El primer conflicto militar de escala mundial, conocido como la Guerra de los Siete Años (1756-1763), ocurrió tras la disputa entre Austria y Prusia por Silesia, un pequeño territorio en el centro de Europa. La rivalidad colonial entre Francia e Inglaterra, en América del norte; tanto como la determinación de ésta última por debilitar las flotas españolas en el Atlántico y el Pacífico; así como las constantes diferencias entre Portugal y España por el control del Río de la Plata, como de las misiones jesuitas en América del Sur; se añadieron a las causas que originaron dicha conflagración.
Así, en Europa, España —que era aliada de Francia— invadió Portugal; mientras que en América del Norte, Francia y Gran Bretaña lucharon en Canadá y la Luisiana. Los ingleses a su vez, ocuparon Cuba y las islas Filipinas. En Asia, los franceses atacaron la India, apoyados por el Imperio Mongol, mientras que en África, Gran Bretaña ocupó Senegal. La firma del Tratado de París (1763) dio por terminado el conflicto. De esta manera, Francia —la gran perdedora— cedía a España, Nueva Orleans y la Louisiana al oeste del Río Misisipi; a Gran Bretaña le otorgaba Canadá, la Louisiana del este, así como sus territorios en la India y el Caribe. Por su parte, España cedía a los ingleses la Florida, a cambio de recuperar Cuba y Filipinas.
Las consecuencias de la guerra fueron palpables, tanto en Europa como en las propias colonias de ultramar, y éstas habrían de reflejarse posteriormente en la Independencia de las Trece Colonias (1776), la Revolución Francesa (1789), las Reformas Borbónicas (1763-1808), así como en la emancipación de la América Española (1810-1826).
Breve historia del Marqués de Rubí por Chihuahua: han pasado apenas tres años desde que terminó la Guerra de los Siete Años —y en esa coyuntura— es que llega a los territorios septentrionales de España en América, Cayetano Pignatelli y Rubí, marqués de Rubí y caballero de Alcántara. De ascendencia napolitana, Rubí, ahora está comisionado por el Rey Carlos III, para elaborar una “revista general de los presidios del reino”, ubicados al norte de la Nueva España. La preocupación de la corte real no era infundada. Al menos desde 1750 ya se registraba una preocupación oficial, por las incursiones inglesas al norte de la América Española.
Así, la expedición tuvo varios objetivos: (1) el reconocimiento territorial de las posesiones adquiridas al oeste del Río Misisipi; (2) la revista de los fuertes militares (presidios) en la frontera norte; (3) remediar los abusos u omisiones presupuestales, en detrimento de la corona; y (4) proponer mejoras para la defensa y la administración del gobierno en la región. Llevada a cabo entre marzo de 1766 y febrero de 1768 —y recorriendo más de 12 mil kilómetros— la inspección geográfico-militar se integró por un cuerpo de ingenieros y cartógrafos militares, de entre los que destacaron el Capitán General José De Urrutia, y el Teniente coronel y Capitán de Ingenieros, Nicolás de Lafora.
Éste último redactó junto a Rubí, un “Dictamen Final” que fue presentado ante la corte del Rey en septiembre de 1772. Entre las propuestas para mejorar la defensa del reino, se proponían la reubicación y reducción de los presidios, así como el emprendimiento de una política más agresiva, en contra de los indígenas rebeldes. Entre los territorios explorados en el actual estado de Chihuahua, se incluyeron: Parral, San Felipe del Real, Santa Eulalia, Cusihuiriachi, Balleza, el Valle de San Bartolomé y Paso del Norte. Continuará…
Maestro en Periodismo. Promotor cultural e investigador de la Red Binacional de Estudios Históricos de Juárez-El Paso
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