Después de la elección presidencial de Estados Unidos, ganada por Donald Trump, México enfrenta una coyuntura en su relación bilateral, que amerita un cambio profundo en nuestro país para evitar una crisis política, económica y social, que, por ejemplo, aleje a nuestro estado de ser una zona comercial estratégica.
En ese contexto, es urgente poner atención a las tensiones comerciales y sociales que expertos advierten de parte de EE.UU. hacia nuestro país, por lo que cuidar este vínculo no solo es estratégico, sino una necesidad.
Sin embargo, para lograrlo, no basta con un discurso demagógico del gobierno mexicano; este debe actuar con firmeza, abordando temas que hoy son prioritarios para la estabilidad bilateral, como el combate frontal al crimen organizado (y deslindarse del mismo), la prevención del tráfico de fentanilo y el control del flujo migratorio irregular. Estos temas exigen una respuesta contundente, sin simulaciones, como pudo haberse gestado en el pasado.
Lo cierto es que históricamente las relaciones diplomáticas entre ambos países han navegado en un mar de tensiones, y bajo una limitada cooperación, sin embargo, con la nueva llegada de Trump al poder se avizora un Estados Unidos menos permisivo y más enfocado en políticas coercitivas.
Esto responde en gran medida a los factores que arriba cité, que representan problemas de inseguridad y salud pública para la nación americana. En este contexto, hay un riesgo latente de que la administración estadounidense utilice su arma más poderosa con México: las políticas comerciales rígidas, que por cierto ya ha ejercido en otras épocas. Por ejemplo, podría generar la retirada de empresas extranjeras o el endurecimiento de sus aranceles a productos mexicanos, lo que tendría consecuencias graves, especialmente para Chihuahua, que es uno de los dependientes económicos más fuertes de ese país.
Como es sabido, nuestra entidad, por su ubicación geográfica y capacidad industrial, ha sido un referente obligado en el comercio con Estados Unidos; por ejemplo, en 2023, fue el estado con mayor intercambio comercial con el país vecino. Además, en ese mismo año, nuestro estado lideró las exportaciones de México, con un valor de 69 mil 923 millones de dólares.
Si bien somos líderes en temas manufactureros, también en la exportación de ganado bovino, lo cual habla de que los conflictos diplomáticos podrían representar afectaciones graves para el sector productivo local y, por ende, para las familias chihuahuenses.
Es importante resaltar que, gracias a nuestra cercanía e infraestructura para responder de manera ágil a las demandas del mercado estadounidense, hemos podido diversificar nuestras exportaciones hacia países como Alemania, Japón y Dinamarca. No obstante, esto no reduce de manera significativa nuestra codependencia con el mercado norteamericano. Prueba de ello es que, en el primer semestre de 2024, Estados Unidos aportó el 62.5% de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Chihuahua.
Además, EE.UU. sigue siendo el destino principal de las exportaciones mexicanas, absorbiendo el 84% de los productos nacionales, una cifra que refuerza su rol como el gran comprador de bienes mexicanos.
Para finalizar, considero que es momento de dar pasos efectivos para construir una relación más sólida y confiable. Como ya lo dije, México tiene ante sí el reto de reformular su posición diplomática, afrontando los desafíos más urgentes para ambos países. Solo así podremos asegurar que el desarrollo económico y social, continúe en un contexto de estabilidad y cooperación, y que nuestro estado se consolide como una entidad estratégica para el comercio estadounidense.
Licenciado en Administración de Empresas. Presidente del Consejo Coordinador Empresarial.