La reciente aprobación de la Reforma al Poder Judicial en la Cámara de Diputados marca el inicio del devastador impacto que la sobrerrepresentación tendrá en nuestra democracia.
Conceder una supermayoría a Morena, a través de una interpretación cuestionable de las reglas electorales, pone en riesgo no solo la vida democrática de México, sino también nuestra estabilidad económica y las libertades que tanto nos ha costado conquistar.
Diversas voces nacionales e internacionales han alertado sobre los peligros que conlleva esta reforma. Entre ellas, los embajadores de Estados Unidos y Canadá —nuestros principales socios comerciales— han manifestado su preocupación sobre el rumbo de México. Además, organismos empresariales, inversionistas internacionales y medios de comunicación coinciden en que esta reforma representa una amenaza directa a la certidumbre jurídica y los derechos fundamentales.
No es de extrañar que los mercados financieros ya hayan reaccionado con volatilidad. La fuga de capitales y la depreciación del peso frente al dólar son solo las primeras señales de la desconfianza que ha generado esta reforma. Además, casas calificadoras y la ONU han advertido sobre las graves implicaciones, destacando que podría violar derechos humanos, exacerbando la incertidumbre que afecta a México.
El verdadero problema radica en la incertidumbre jurídica que esta reforma genera. En su versión actual, las modificaciones al Poder Judicial debilitan gravemente los contrapesos necesarios para un sistema democrático funcional. Sin un Poder Judicial independiente, tanto la inversión extranjera como la nacional enfrentan riesgos significativos, afectando el crecimiento económico y el bienestar social a largo plazo. No es exagerado decir que se está abriendo la puerta a un ambiente hostil para los negocios y una sociedad controlada por un poder omnipresente.
Además, esta reforma incumple tratados internacionales clave, como el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, así como acuerdos con la Unión Europea. Esto no solo pone en peligro nuestras relaciones comerciales, sino que también podría exponernos a sanciones internacionales, llegando incluso a la exclusión de México de estos importantes acuerdos. Las repercusiones serían devastadoras.
No podemos ignorar los ejemplos recientes en América Latina. Venezuela y Bolivia nos muestran las consecuencias de permitir reformas que concentran el poder en un solo grupo, eliminando los contrapesos democráticos. La erosión de las instituciones independientes en estos países ha derivado en crisis económicas y políticas, con regímenes autoritarios que controlan la vida pública.
Si esta reforma se consolida, México no será el mismo. Estaremos en un régimen donde el Estado tendrá un poder desmedido, sin que los ciudadanos comunes podamos enfrentarlo. Con un Poder Judicial debilitado, el abuso de poder será una constante y las libertades que hoy disfrutamos estarán en riesgo.
La apatía de muchos ciudadanos ante este momento crucial es alarmante. Mientras nuestra democracia se tambalea, la atención de la gente está centrada en programas de entretenimiento que distraen de la realidad crítica. Es imperativo que despertemos y comprendamos lo que está en juego: el futuro de México, nuestras libertades y nuestras oportunidades.
Desde COPARMEX hacemos un llamado urgente a la sociedad civil para que tome conciencia de la gravedad de esta situación. No se trata solo de un tema político, sino del futuro de nuestra nación.