/ miércoles 23 de octubre de 2024

El desastre económico que viene

Dos aspectos centrales de la economía en México son el déficit fiscal y el servicio de la deuda, los cuales muestran cómo la administración busca equilibrar el gasto público con las presiones fiscales, al tiempo que pretende atender sus compromisos financieros. El déficit fiscal ocurre cuando el gasto público supera los ingresos del gobierno en un periodo determinado. Este 2024 el gobierno federal tiene un déficit histórico del 4.9% del Producto Interno Bruto (PIB), el nivel más alto comparado con los gobiernos anteriores. Esta decisión responde a una estrategia del gobierno de incrementar la inversión en proyectos, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y programas sociales. Sin embargo, el aumento del déficit plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas a mediano y largo plazo.

Un déficit elevado implica que el gobierno necesita recurrir a un mayor endeudamiento para cubrir el faltante entre ingresos y gastos. Si bien el aumento del gasto genera presiones inflacionarias y dificulta la consolidación fiscal en años posteriores. En este contexto, el gobierno ha argumentado que este déficit es transitorio y que se revertirá a partir de 2025 con el objetivo de estabilizar las finanzas públicas. No obstante, analistas económicos han advertido que una corrección fiscal abrupta podría afectar el crecimiento económico, especialmente si el entorno global se vuelve menos favorable.

El servicio de la deuda, que incluye el pago de intereses y la amortización del principal, representa un componente significativo del actual gasto federal. De acuerdo con las estimaciones, más del 18% del gasto total se está destinando a cubrir los compromisos financieros de la deuda pública, lo que limita el margen de maniobra del gobierno para invertir en otros sectores prioritarios y seguir con sus programas clientelares para asegurar sus votos. Esta cifra refleja el peso creciente de la deuda en un contexto de tipos de interés altos a nivel internacional, que encarecen el costo del financiamiento.

La deuda pública de México había aumentado de manera moderada en los últimos años, sin embargo, la necesidad de financiar un déficit mayor en 2024 incrementó aún más la deuda total, lo que elevó el riesgo de que los mercados financieros exijan tasas de interés más altas para renovar o refinanciar estos pasivos. Además, el servicio de la deuda ejerce presión sobre el gasto programable, que incluye recursos para educación, salud e infraestructura. Conforme crece la proporción del presupuesto destinada al pago de intereses, el gobierno enfrenta restricciones para incrementar el gasto en áreas esenciales sin comprometer la estabilidad fiscal. Esto plantea un dilema entre mantener un nivel elevado de inversión pública y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo. Actualmente la deuda pública, sobre todo interna, ya es incontrolable y es del 50% del PIB.

Este manejo irresponsable de la economía mexicana y que no se ve, vaya a cambiar la actual mandataria del país, nos llevará irremediablemente a un desastre económico. Al tiempo.