/ viernes 16 de agosto de 2024

Camino Real | El Marqués de Rubí por Chihuahua III

Antes de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), los territorios ingleses en América del Norte se reducían a Terranova, Nueva Escocia y la Bahía del Hudson, además de trece colonias que estaban replegadas en la costa del pacífico. Las montañas Apalaches hacían las veces de contención para los norteamericanos, eso, sumado al control que los franceses tenían sobre la cuenca del Río Mississippi, a saber, un espacio de 3.2 millones de kilómetros cuadrados. En idioma Ojibwa, Mississippi significa “padre de las aguas”; nombre digno de un río navegable y con más de 3 mil setecientos kilómetros de longitud.

Tras la firma de los Tratados de París (1763) hubo drásticos cambios en la geografía política de la América Septentrional. Francia le cedió a España sus territorios de Nueva Orleans, y la Louisiana al Oeste del Río Mississippi; por su parte, a Gran Bretaña le otorgó Canadá y la Louisiana al Este del “padre de las aguas”. Ahora, correspondía a la corona española reconocer el nuevo territorio, además de elaborar un plan para su defensa. Esto, ante la inminente amenaza de una expansión inglesa sobre el norte de la Nueva España.

En ese contexto, es que el 7 de agosto de 1765, el Rey Carlos III comisionó al Mariscal de Campo, Cayetano Pignatelli, Marqués de Rubí, para realizar una revista de los fuertes militares en esa zona. Así, éste salió de la Ciudad de México en marzo de 1766, luego, el 14 de abril de ese mismo año se unió a la expedición, Nicolás De Lafora, Capitán de ingenieros y Cartógrafo militar. Ambos elaboraron diarios de viaje, en los que integraron una valiosa relación etnográfica. El informe —entregado para abril de 1768— incluyó lugares del actual Estado de Chihuahua.

Breve historia del Marqués de Rubí por Chihuahua: montado en su imponente caballo blanco, Rubí porta su uniforme de gala, lleva un sombrero bordado, y una peluca blanca con moño negro. De complexión delgada, rostro enjuto, gesto imponente y visiblemente molesto, parece vernos de reojo mientras mantiene una postura impecablemente recta. Con la mano derecha sostiene la rienda, mientras que en la izquierda lleva un pergamino: es su Comisión Real. Una espada sobresale de entre su abrigo, mientras que a la altura de la espaldilla del caballo, destaca el emblema de la Corona. El grabado fue elaborado por José Cisneros para 1766, a Chihuahua, llegó el 12 de junio de ese mismo año.

Así narra el Marqués su arribo: “Día 12. Anduvimos 6 leguas al norte de la NV, el camino es bueno a excepción de un pedazo con piedra suelta, se pasa por un valle de una legua de anchura, muy peligroso y hostilizado por los indios, al norte…hay un puestecito muy suave, después una gran llanura con mucho pasto, que llamaron el Barrio, de donde se han llevado los enemigos muchas caballadas, y siguiendo por él, se llega a Chiguagua. Esta Villa está situada en un terreno árido, sobre la orilla de un riachuelo de corto caudal, a los 28°56’ de latitud Boreal y en 26°55’ de longitud. Consiste su población en 400 familias de Españoles, Mestizos y Mulatos, que están pereciendo por la total decadencia de las minas y continuas hostilidades de los yndios, que han acabado con las muladas y caballadas, y han hecho muchas muertes en sus inmediaciones. A un cuarto de legua arriba está la Yglesia de Nuestra Sra. de Guadalupe, y alrededor, han formado una pequeña población unas 30 familias de Yndios Yaquis, por el lado opuesto, está la Misión y Pueblo de Yndios, el Nombre de Dios, situada en una cañada muy amena y bien cultivada”. Continuará…

Antes de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), los territorios ingleses en América del Norte se reducían a Terranova, Nueva Escocia y la Bahía del Hudson, además de trece colonias que estaban replegadas en la costa del pacífico. Las montañas Apalaches hacían las veces de contención para los norteamericanos, eso, sumado al control que los franceses tenían sobre la cuenca del Río Mississippi, a saber, un espacio de 3.2 millones de kilómetros cuadrados. En idioma Ojibwa, Mississippi significa “padre de las aguas”; nombre digno de un río navegable y con más de 3 mil setecientos kilómetros de longitud.

Tras la firma de los Tratados de París (1763) hubo drásticos cambios en la geografía política de la América Septentrional. Francia le cedió a España sus territorios de Nueva Orleans, y la Louisiana al Oeste del Río Mississippi; por su parte, a Gran Bretaña le otorgó Canadá y la Louisiana al Este del “padre de las aguas”. Ahora, correspondía a la corona española reconocer el nuevo territorio, además de elaborar un plan para su defensa. Esto, ante la inminente amenaza de una expansión inglesa sobre el norte de la Nueva España.

En ese contexto, es que el 7 de agosto de 1765, el Rey Carlos III comisionó al Mariscal de Campo, Cayetano Pignatelli, Marqués de Rubí, para realizar una revista de los fuertes militares en esa zona. Así, éste salió de la Ciudad de México en marzo de 1766, luego, el 14 de abril de ese mismo año se unió a la expedición, Nicolás De Lafora, Capitán de ingenieros y Cartógrafo militar. Ambos elaboraron diarios de viaje, en los que integraron una valiosa relación etnográfica. El informe —entregado para abril de 1768— incluyó lugares del actual Estado de Chihuahua.

Breve historia del Marqués de Rubí por Chihuahua: montado en su imponente caballo blanco, Rubí porta su uniforme de gala, lleva un sombrero bordado, y una peluca blanca con moño negro. De complexión delgada, rostro enjuto, gesto imponente y visiblemente molesto, parece vernos de reojo mientras mantiene una postura impecablemente recta. Con la mano derecha sostiene la rienda, mientras que en la izquierda lleva un pergamino: es su Comisión Real. Una espada sobresale de entre su abrigo, mientras que a la altura de la espaldilla del caballo, destaca el emblema de la Corona. El grabado fue elaborado por José Cisneros para 1766, a Chihuahua, llegó el 12 de junio de ese mismo año.

Así narra el Marqués su arribo: “Día 12. Anduvimos 6 leguas al norte de la NV, el camino es bueno a excepción de un pedazo con piedra suelta, se pasa por un valle de una legua de anchura, muy peligroso y hostilizado por los indios, al norte…hay un puestecito muy suave, después una gran llanura con mucho pasto, que llamaron el Barrio, de donde se han llevado los enemigos muchas caballadas, y siguiendo por él, se llega a Chiguagua. Esta Villa está situada en un terreno árido, sobre la orilla de un riachuelo de corto caudal, a los 28°56’ de latitud Boreal y en 26°55’ de longitud. Consiste su población en 400 familias de Españoles, Mestizos y Mulatos, que están pereciendo por la total decadencia de las minas y continuas hostilidades de los yndios, que han acabado con las muladas y caballadas, y han hecho muchas muertes en sus inmediaciones. A un cuarto de legua arriba está la Yglesia de Nuestra Sra. de Guadalupe, y alrededor, han formado una pequeña población unas 30 familias de Yndios Yaquis, por el lado opuesto, está la Misión y Pueblo de Yndios, el Nombre de Dios, situada en una cañada muy amena y bien cultivada”. Continuará…