/ viernes 19 de julio de 2024

Camino Real | El Marqués de Rubí por Chihuahua

Mientras que el mundo cambia constantemente, algunas cosas permanecen iguales, aunque otras, simplemente son echadas al olvido y la desmemoria. Los mapas enuncian al mundo, y el mundo enuncia a los mapas. Pero ¿para qué molestarse en consultar planos o textos antiguos, cuando es más fácil hacer afirmaciones equivocadas y sin sustento? El desconocimiento del pasado y la osadía son amigos íntimos. “Chihuahua: 200 años de ser el estado más grande”, reza una publicación en redes sociales; y sí —sí cumple doscientos años— pero no fue sino hasta 1922; cuando por su conformación histórico-territorial; Chihuahua terminó siendo la entidad con mayor extensión en la República Mexicana.

Los planos cartográficos, tanto como sus puntos de interés, nos ayudan a entender los precedentes del lugar en que vivimos. Con el pasar de los años, los accidentes naturales, se ven modificados por la acción humana, otras veces, son utilizados como referencias fronterizas o espacios de paz. Así, los topónimos se mantienen, desaparecen o cambian de significado o de significante, aunque el espacio sigue siendo el mismo. En ese sentido, los mapas antiguos —junto con sus descripciones— parecieran ser muy importantes, sino es que precisos y necesarios, a la hora de querer entender nuestro presente.

Cada día, conocemos menos del mundo que nos rodea, lo que es más, somos muy dependientes de la tecnología para ser funcionales. Hoy, sin las herramientas de Geo Posicionamiento Satelital, nos es imposible ubicarnos aún en la ciudad en que vivimos. ¿Qué pasa si nos encontramos en un lugar “en medio de la nada”, y de pronto falla la señal del celular? ¿Cómo saber a dónde ir? ¿Cómo distinguir el norte del sur? Al ignorar las características de nuestro entorno, y sus antecedentes, nos convertimos en actores históricos privados de naturalidad. Somos entonces, sujetos tecnológico-dependientes, que operan y afirman, bajo un paradigma de inmediatez y artificialidad.

Revisemos pues, nuestros antecedentes. El Estado de Chihuahua se encuentra ubicado en lo que, anteriormente, era conocido como el Septentrión Novohispano. ¿Y qué es el Septentrión? Pues es todo lo relativo al Norte. Septentrional es un término que se utilizaba en la cultura grecolatina, para referirse a las siete estrellas más brillantes, que acompañaban a la bóveda celeste conocida como la Osa Mayor. Septentrión, del latín Septem (siete) y triōnem (buey de trabajo). La mitología griega cuenta que siete bueyes, jalaban con sus yuntas un carro de arado, el carro de la Osa Mayor. En el mar profundo o en los lugares desiertos, ésta guiaba el camino de los exploradores, hacia el polo norte. Hoy, son muy pocas las personas que pueden distinguirla en un cielo urbanizado y artificialmente iluminado. Por su parte, Novohispano, hace mención al territorio de la Nueva España (1521-1821).

Los nombres cambian, pero el territorio es más o menos el mismo. Entornos áridos, montañosos o con grandes afluentes de agua. Ecosistemas diversos que pudieron ser difíciles de asimilar y de ¿controlar? Así, uno de los registros narrativo-cartográficos más célebres, sobre la región que hoy llamamos Chihuahua, ocurrió entre marzo de 1766 y febrero de 1768: la expedición del Marqués de Rubí. Éste fue comisionado por la Corona Española, para elaborar una “revista general de los presidios de este reino”. Durante la época colonial, el presidio y las tropas presidiales, fueron dos elementos que garantizaron la paz y la presencia hispana, en terrenos “inhóspitos o incivilizados”, continuará…


Maestro en Periodismo. Promotor cultural e investigador de la Red Binacional de Estudios Históricos de Juárez-El Paso

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