Comer como buen mexicano o mexicana un harto plato de comida “chatarra” nos transporta a una sensación intensa de regocijo y placer, donde sin medida, combinar el azúcar y las grasas trans, son un “Bocato di Cardinale” y si es con refresco o alcohol mejor, como adicción inevitable que tanto lo hace el rico como el pobre cuando se puede. En México, según la Secretaría de Salud se consumen per cápita 214 kilogramos de alimentos ultraprocesados per cápita cada año, (comida chatarra).
No sólo eso -sin vergüenza alguna- somos el mayor consumidor de refrescos (bebidas carbonatadas) per cápita a nivel mundial, con cerca de 156 litros anuales, de acuerdo con información de Canadean LTD Research Report firma de absoluta credibilidad.
En suma, los costos en salud, incluyendo el consumo de alcohol se estiman en 555 mil 794 millones de pesos anuales. Que equivale a poco más del doble del presupuesto anual de la Ciudad de México ($248 MMP) o 6 veces el presupuesto del estado de Chihuahua, siendo lo más lamentable que el 56% de la población tiene estos hábitos, influyendo además en baja productividad laboral, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2024, información avalada por Mercawise empresa de investigación de mercados.
Por otra parte, México posee a la población infantil más obesa del planeta, independientemente de generarle a corto plazo problemas de salud. Científicamente está comprobado que el alto consumo de comida chatarra puede inflamar el hipocampo, área del cerebro asociada con la memoria y el aprendizaje. Sin importar ello, esa gran industria -con la ceguera del gobierno-, los productos grasosos, crujientes, fritos y cargados de azúcar son lo más fácil de encontrar en cualquier establecimiento, pues desde la década de los años 70 son uno de los problemas más preocupantes que hemos enfrentado como sociedad desde hace décadas. Pero además, esa industria contrata científicos, nutriólogos, expertos en mercadotecnia, diseñadores, etc. que hace de esta industria chatarra y la refresquera, sin dejar de lado al alcohol, multimillonarios negocios.
Recientemente la Unión Europea de Salud que opera en los 27 países socios, ha creado un modelo para actuar en innovación y competitividad con grandes cadenas de productores y distribuidores de alimentos sanos. La dieta nórdica (Dinamarca, Noruega, Finlandia, Islandia y Suecia) hace hincapié en los cereales integrales, frutas, vegetales de raíz, legumbres, pescado, productos lácteos bajos en grasa insaturadas y carnes de caza, se refleja en que son 5 de los 10 países más longevos del mundo.
En la tradición culinaria mexicana existen infinidad de fritangas, como barbacoa, menudo, sopes, tuetanitos, chicharrones y tamales, alimentos qué si bien se encuentran muchas veces en establecimientos en apoyo a la economía informal, su consumo constante e indiscriminado, trae más daño que beneficio al organismo. Un estudio en México de la UNAM y la American Heart Association (AHA), indica que elevan los niveles de colesterol, asociado con enfermedades cardiovasculares y diabetes principalmente. Según la Federación Mundial de la Obesidad, México ocupa el quinto lugar en el consumo de comida chatarra.
Desde 2010 autoridades federales, más de una vez han indicado que prohibirán -implacablemente- en las escuelas alimentos chatarra, lamentablemente, sin una base de concientización de los padres, el programa en mención difícilmente podrá tener resultados, pues requerirían 260 mil inspectores en el país. En respuesta local creemos que el Congreso del Estado debería de sumar a la Comisión de Salud, la alimentaria, con la tarea titánica de promover con los demás congresos estatales la recomendación a la Secretaría de Salud federal, la disminución de azúcares y grasas insaturadas en alimentos procesados de venta en el comercio. No estamos seguros de que lo hagan, después de verlos comer chatarra en sus sesiones.
Licenciado en Derecho. Activista social.
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