabello, pisotean la norma constitucional y succionan la ubre presupuestal para burlarse de quienes acudieron a las urnas electorales a votar por sus próximos verdugos.

Empero la gestión tiene un período de tiempo que fija la ley, y vienen, nuevas campañas, nuevos candidatos y nuevos procesos electorales, que ni duda cabe, enarbolarán las banderas de la democracia. La parafernalia se estructura, y a gastar miles de millones de pesos para pagar la costosa mercadotecnia con (precampañas), (las corcholatas) y soterradamente, las reuniones privadas para toma acuerdos. Pero no olviden, que el militar victorioso entre los romanos, en su desfile triunfal, de pie en carreta de guerra, era acompañado por un soldado que llevaba una corona de oliva y, le repetía la frase: “no olvides que eres humano”. Hoy se mencionaría: “no te creas tanto, la rueda te tiene en lo alto, pero también en lo bajo. Recordemos al escritor Luis Spota en su obra “El poder”, sobre todo en el último libro “El primer día”. Al llegar al término del mandato, adulaciones, lambisconerías, frases melifluas, todavía, al que se va, pero el primer día del nuevo, todos olvidan al que le rindieron pleitesía, es más, ni lo saludan, ni lo voltean a ver. Se acabó y de nuevo se repite el olvido de la democracia. El tiempo traerá, dicha y alegría en algunos, frustración, amargura, tristeza y coraje, en otros. La dignidad no es negociable y ese debe ser el valor que debemos sembrar en las nuevas generaciones, para aportar a la sociedad el cimiento firme de la verdadera democracia.