El pasado 30 de septiembre terminó el sexenio de López Obrador, un sexenio que para muchos representaba la esperanza; a otros, les causaba expectativa, y otros más, no nos sorprendimos de las decisiones del inquilino de Palacio Nacional, conforme se desarrolló su gobierno y comenzamos a ver tintes de destrucción y totalitarismo, adoptamos la frase “no podía saberse”, tratando de explicar lo evidente, todo lo que sucedió en el sexenio era totalmente previsible, de acuerdo al actuar en el pasado de este personaje.
El saldo que nos deja es inocultable, la eliminación durante su sexenio de fondos y fideicomisos, los que precisamente al cierre de su gestión le cobraron factura, eran indispensables para enfrentar los grandes problemas de México. Eliminó el Programa de Fortalecimiento para la Seguridad (Fortaseg). La inseguridad creció exponencialmente durante su gestión, con su política de abrazos y no balazos, el saldo llegó casi a los 200 mil asesinatos dolosos, y más de 50 mil desaparecidos; por otro lado, durante su mandato se protegió como nunca al crimen organizado, quien en las últimas semanas incendió cada rincón del país.
Eliminó también el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), y es innegable la falta que en estos momentos hace en el estado de Guerrero, principalmente por la destrucción en la Bahía de Acapulco y otros municipios, por las terribles tormentas que trajeron Otis y John. El Fonden desempeñaba un papel vital para la población ante catástrofes naturales, otorgaba auxilio y asistencia a las y los mexicanos afectados; tampoco debemos olvidar que dejó sin atender a diversos municipios y estados con severas crisis de sequía.
Hablemos de salud, los hospitales públicos están abandonados, sin insumos, sin mantenimiento, sin equipamiento, mucho menos medicamento y suficiente personal, y no al final del sexenio, sino prácticamente desde el inicio de su administración, se suma a esta crisis la ocurrencia de desaparecer el Seguro Popular, aumentando en 30 millones la población sin acceso a la salud. Eliminó el Fondo de Protección para Gastos Catastróficos, que atendía y apoyaba a las familias para la atención del cáncer, enfermedades metabólicas, cuidados intensivos neonatales, entre otras, las cuales demandan altos costos y gastos que se derivan de sus tratamientos y medicamentos. Tampoco podemos, ni debemos olvidar su gestión al frente de la pandemia del Covid, que dejó 800 mil muertes, una verdadera tragedia, derivada de su negligencia y falta de liderazgo, la cual pudo prevenir.
La corrupción no sólo no disminuyó, sino que incluso es imposible medir hasta dónde creció, pues su gobierno fue poco transparente. Sus obras emblemáticas, además de ser elefantes blancos, que no generan ingresos, sino sólo gastos, orillaron a contraer casi 7 billones de pesos en nueva deuda para poder terminarlas, además todas presentaron excesivos sobrecostos por falta de planeación.
Así llegó el último día de López Obrador en la presidencia de México, el hombre que por muchos años intentó llegar al poder y cuando lo logró, utilizó su llegada para dividir a las y los mexicanos, se dedicó a vengarse de sus adversarios y a obtener a través del engaño y la mentira más poder. Se va con una economía que está sujetada con alfileres, con un crecimiento económico del 0.9%, y una inflación promedio anual de 4.36.
Imposible en estas líneas señalar todo lo malo que nos hereda, nos quedan años para recuperar nuestro país por el retroceso que nos dejó López Obrador, si con el nuevo gobierno la tendencia sigue, México estará lejos del bienestar y cercano a continuar en el terror, sumado a esto la eliminación de los contrapesos. México cuenta con Acción Nacional, para ser la opción de la recuperación, seguimos.
Maestría en Auditoría Gubernamental, Diputada Federal por el PAN
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