/ jueves 10 de octubre de 2024

Confianza

¿En quien confías? Tengo que aceptar que mi exceso de confianza en ciertas personas me ha llevado a aprender que confiar sin cuestionamientos nos puede llevar a las más grandes decepciones y después de la decepción viene el juicio hacia uno mismo ¡Cómo fui tan ingenua, tan estúpida!

La historia cuenta como antes la palabra valía al grado de respaldarla sin ninguna firma, el solo hecho de comprometerse con algo ya sellaba un trato y si no se cumplía era una deshonra brutal para el que se retractaba.

Tener palabra es de valientes, pero en esta época de tantas distracciones, es probable que, aunque se prometa algo, esa promesa pueda quedar en una duda o en el olvido que se da por todos esos pendientes que figuraban en el momento de prometer. Los tiempos que vivimos llenos de estímulos externos constantes exigen un respaldo palpable, contratos, firmas, testigos, fechas, etc. ya no se pude dejar a la deriva una promesa, un compromiso, el papelito habla por sí solo, ya no hay nada que discutir, que pelear.

Llega un momento en la vida que ya se debe de tomar en serio “que” hay que firmar, porque no tenemos la vida comprada, hoy estamos, mañana quien sabe.

Los testamentos son indispensables, y bien razonados, es el regalo de certeza más importante que se deja después de la muerte.

Por otro lado ¿Qué valor le damos a ciertas firmas? Hoy nos podemos comprometer a algo o con alguien, pero esos ¡Para toda la vida! en ocasiones requieren cancelación.

La ligereza de una de partes en la seriedad ante grandes compromisos hace que se compliquen y se queden complicados “para toda la vida” o que finalmente se rompan en el lastre de graves consecuencias, para una o las dos partes.

El valor de la palabra está débil y como tantos no la cumplen, ya no es mal visto que no se tenga ese valor como el respaldo. Entonces ¿Para qué se promete, se jura?

Cuando un valor ya no existe en una sociedad, en este caso el de la palabra, pero es importante jurar por requisitos sociales y o legales ¿Qué respalda a ese juramento? Solo el momento lo respalda, es un sí que mañana puede ser no y aunque siga existiendo la firma, hay como deshacerla.

Bueno, pero ¿Quién está obligado a vivir toda la vida en una situación de compromiso sin salida? Muchos se rinden y dicen así me tocó y ni modo, otros buscan de todas las maneras posibles la anulación del compromiso, y en un extremo hemos visto como matar a alguien es el remedio infalible.

¿Y que nos queda ante una sociedad en la que ya no se puede confiar en nadie, ni en el más cercano? ¡Pues firmar! E investigar la fuerza legal del contrato.

La falta de confianza ha creado contratos y más contratos y ahí vamos por la vida según el pensamiento y el sentimiento del momento confiando y firmando para “Asegurar” una situación. Pero ¿Quién puede asegurar algo?

Conclusión: La firma le gana a la palabra indudablemente. ¿Qué estás por firmar? Piénsalo, razónalo, legalizalo.

¿En quien confías? Tengo que aceptar que mi exceso de confianza en ciertas personas me ha llevado a aprender que confiar sin cuestionamientos nos puede llevar a las más grandes decepciones y después de la decepción viene el juicio hacia uno mismo ¡Cómo fui tan ingenua, tan estúpida!

La historia cuenta como antes la palabra valía al grado de respaldarla sin ninguna firma, el solo hecho de comprometerse con algo ya sellaba un trato y si no se cumplía era una deshonra brutal para el que se retractaba.

Tener palabra es de valientes, pero en esta época de tantas distracciones, es probable que, aunque se prometa algo, esa promesa pueda quedar en una duda o en el olvido que se da por todos esos pendientes que figuraban en el momento de prometer. Los tiempos que vivimos llenos de estímulos externos constantes exigen un respaldo palpable, contratos, firmas, testigos, fechas, etc. ya no se pude dejar a la deriva una promesa, un compromiso, el papelito habla por sí solo, ya no hay nada que discutir, que pelear.

Llega un momento en la vida que ya se debe de tomar en serio “que” hay que firmar, porque no tenemos la vida comprada, hoy estamos, mañana quien sabe.

Los testamentos son indispensables, y bien razonados, es el regalo de certeza más importante que se deja después de la muerte.

Por otro lado ¿Qué valor le damos a ciertas firmas? Hoy nos podemos comprometer a algo o con alguien, pero esos ¡Para toda la vida! en ocasiones requieren cancelación.

La ligereza de una de partes en la seriedad ante grandes compromisos hace que se compliquen y se queden complicados “para toda la vida” o que finalmente se rompan en el lastre de graves consecuencias, para una o las dos partes.

El valor de la palabra está débil y como tantos no la cumplen, ya no es mal visto que no se tenga ese valor como el respaldo. Entonces ¿Para qué se promete, se jura?

Cuando un valor ya no existe en una sociedad, en este caso el de la palabra, pero es importante jurar por requisitos sociales y o legales ¿Qué respalda a ese juramento? Solo el momento lo respalda, es un sí que mañana puede ser no y aunque siga existiendo la firma, hay como deshacerla.

Bueno, pero ¿Quién está obligado a vivir toda la vida en una situación de compromiso sin salida? Muchos se rinden y dicen así me tocó y ni modo, otros buscan de todas las maneras posibles la anulación del compromiso, y en un extremo hemos visto como matar a alguien es el remedio infalible.

¿Y que nos queda ante una sociedad en la que ya no se puede confiar en nadie, ni en el más cercano? ¡Pues firmar! E investigar la fuerza legal del contrato.

La falta de confianza ha creado contratos y más contratos y ahí vamos por la vida según el pensamiento y el sentimiento del momento confiando y firmando para “Asegurar” una situación. Pero ¿Quién puede asegurar algo?

Conclusión: La firma le gana a la palabra indudablemente. ¿Qué estás por firmar? Piénsalo, razónalo, legalizalo.

ÚLTIMASCOLUMNAS
jueves 10 de octubre de 2024

Confianza

Roberta Cortazar Bickley

jueves 12 de septiembre de 2024

El sueño

Roberta Cortazar Bickley

jueves 01 de agosto de 2024

El rey

Roberta Cortazar Bickley

jueves 06 de junio de 2024

Compló

Roberta Cortazar Bickley

jueves 23 de mayo de 2024

Ser mamá

Roberta Cortazar Bickley

Cargar Más