/ lunes 3 de mayo de 2021

Día del Trabajo

Por: Ana Luisa Herrera

Las instituciones y organizaciones laborales en varios países han adoptado la fecha del primero de mayo para refrendar la defensa de los derechos laborales y en conmemoración al arduo camino que el movimiento obrero ha tenido que atravesar para garantizar normas en las relaciones obrero-patronales que ahora se consideran básicas y universales.

En México, se trató de la Casa del Obrero Mundial y otras organizaciones obreras, cuando en 1913 alrededor de 20 mil personas le exigieron al entonces presidente Victoriano Huerta la implementación de la jornada laboral de ocho horas. Hoy, a más de 100 años de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y su artículo 123º, en México podemos sentirnos orgullosos de que el movimiento obrero, a lo largo de la historia de nuestro país, ha logrado que se establezcan normas para (1) la duración de la jornada laboral; (2) la prohibición de labores insalubres o peligrosas; (3) los días de descanso; (4) la prohibición del trabajo infantil; (5) las protecciones para trabajadoras embarazadas; (6) los salarios; (7) el reparto de utilidades; (8) la obligación de capacitar a las y los empleados; y (9) el derecho a la huelga y a la organización colectiva; entre muchas otras.

Aún viendo los logros alcanzados, la celebración de esta fecha es una oportunidad para continuar visibilizando el hecho de que esta lucha por mejores condiciones laborales se encuentra aún vigente. No es el fin de la historia. Más que un “capital humano”, visto solamente como uno de los insumos de los procesos productivos de las empresas, el trabajo es algo que cada vez más tenemos que ver en su justa dimensión, a gran escala y como algo que es una parte fundamental de cualquier sociedad. De esta manera, el trabajo debe ser visto como una vía para tener acceso a una mejor vida y para lograr el desarrollo personal, familiar y colectivo.

Ahora más que nunca es de suma importancia continuar recuperando un sentido del trabajo que lo posicione en el núcleo de los valores de la sociedad y así continuar contribuyendo a la creación de empleos dignos, formales y bien remunerados que permitan a las y los trabajadores y a sus familias alcanzar una mejor calidad de vida, aplicando todos los mecanismos que permitan el desarrollo y vida digna de las personas y fomentando el respeto a los derechos laborales, la conciliación y el diálogo entre los sectores obrero y patronal.

Ya que el trabajo es una parte inherente y, por lo tanto, inseparable de la condición humana, el derecho al trabajo es absolutamente esencial para poder vivir con dignidad y para el ejercicio efectivo de otros derechos humanos.

Es nuestro deber como sociedad libre y democrática seguir avanzando hacia un mercado laboral en el que cada trabajo ofertado a las y los trabajadores permita cumplir con ese fin; en el que se respete plenamente la dignidad humana, se logre un salario remunerador que haga al trabajo más competitivo y estable, se mejoren cada vez más las condiciones de vida y trabajo de las y los obreros y se consolide una igualdad sustantiva para que no exista ningún tipo de discriminación, como lo son las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres.

Por: Ana Luisa Herrera

Las instituciones y organizaciones laborales en varios países han adoptado la fecha del primero de mayo para refrendar la defensa de los derechos laborales y en conmemoración al arduo camino que el movimiento obrero ha tenido que atravesar para garantizar normas en las relaciones obrero-patronales que ahora se consideran básicas y universales.

En México, se trató de la Casa del Obrero Mundial y otras organizaciones obreras, cuando en 1913 alrededor de 20 mil personas le exigieron al entonces presidente Victoriano Huerta la implementación de la jornada laboral de ocho horas. Hoy, a más de 100 años de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y su artículo 123º, en México podemos sentirnos orgullosos de que el movimiento obrero, a lo largo de la historia de nuestro país, ha logrado que se establezcan normas para (1) la duración de la jornada laboral; (2) la prohibición de labores insalubres o peligrosas; (3) los días de descanso; (4) la prohibición del trabajo infantil; (5) las protecciones para trabajadoras embarazadas; (6) los salarios; (7) el reparto de utilidades; (8) la obligación de capacitar a las y los empleados; y (9) el derecho a la huelga y a la organización colectiva; entre muchas otras.

Aún viendo los logros alcanzados, la celebración de esta fecha es una oportunidad para continuar visibilizando el hecho de que esta lucha por mejores condiciones laborales se encuentra aún vigente. No es el fin de la historia. Más que un “capital humano”, visto solamente como uno de los insumos de los procesos productivos de las empresas, el trabajo es algo que cada vez más tenemos que ver en su justa dimensión, a gran escala y como algo que es una parte fundamental de cualquier sociedad. De esta manera, el trabajo debe ser visto como una vía para tener acceso a una mejor vida y para lograr el desarrollo personal, familiar y colectivo.

Ahora más que nunca es de suma importancia continuar recuperando un sentido del trabajo que lo posicione en el núcleo de los valores de la sociedad y así continuar contribuyendo a la creación de empleos dignos, formales y bien remunerados que permitan a las y los trabajadores y a sus familias alcanzar una mejor calidad de vida, aplicando todos los mecanismos que permitan el desarrollo y vida digna de las personas y fomentando el respeto a los derechos laborales, la conciliación y el diálogo entre los sectores obrero y patronal.

Ya que el trabajo es una parte inherente y, por lo tanto, inseparable de la condición humana, el derecho al trabajo es absolutamente esencial para poder vivir con dignidad y para el ejercicio efectivo de otros derechos humanos.

Es nuestro deber como sociedad libre y democrática seguir avanzando hacia un mercado laboral en el que cada trabajo ofertado a las y los trabajadores permita cumplir con ese fin; en el que se respete plenamente la dignidad humana, se logre un salario remunerador que haga al trabajo más competitivo y estable, se mejoren cada vez más las condiciones de vida y trabajo de las y los obreros y se consolide una igualdad sustantiva para que no exista ningún tipo de discriminación, como lo son las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres.