Cuando se tiene todo el poder, lo más fácil de perder es la humildad. Una vez perdida la humildad, empieza la debacle de cualquier causa, movimiento, grupo o partido. Ya lo hemos visto muchas veces, y Chihuahua ha tenido varios ejemplos en su historia. Esto se debe a que la arrogancia y prepotencia hacen que empiecen a generarse muchos heridos que van quedando en el camino, y éstos en cualquier momento comienzan su venganza.
Esto le puede empezar a pasar a Morena en cualquier momento. Se sabe que los grandes errores procesales que han tenido para sacar sus reformas se deben al mero hecho de querer acelerar las cosas “porque pueden”. Pero gracias a la institucionalidad de este país, se toparon con algunas paredes que hoy piensan derrocar. Sin embargo, es importante reconocer que la principal causa no es un mal diseño institucional, sino la arrogancia de querer hacer las cosas rápido para callar a la oposición.
Si algo nunca podremos criticar de Andrés Manuel es su humildad. Durante los seis años que ha gobernado, no le hemos visto los típicos destellos de fanfarronería a los que estamos acostumbrados de la clase política mexicana. Vemos más excesos en otros políticos de mucho menor nivel que en el propio presidente. Esa cualidad, que a todas las personas en este país les beneficia, debería replicarse así como se replicó el movimiento. Y no, no es un tema de disminuir el salario, me refiero a quitar la “parafernalia del poder” que lo hace tan atractivo para muchos. Desde ahí es donde se tienen que dar cuenta de que la humildad se traduce en institucionalidad, en llevar siempre el debido proceso en todo quehacer y mantener la firme convicción de servicio público.
La primera prueba de esta nueva legislatura será la reforma judicial, la gran discusión pública del momento que amerita un buen debate. Aquí veremos la tónica de la nueva administración de Sheinbaum, ya que es un tema que de verdad necesita debate y enriquecer la iniciativa. Morena marcará el rumbo, ya que tienen una mayoría ganada a votos, pero eso no implica que no deban escuchar a la oposición. También observaremos si la oposición sigue en la tónica chafa de no construir y sólo criticar, o si de verdad entienden que deben aportar a enriquecer la idea donde el rumbo ya está tomado. Esto sucedería en un verdadero parlamento de una verdadera democracia. Pero la ausencia de humildad nubla los procesos. Esperemos que no sea el caso.
Por lo pronto, hubo un destello de luz esta semana, cuando la presidenta electa dijo que no había necesidad de apresurarse a sacar la reforma en el día 1 del nuevo congreso. Esto abre la posibilidad de que se tomen algunas precauciones y se escuche un poco el clamor popular y lo que queda de oposición, con la visión de mejorar el formato para que, si Morena ya decidió que se elijan los jueces, magistrados y ministros por elección popular, entonces al menos se pongan ciertos filtros y criterios a la selección de candidatos a ser electos. Espero que Morena no pierda la humildad y que esto suceda, aunque personas como Marko Cortés, hoy senador, serán las que hablen para criticar la reforma cuando él mismo, hace unos meses, mostró el trato con el gobernador de Coahuila negociando magistraturas. Así las cosas.