Los pronósticos siempre son un problema, sobre todo cuando va de por medio la esperanza; tratar de adivinar el futuro conlleva prácticas que, en la antigüedad, se consideró como nigromancia, aunque en la era moderna la ciencia ha desplazado poco a poco esa sentencia.
Pero hay un fenómeno por demás interesante y cuya enseñanza se ha heredado por generaciones, especialmente en aquellas regiones que viven de la agricultura: las cabañuelas. No existe un dato exacto para precisar en qué momento aparecieron, pero la historia nos refiere al menos 3 mil 500 años antes de Cristo.
Las cabañuelas son una práctica ancestral usada por los agricultores para predecir las condiciones del clima a lo largo del año; en las rancherías y regiones donde el medio de vida es la producción agropecuaria, se mide por día, empezando enero, para saber cuáles serán las épocas de mayores beneficios o de riesgos.
Hace unos días, la palabra cabañuela surgió en una plática de sobremesa, donde había niños y adolescentes y uno de ellos preguntó si en realidad era algo confiable. La explicación de uno de los asistentes, de mayor edad, fue más que clara:
Dijo que las cabañuelas inician el primer día de enero, el día dos es febrero, el 3 es marzo y así sucesivamente hasta llegar al 12: diciembre. Después, en el día 13, la cuenta es regresiva, es decir, 13 es diciembre, 14 noviembre hasta detenernos en el 24, enero.
Posteriormente, de acuerdo a la tradición, se contará un día por cada dos meses, es decir, el 25 será enero y febrero, el 26 marzo y abril, el 27 mayo y junio, el 28 julio y agosto, el 29 es septiembre y octubre hasta llegar al 30, con noviembre y diciembre.
Pero queda el 31: ese día se contará por horas, es decir, de las 12 de la noche a las 2 de la mañana es enero, de las 2 a las 4 será febrero, hasta concluir las 24 horas del día. Los hombres y mujeres del campo dicen que para poder predecir las condiciones climáticas los 12 meses es importante la observación durante las cabañuelas. Si el 3 de enero hace aire, seguramente así será marzo. Si el 8 de enero el calor es notorio, agosto entonces se prevé como un mes agobiante.
La pregunta más importante es: ¿En realidad las cabañuelas son exactas? Pues hagamos la prueba: hoy, 13 de enero, nos toca diciembre, mañana será noviembre, pasado mañana octubre y sería interesante ver si, el día 17 de enero, que corresponde a agosto, este intenso frío que estamos padeciendo desaparece para ofrecernos un día cálido.
Las costumbres y tradiciones tienen un lugar especial, sobre todo en México, pero valdría la pena que la observación simple la apliquemos estos próximos doce días y anotemos en la agenda personal qué clima tuvimos para recordarlo en el mes correspondiente, cuando llegue, claro.
Por convicción propia, nuestros ancestros no se equivocan, lo digo y lo sostengo. Ahora, ¿en qué momento usted y yo nos convertimos en “los ancestros”? ¿Ya había pensado en eso? Sólo escribo cosas comunes.