Según nuestras creencias y valores nos asombramos, nuestra mente y sentidos se unen ante lo que acontece o lo que imaginamos que pasa, tanto lo agradable como lo contrario.
Hoy en México podemos decir que los asesinatos no nos asombran porque es algo tan cotidiano que ya nos acostumbramos a ellos. Nos llega un ¡Mataron a 25! ¡Son cientos los masacrados! ¡Hay decapitados y a algunos les cortaron las manos! Y ante estas calamidades aparece un gesto de asombro que solo dura segundos, porque el asombro se ha ido sustituyendo por gestos de tedio, resignación, insensibilidad, enojo, apatía, impotencia.
La sobrepoblación mundial no les asombra a muchas personas porque existe el pensamiento mágico de que Dios ante este exceso de multiplicación resolverá cuando ya haya pasado el límite de la factibilidad de sustento y protección para las multitudes desde el mando del ser humano.
Entre más grave sea a lo que nos acostumbramos en cuestión de falta de respeto y paz entre las personas, el asombro se irá diluyendo en la incapacidad de distinguir límites.
¿Quiénes son los líderes del mundo? Ya no nos asombra la prepotencia, la corrupción y el descaro.
La mentira ya no es tan mentirosa, se vale.
La capacidad de asombro se ha perdido, porque estamos dormidos en un mundo donde nunca había habido tanto ruido ¿Cómo podemos estar dormidos en el caos?
¿Qué se requiere para que despertemos? ¿Qué es lo que nos tiene dormidos?
¿Cómo querer despertar si no sabemos o creemos que dormimos?
Al respecto de esto me viene a la mente una anécdota de mi familia. Una de mis hermanas quería adquirir el hábito de hacer ejercicio, pero no le gustaba levantarse temprano ya que era la hora ideal para acomodar todas sus actividades. Así que un día me dijo: Por favor despiértame mañana y me voy contigo a hacer ejercicio. Así que a la mañana siguiente entré a su recámara y le dije: Despierta, me voy en 20 minutos, pero su reacción fue quejarse de que la estaba molestando y así medio dormida, entre insultos me dijo que no iba. Yo por mi parte tomé mi mochila y me fui. Pero al mediodía me reclamó: ¿Por qué no me despertaste? Y yo con asombro le dije ¡Claro que traté de despertarte, pero me ofendiste y me dijiste que no ibas, así que salí de tu cuarto y me fui! Ella aseguró que no se acordaba, que la disculpara y que al día siguiente sí se iba a despertar. Así que la mañana siguiente antes de entrar a su recámara vi un letrero pegado en la puerta que decía: Recuérdame lo aguada y celulítica que estoy. Me reí y seguí sus instrucciones y al momento se levantó y se alistó para ejercitarse. Jajaja.
Rescatemos la capacidad de asombro, una reacción que aprecia lo maravilloso y pone límite a lo destructivo. La capacidad de asombrarse es una señal de estar vivo. No tenemos el poder de la unidad que nos acoge, pero sin duda podemos acezar a ese poder, cuando nos unimos al TODO y nos asombramos de su grandeza y su potencial.