Mientras asistía a un evento de Ejecutivos en finanzas, descubrí una expresión que me
motivó a buscar más detalles de cómo aplicar un concepto de economía en una reflexión
filosófica, intentando encontrarle un significado lateral.
El término Destrucción creativa es un concepto acuñado por Joseph Schumpeter,
economista austriaco de finales de los 50’s, que impulsó su idea a partir de la obra de Karl
Marx, para explicar “un proceso de mutación industrial que revoluciona la estructura
económica desde adentro…“.
No soy economista, ni pretendo serlo, pero al fin poeta, el tema voló mi imaginación. Pude
ver su aplicación en espacios cercanos, comunes, frecuentes, conocidos. Una destrucción
creativa implicaría “sustituir lo viejo por lo nuevo”. Tanto como para desplazar todo lo que
antes se hizo, por una versión distinta. No mejor, ni peor, solo diferente, quizá porque al
conquistar un nuevo lugar, quien llega, siente la obligación (antojo) de modificar todo lo
antiguo para imponer un estilo propio.
Al imaginar esas posibilidades y relacionarlas con asuntos cotidianos, descubrí que se trata
de una práctica usualmente aceptada. Acciones de competitividad fomentadas en las
organizaciones y estructuras donde las personas, las de “antes”, son sustituidas,
desplazadas o desestimadas por las “nuevas”. Esto tiene un lado oscuro y alto costo social
y humano.
Aunque la innovación es positiva, la destrucción creativa parece dejar solo 2 opciones para
las personas afectadas: jugar o ser eliminadas.
Quizá sea muy dramática esta interpretación que propongo, pero no resulta difícil recordar
alguna experiencia similar. Desde una visión psicológica, la adaptación al cambio suele
plantear una forma de justificar la modificación del status quo. No obstante, las
consecuencias de presionar hasta romper lo viejo para sustituir por lo nuevo sin reconocer o
edificar lo que antes fue construido, podría ser la razón del surgimiento del conflicto.
Transformar no debería representar destrucción absoluta. Incorporar lo nuevo, también
podría ser la conservación de algunos elementos de lo ya aprendido, aplicado, conocido
para dar lugar a una evolución, derivada de un aprendizaje continuo.
Cuesta trabajo imaginar cómo alguien podría decidir sobre el destino de otras personas
desde una mirada pragmática y simplista, pero sí ocurre. Tal vez Schumpeter no previó la
afectación que su visión alojada solo en términos de utilidad, dejaría para quienes son
constantemente despedidos de sus centros de trabajo cada vez que cambian los líderes
políticos, sociales o civiles.
Destrucción creativa no parece ser una opción aplicable a los seres humanos, pero así de
cruda y ruda se emplea una y otra vez.
Una frase atribuida a Pablo Picasso resume “todo acto de creación es primero un acto de
destrucción”. Y no por eso podemos creer que da lo mismo el lugar que ocupan las palabras
pues nunca será lo mismo que una creación destructiva…
Licenciada en Ciencias de la Información. Responsable del área de Contenidos Educativos Audiovisuales CEDH. Asesora de la CEDH.
airefresco760@gmail.com
Twitter: dinorahga