Las elecciones en Estados Unidos han dejado sorprendida a la mayoría de las personas en todo el planeta. Aunque era sumamente probable la victoria del expresidente Trump, no se esperaban resultados tan drásticos. Esto nos lleva a muchas reflexiones, y una de ellas es que la izquierda está comenzando a perder fuerza alrededor del mundo, como lo confirma esta victoria tan contundente.
En Europa, desde hace años, la derecha y la extrema derecha han comenzado a recuperar terreno frente a las ideologías más izquierdistas e incluso cuasi comunistas. En América Latina, también han disminuido las intenciones de voto por partidos de tendencias más socialistas. Pero surge una pregunta: ¿por qué en México es al contrario y sigue fortaleciéndose un movimiento que representa a la izquierda?
La respuesta ahora es aún más clara: la población desea un cambio respecto a las ideas de los gobiernos anteriores, pero no quiere un gobierno de izquierda radical. Morena encontró el espacio ideal y cómodo para proponer un cambio ideológico: el centro. Morena no es de izquierda radical, y eso resulta positivo para la población. Esto se irá reafirmando en el actual sexenio y, especialmente, durante la renegociación del T-MEC. Es evidente que, en los aspectos económicos, la opinión pública mundial coincide en que el libre mercado es la vía principal; sin embargo, también se comprende que debe existir regulación y, sobre todo, programas sociales que impulsen a quienes no tienen la base necesaria para competir en el sistema económico. Morena ha entendido esto muy bien y creo que es un camino acertado.
La verdadera disyuntiva hoy en día es el tema de los derechos. En este ámbito es donde el electorado tuvo más dudas al votar, pero priorizó la economía sobre otros problemas que enfrenta Estados Unidos. Los datos indican que, si Trump se hubiera inclinado un poco más al centro en el espectro de los derechos humanos, habría obtenido aún más votos.
Como he mencionado en otras participaciones, navegar en el centro ha sido la clave para un crecimiento sostenido de nuestro país. Hoy, esa misma posición será fundamental para fortalecer a Norteamérica como región, permitiéndonos competir contra la ola económica asiática. Bajo esta tónica se llevarán a cabo las negociaciones con el nuevo presidente de Estados Unidos. Mientras México no se incline hacia la izquierda radical y Trump no busque devolver a México a la situación de “patio trasero” en la que estuvo por muchos años, todo estará bien.
Hoy, nuestro país es más fuerte y sólido que en el pasado mandato de Trump. Estados Unidos nunca había dependido tanto de México como ahora, y tenemos una presidenta técnica y con gran conocimiento, lo cual nos fortalece en la mesa de negociación. Ambos países estamos en la misma sintonía, así que, mientras evitemos extremos, todo irá por buen camino y muy posiblemente se avecinan épocas de bonanza económica. Permanecer en el centro es la clave.