“¡No! ¡No estoy soñando! No me levanto del sueño adormilado, no lo veo en sueños…¡es que ya te había visto! ¡Es que ya había puesto mis ojos en tus ojos!”. Eso le dijo Moctezuma Xocoyotzin a Hernán Cortés, en el encuentro que tuvieron la mañana de un martes 8 de noviembre de 1519. Moctezuma, que quiere decir “el que se hace respetar”, y Xocoyotzin que significa “joven” —como una manera de distinguirse de su abuelo Moctezuma Ilhuicamina— ahora mismo tiene cincuenta y dos años, y lleva diecisiete como Huey Tlatoani. Miembro de la nobleza, destacado guerrero y líder militar, “Motecuhzoma” ha resaltado por su intelecto y su amor a la naturaleza.
El emperador mexica pasa las tardes en el cerro del Chapulín, justo en donde actualmente se encuentra el Castillo de Chapultepec, ahí, en cada equinoccio, en cada solsticio, espera con ansias la llegada del Quinto Sol: Tonatiuh. Seguramente reflexiona en el destino de su pueblo, mientras observa a lo lejos, el lago de Texcoco. En su palacio, el ambiente se ve decorado por el trinar de las aves que ahí viven. Hoy en día, en ese mismo lugar se ubica Palacio Nacional, en el centro histórico de la Ciudad de México. Cortés y Moctezuma II, coincidieron en una calzada por el rumbo de Iztapalapa, en el sur del actual Valle de México. La crónica del singular encuentro —en su versión indígena— es de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, un historiador novohispano, que tuvo a su encargo elaborar una historiografía de los pueblos indígenas.
Por su parte, Bernal Díaz del Castillo, en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, narra la perspectiva de los españoles: fue el domingo 24 de abril de 1519, cuando una comitiva de “Motecuzoma II” fue a su encuentro. Jerónimo de Aguilar —un expedicionario de 30 años de edad, que había sufrido las peripecias de un naufragio y pasado una odisea antes de ser rescatado por un cacique maya, en las costas de Yucatán— hacía las veces de intérprete para la expedición. Sin embargo, ante la incapacidad de éste para traducir el náhuatl, se hizo necesaria la ayuda de Malitzin, una joven de apenas 19 años, que había sido vendida a un señorío de Tabasco. Malinalli, fue clave para el proceso de conquista, ella había sido entregada a Cortés como un tributo de guerra, para el 15 de marzo de 1519.
Cortés, era un novel comandante de apenas treinta y cuatro años, que no había peleado batalla alguna, y sin embargo, iba a cargo de “508 infantes…un centenar de hombres de mar…16 jinetes con sus caballos, 32 ballesteros y 13 arcabuceros” (RAH, 2024). No obstante, éstos no representaban nada, ante un obsequio de la vida: la audacia de Malitzin. Fue ella quien dio norte al joven hidalgo, Malinche le otorgó la información necesaria para negociar y luego, derrocar al imperio mexica, pues conocía la organización política, así como el resentimiento que guardaban los tlaxcaltecas. La única gracia de Cortés, fue aprovechar la capacidad de Marina. “Holga mi corazón de ver a tan gran príncipe”, alcanzó a responder un tímido Hernán, ante el recibimiento de Moctezuma.
Pronto habremos de celebrar 214 años de la proclamación de Independencia, y 203 años, como una Nación libre e independiente. Por poco más de trescientos años se mantuvo el dominio español sobre el actual territorio mexicano. Debieron pasar once años de lucha independentista, antes de ser declarada la Soberanía Nacional. Lograr nuestra autonomía política no ha sido sencillo, por eso, desde este espacio celebramos con júbilo y decimos con mucho orgullo ¡Que viva México!
Maestro en Periodismo. Promotor cultural e investigador de la Red Binacional de Estudios Históricos de Juárez-El Paso
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