La semana pasada tuve la oportunidad de estar presente en una conferencia con los autores del libro “El nuevo localismo”. Interesante fue no sólo escuchar a los autores, sino también los puntos clave de este libro que comenta un enfoque de cómo trabajar bajo un esquema de la democracia del populismo, aspecto que me llamó la atención, principalmente por las tendencias de las próximas elecciones a presidente de nuestro país, y lo que ha sucedido en países de Suramérica.
Ante los nuevos esquemas de la llamada transformación democrática y la evidente manipulación de los partidos políticos por sobrevivir, surge la necesidad de balance en las estructuras políticas. Y aquí es donde las ciudades y municipios juegan un papel privilegiado de socialización y participación. Desde factores culturales, sociales, políticos y económicos se evidencian las sinergias en él desarrolladas, y el papel que puede jugar en la creación y articulación de formas políticas democráticas del futuro cercano.
El nuevo localismo es una filosofía de resolución de problemas para este siglo. Ahora se trata de ciudades con algunos de los retos más difíciles de nuestra sociedad: seguridad, movilidad social, competitividad, cambio climático y más. El siglo pasado fue mucho sobre sistemas jerárquicos; especializados, departamentalización, muy burocrático. Este siglo va a ser en red, distribuidos y liderado por ciudades. Los liderazgos deben ser mucho más horizontal que vertical. Estas son cosas que se han observado en campo, así que esto no es sólo una aspiración, aunque ciertamente estamos en una etapa inicial.
La participación será fundamental, a veces puede ser conducido por un grupo de universidades o filántropos, o un grupo empresarial o del sector público, pero en casi todos los casos, la colaboración y la red será intersectorial. Y esto sucederá cuando los grupos se forman en torno a problemas muy concretos, y avanzar en soluciones a esos problemas. Lo que tratamos de hacer es entender las normas que van a regular esa práctica, por lo que podemos intentar conseguir mejorar las normas particularmente alrededor de modelos de crecimiento, alrededor de modelos de gobernanza y alrededor de modelos de financiación.
Es necesario notar que el nuevo localismo no es lo mismo que gobierno. La pregunta que viene a la mente es: ¿Cómo pueden ciudades garantizar rendición democrática de cuentas de lo que son esencialmente organizaciones extra gubernamentales, no elegidas? En última instancia, rendición de cuentas vuelve a funcionarios públicos y su función. Pero en todos estos procesos, la transparencia, siempre que sea posible, es realmente importante. La gobernanza en red será realmente una forma de democracia participativa. Nuestra visión de la energía de la ciudad se extiende más allá de poder gubernamental tradicional, al mercado y el poder de la ciudad. Lo que está sucediendo entre muchos de los actores es una especie de cogobernar basado en la evidencia, rica en datos y orientada a los resultados.
Lo que ha sucedido hace bastante tiempo, particularmente en nuestro país vecino, donde hemos visto la degradación del sector público en múltiples niveles, y hemos visto que los gobiernos federales y estatales se convierten en un estancamiento de partidos y polarización de “ideologías” (que hoy en día son sólo argumentos populistas). Los llamados niveles inferiores de gobierno, ciudades, pueblos y áreas metropolitanas, han comenzado a llenar el vacío. Este concepto de localismo viene a reforzar la tendencia de regresar al ciudadano el poder para mejorar su entorno. Para esto requerimos de instituciones fuertes, ciudadanas, así como organizaciones ciudadanas que diseñen, trabajen y mejoren los esquemas de las ciudades, con y a pesar de los gobiernos.
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