/ miércoles 29 de mayo de 2024

El Llamado al Voto

Estos días culminan las campañas electorales. El llamado al voto es una opción que no sólo corresponde al Instituto Nacional Electoral.

El llamado a votar es una responsabilidad cívica de los mexicanos, no una prerrogativa exclusiva de los partidos políticos o del INE; en contrario, la insistencia en no votar o anular el voto es una expresión minoritaria de individuos incapaces de competir.

La insistencia en hacer efectivo ese DERECHO y esa OBLIGACIÓN es de todos. Contribuyamos, pues, desde todas las instancias, públicas y privadas, para que el proceso electoral -principalmente la jornada del próximo domingo- sea un rotundo éxito, una victoria que nos demos todos los mexicanos, para que mediante el voto, sean renovados la Presidencia de la Republica, la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores, el Congreso del Estado y los 67 Ayuntamientos que conforman nuestra entidad.

Hagamos ese esfuerzo para derrotar a quienes pretenden desanimar, a quienes descalifican el proceso y con ello niegan oportunidades a la democracia del país.

El desesperado llamado a no votar o anular el voto es una de las más descaradas campañas antidemocráticas que puedan expresarse. Los argumentos de los abstencionistas activos -aunados a la actitud de los pasivos- y los anulacionistas son fútiles e insostenibles, negadores de toda opción democrática, denigradores de toda alternativa que no sea la de ellos, por cierto.

En esos llamados antidemocráticos se advierten celos, envidia y frustración, egoísmo, soberbia y, si cabe la paradoja, delirios de grandeza combinados con complejos de inferioridad.

Quien dice “no votes” o “anula el voto” se abroga el derecho de mandar, de ordenar que los demás hagan esto, o dejen de hacer aquello, porque ellos lo dicen...

Ellos son los equivocados. Los que toman la ruta o el camino fácil, aprovechando que mucha gente desprecia ese derecho e incumple esa obligación ciudadana.

El llamado a no votar o anular el voto es una triste expresión de un sector, absolutamente minoritario, de la población, un grupúsculo formado por individuos incapaces de entender que, hoy por hoy, la democracia es competencia.

El abstencionismo es el enemigo que debemos vencer este domingo, por eso la importancia de este llamado a votar, para cumplir con el mandato de las urnas.

¡Vayamos a votar!

Escríbame a:

zulmachacon2204@gmail.com

Maestra en Administración Pública. Miembro del grupo de investigación en Gobierno.

zulmachacon2204@gmail.com

Estos días culminan las campañas electorales. El llamado al voto es una opción que no sólo corresponde al Instituto Nacional Electoral.

El llamado a votar es una responsabilidad cívica de los mexicanos, no una prerrogativa exclusiva de los partidos políticos o del INE; en contrario, la insistencia en no votar o anular el voto es una expresión minoritaria de individuos incapaces de competir.

La insistencia en hacer efectivo ese DERECHO y esa OBLIGACIÓN es de todos. Contribuyamos, pues, desde todas las instancias, públicas y privadas, para que el proceso electoral -principalmente la jornada del próximo domingo- sea un rotundo éxito, una victoria que nos demos todos los mexicanos, para que mediante el voto, sean renovados la Presidencia de la Republica, la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores, el Congreso del Estado y los 67 Ayuntamientos que conforman nuestra entidad.

Hagamos ese esfuerzo para derrotar a quienes pretenden desanimar, a quienes descalifican el proceso y con ello niegan oportunidades a la democracia del país.

El desesperado llamado a no votar o anular el voto es una de las más descaradas campañas antidemocráticas que puedan expresarse. Los argumentos de los abstencionistas activos -aunados a la actitud de los pasivos- y los anulacionistas son fútiles e insostenibles, negadores de toda opción democrática, denigradores de toda alternativa que no sea la de ellos, por cierto.

En esos llamados antidemocráticos se advierten celos, envidia y frustración, egoísmo, soberbia y, si cabe la paradoja, delirios de grandeza combinados con complejos de inferioridad.

Quien dice “no votes” o “anula el voto” se abroga el derecho de mandar, de ordenar que los demás hagan esto, o dejen de hacer aquello, porque ellos lo dicen...

Ellos son los equivocados. Los que toman la ruta o el camino fácil, aprovechando que mucha gente desprecia ese derecho e incumple esa obligación ciudadana.

El llamado a no votar o anular el voto es una triste expresión de un sector, absolutamente minoritario, de la población, un grupúsculo formado por individuos incapaces de entender que, hoy por hoy, la democracia es competencia.

El abstencionismo es el enemigo que debemos vencer este domingo, por eso la importancia de este llamado a votar, para cumplir con el mandato de las urnas.

¡Vayamos a votar!

Escríbame a:

zulmachacon2204@gmail.com

Maestra en Administración Pública. Miembro del grupo de investigación en Gobierno.

zulmachacon2204@gmail.com