Eduardo Verastegui busca construir un partido que sea con valores “tradicionales cristianos”. La cuestión es si Verastegui realmente cambia paradigmas, si realmente responde a nuevos retos.
El problema no es el deseo de plasmar los principios cristianos en la política, sino que el diablo se encuentra en los detalles.
La participación de Verastegui, no se ha nutrido de la democracia cristiana, sino que se ha nutrido de populismo de derechas ultranacionalistas europeas.
El populismo es una visión dualística del mundo en una lucha entre el pueblo y las élites que han subvertido la voluntad popular. El populismo de derecha es que las élites han socavado la identidad nacional y la cultural. En el discurso de Verastegui se acusa que la derecha se ha distanciado del pueblo y que solo su programa representa los valores de la derecha. Una copia y pega, con salsa mexicana del discurso de Santiago Abascal del VOX.
Por ejemplo en su intento por llegar a la presidencia Verastegui crítico más al PAN que a MORENA acusando de “derechita cobarde”, que “el PAN estaba muerto”, que “el PAN estaba llego de progresistas, tibios, globalistas, izquierdistas moderados”. También dijo que Claudia Sheinbaum y Xochilt Galvez eran lo mismo. Que Morena y el Frente Amplio eran lo mismo. Lo cual es un insulto a tantos panistas que se han partido el alma en lucha democrática.
El populismo de Verastegui no solo se manifiesta en sus discursos, sino también la candidez con la que admira a líderes populistas. En las diferentes conferencias capitaneadas por Verastegui han asistido líderes de partidos identitarios anti inmigrantes europeos como del RN de Francia, Fidesz de Hungría, VOX de España, y otros. Invitar a líderes anti-inmigrantes en suelo mexicano es algo que es bastante cuestionable, alucinante, y un insulto para los mexicanos. En esto Verastegui exhibió niveles de fanatismo e ignominia.
El Instituto de Sueco Timbro (de libre mercado) produce el índice de autoritarismo populista. Este índice clasifica a los partidos ultranacionalistas europeos, apoyados por Verastegui como populistas de extrema derecha.
Verastegui se ha mostrado embelesado por discursos de líderes ultranacionalistas y el hecho que estos líderes tengan un discurso con fuerte carga emocional contra los inmigrantes no tiene importancia, solo porque estos partidos están a favor de “ la familia”. Básicamente Verastegui está blanqueando la imagen de los partidos ultranacionalistas europeos, dándoles una pincelada de defensores de la libertad. Verastegui termina cayendo en el pragmatismo y relativismo moral.
El discurso de Verastegui no representa ningún cambio de paradigma, y no responde a nuevos retos. El apego que tiene Verastegui con los partidos identitarios europeos es una cadena que lo tira hacia abajo. Si Verastegui quiere hacer su contribución en la política mexicana, debe renunciar a juntarse con líderes ultranacionalistas europeos. Verastegui no debe volver a invitar a líderes ultranacionalistas en suelo Mexicano.
En la forma como Verastegui se conduce no hace avanzar ni los valores cristianos, ni el libre mercado.