/ jueves 19 de enero de 2023

Cartucheras al cañón… | En memoria de Virgilio Gastélum  Zazueta 

18-enero-2023

Ernesto Visconti Elizalde


“Fue un excepcional poeta; y fue un amigo dilecto; de ‘Polimnia’ predilecto, éste Gastélum Zazueta”.

Siempre he considerado que los buenos poetas no tienen patria; son ciudadanos del mundo; y Virgilio era uno de ellos. Originario de Pitiquito, Sonora, nació en 1936, en el seno de una familia de agricultores; fue autodidacta y culminó sus estudios de abogado en la UNAM. Fue miembro fundador de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde ejerció como corrector de estilo, editor y jefe de Publicaciones. En 1986, fue enviado a ésta, para crear “La Unidad Regional de Culturas Populares en Chihuahua”. Escribió en los géneros de poesía, cuento y ensayo; y publicó los libros: Responsabilidad Penal de los Profesionistas Médicos, en 1967; Granos de Arena y Trigo, 1967; Luz de Luna en los Aduares, 1968; Senda, Sonrisa y Tiempo, 1981; Rincones Escondidos, 1982; Peregrino de Siglos, 1983; Cordaje a las Eestrellas, 2003. En 1985, formó parte del grupo de poetas antologados en la obra Poesía Sonorense Contemporánea, de Alonso Vidal. Tiene otros libros; y tres premios nacionales de poesía. Fue prologado por los poetas Solón Zabre y Carlos Montemayor, entre otros. Lo más destacado de Virgilio, fue su calidad humana; de recia personalidad, jovial y de cálida plática; entretenida a no dudar. Tuve la oportunidad de conocerle a principios de los años noventa y la empatía de caracteres nutriría una amistad de muchos años. Se hizo chihuahuense por voluntaria asimilación; y junto con otros amigos, diletantes de la esfera intelectual, conformamos un grupo, que denominaríamos “La Trova”, reuniéndonos en el patio y oficinas del Ing. José Pacheco Loya, compartiendo el pan, la sal y la carne asada, con múltiples personajes asiduos a las bellas artes; entre ellos Virgilio y su servidor.

Virgilio profundamente filosófico y esotérico decía en su poema “Algo de mi ser”: ¡Yo soy renovación..! y soy hermano, de las mentes sin amo y sin fronteras. Y en su poema “Cuando el momento llegue”, nos dice: Si cerca tú te encuentras de mi cuerpo cuando el momento llegue, harás que lo incineren y su ceniza entregarás al viento. Ni lápidas ni cruces…ni lutos, ni homenajes, ni lamentos… Un mensaje de paz… sólo el recuerdo que brote, al repetir el labio trémulo alguno de mis versos. ¡Y nada más! Que si jamás he muerto, no tengo que morir porque mi cuerpo se niegue a acompañarme en este vuelo. ¡La muerte no es el fin! ¡Lo sé… lo siento! ¡En mi verso no cabe su lamento!

Para su octogésimo aniversario, Virgilio había iniciado con insuficiencia vascular cerebral, y había ido perdiendo gradualmente la memoria, falleciendo el día 4 de diciembre pasado. Nuestro más sentido pésame a su esposa Sofía y a sus hijos Taurit y Yatay. Otros temas, poemas y opiniones, en “Facebook” Ernesto Visconti Elizalde