Las tecnologías de la información y comunicación se han insertado en un sinnúmero de tareas cotidianas, la emisión del voto no es la excepción. Son varias las voces que insisten en la oportunidad histórica que tiene México de aprovechar el uso de dispositivos electrónicos en las elecciones para garantizar la sustentabilidad de nuestro sistema electoral.
El voto electrónico concede grandes bondades en cuanto a su funcionalidad, su implementación podría contribuir a la reducción significativa del abstencionismo electoral, impulsar la participación ciudadana -particularmente de las personas jóvenes-; y, agilizar los sistemas de sufragio tradicional y los cómputos, traduciéndose en votaciones menos costosas, más ágiles y accesibles para la población.
En México, las autoridades electorales han utilizado dos modalidades para la emisión del voto. El voto offline o fuera de línea, donde el ciudadano vota en urnas electrónicas sin conexión a internet y el sufragio se realiza de manera presencial en casillas vigiladas por las autoridades electorales y los partidos políticos. El INE, en coordinación con los institutos estatales electorales, ha realizado ejercicios de votación de este tipo en elecciones concurrentes con carácter vinculante, a manera de prueba piloto (la primera se realizó en 2020, durante los comicios de Hidalgo y Coahuila, con resultados bastantes positivos).
El voto online o en línea, donde la ciudadanía vota a través de un equipo conectado a internet, tal como funciona para mexicanas y mexicanos radicados en el extranjero desde el año 2012. Esta modalidad responde a las necesidades de sociedades con creciente dinamismo; pero, además, permite ajustar la presentación de los datos para poblaciones diversas como votantes con discapacidad visual o auditiva, y personas pertenecientes a pueblos y comunidades indígenas que hablan o leen una lengua originaria; y, facilita la emisión del voto para quienes no pueden salir de sus viviendas por condición de postración o movilidad reducida.
México ya reúne experiencia. En 2004 Chihuahua desarrolló el primer prototipo de urna electrónica del país y, en 2005, Coahuila realizó una prueba piloto usando este tipo de dispositivo en las elecciones locales de aquel año. Bélgica, Brasil, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, India y Venezuela, son sólo algunos países que utilizan el voto electrónico de manera parcial en sus procesos electorales.
Resalta el caso de Estonia, considerado el país líder en votación segura por internet. Desde 2005, su sistema electoral cuenta con voto electrónico, habiéndose implementado primero en elecciones municipales. En ese momento sólo el 2% de los votos se emitieron por esta vía; sin embargo, después de 13 procesos electorales donde ha operado el voto por internet, el porcentaje ha incrementado considerablemente hasta llegar al 51%, en las elecciones de 2023.
Una de las preocupaciones más ingentes del voto online es la posibilidad de coacción. En Estonia, como propuesta de atención a este problema, las personas votantes pueden hacerlo por internet tantas veces como lo deseen y sólo cuenta el último voto emitido; asimismo, cualquier voto en físico tiene prioridad sobre el voto en línea generado por el mismo votante. En este país europeo, la ciudadanía se ha convencido de la utilidad del voto electrónico, pero ha sido sólo mediante su uso progresivo y constante.