/ martes 18 de junio de 2024

En busca de un modelo económico

Tras las elecciones, grupos de ciudadanos empiezan a cuestionar los modelos que actualmente funcionan en nuestro país. Y uno de los puntos principales es que no hemos entendido los verdaderos problemas del país y mucho menos las verdaderas necesidades de la mayoría de los ciudadanos. Definitivamente la brecha de pobreza-riqueza ha marcado las pautas para acentuar las grandes diferencias sociales, culturales y económicas.

Así, podemos empezar a visualizar los modelos utilizados en el mundo e iniciar conociendo sus características y avances hacia una mejor vida de las regiones.

Los modelos que han sido adoptados y adaptados en diversas formas alrededor del mundo, reflejan variaciones significativas en su implementación y resultados. Es especialmente interesante comparar las versiones del modelo en Europa del Norte y en algunos países de América Latina, donde las diferencias en contextos históricos, económicos y culturales han influido en su desarrollo y efectividad.

En Europa del Norte, países como Suecia, Noruega y Dinamarca han desarrollado lo que comúnmente se denomina como "modelo nórdico". Este modelo combina una economía de mercado con una extensa red de servicios sociales que garantizan altos niveles de igualdad social. El estado de bienestar en estos países es financiado por un sistema tributario progresivo que impone tasas impositivas relativamente altas, especialmente sobre los ingresos más elevados. Los servicios públicos, incluidos educación, salud y seguridad social, son de alta calidad y accesibles para todos los ciudadanos, lo que reduce significativamente la desigualdad y promueve una alta calidad de vida. Además, estos países destacan por su transparencia gubernamental y baja corrupción, elementos que han sido cruciales para el éxito y la sostenibilidad de sus políticas sociales.

Por otro lado, el modelo de socialismo en América Latina ha tomado una forma bastante distinta, influenciado por contextos políticos y económicos más volátiles. Países como Venezuela, Bolivia y Cuba han implementado versiones de modelos que han enfatizado la nacionalización de industrias clave y una fuerte intervención del estado en la economía. Sin embargo, estos enfoques han enfrentado numerosos desafíos, incluyendo ineficiencias administrativas, corrupción y restricciones a las libertades civiles. En Venezuela, por ejemplo, la nacionalización de la industria petrolera y otras industrias importantes fue inicialmente vista como un medio para redistribuir la riqueza, pero con el tiempo ha llevado a una grave crisis económica caracterizada por hiperinflación, escasez de productos básicos y un significativo deterioro de los servicios públicos.

Los logros de cada modelo también varían ampliamente. En Europa del Norte, el éxito se puede medir en términos de cohesión social, igualdad de oportunidades y altos estándares de vida. Estos países frecuentemente ocupan los primeros lugares en índices de desarrollo humano, educación y salud. En contraste, algunos países latinoamericanos han logrado avances significativos en la redistribución de la riqueza y en el aumento del acceso a servicios básicos para las poblaciones anteriormente desatendidas, aunque estos logros a menudo han sido empañados por crisis económicas y políticas.

Así, mientras que el modelo en Europa del Norte ha demostrado ser sustentable y exitoso en crear sociedades equitativas y prósperas, en América Latina, aunque ha habido intentos de imitar este éxito, los resultados han sido mixtos y frecuentemente plagados de grandes problemas económicos y políticos. Esta comparación resalta la importancia de considerar el contexto y las condiciones previas al adoptar y adaptar modelos sociales y económicos.


Doctor en Administración. Director del Instituto de Emprendimiento del ITESM, región norte

antonio.rios@tec.mx


Tras las elecciones, grupos de ciudadanos empiezan a cuestionar los modelos que actualmente funcionan en nuestro país. Y uno de los puntos principales es que no hemos entendido los verdaderos problemas del país y mucho menos las verdaderas necesidades de la mayoría de los ciudadanos. Definitivamente la brecha de pobreza-riqueza ha marcado las pautas para acentuar las grandes diferencias sociales, culturales y económicas.

Así, podemos empezar a visualizar los modelos utilizados en el mundo e iniciar conociendo sus características y avances hacia una mejor vida de las regiones.

Los modelos que han sido adoptados y adaptados en diversas formas alrededor del mundo, reflejan variaciones significativas en su implementación y resultados. Es especialmente interesante comparar las versiones del modelo en Europa del Norte y en algunos países de América Latina, donde las diferencias en contextos históricos, económicos y culturales han influido en su desarrollo y efectividad.

En Europa del Norte, países como Suecia, Noruega y Dinamarca han desarrollado lo que comúnmente se denomina como "modelo nórdico". Este modelo combina una economía de mercado con una extensa red de servicios sociales que garantizan altos niveles de igualdad social. El estado de bienestar en estos países es financiado por un sistema tributario progresivo que impone tasas impositivas relativamente altas, especialmente sobre los ingresos más elevados. Los servicios públicos, incluidos educación, salud y seguridad social, son de alta calidad y accesibles para todos los ciudadanos, lo que reduce significativamente la desigualdad y promueve una alta calidad de vida. Además, estos países destacan por su transparencia gubernamental y baja corrupción, elementos que han sido cruciales para el éxito y la sostenibilidad de sus políticas sociales.

Por otro lado, el modelo de socialismo en América Latina ha tomado una forma bastante distinta, influenciado por contextos políticos y económicos más volátiles. Países como Venezuela, Bolivia y Cuba han implementado versiones de modelos que han enfatizado la nacionalización de industrias clave y una fuerte intervención del estado en la economía. Sin embargo, estos enfoques han enfrentado numerosos desafíos, incluyendo ineficiencias administrativas, corrupción y restricciones a las libertades civiles. En Venezuela, por ejemplo, la nacionalización de la industria petrolera y otras industrias importantes fue inicialmente vista como un medio para redistribuir la riqueza, pero con el tiempo ha llevado a una grave crisis económica caracterizada por hiperinflación, escasez de productos básicos y un significativo deterioro de los servicios públicos.

Los logros de cada modelo también varían ampliamente. En Europa del Norte, el éxito se puede medir en términos de cohesión social, igualdad de oportunidades y altos estándares de vida. Estos países frecuentemente ocupan los primeros lugares en índices de desarrollo humano, educación y salud. En contraste, algunos países latinoamericanos han logrado avances significativos en la redistribución de la riqueza y en el aumento del acceso a servicios básicos para las poblaciones anteriormente desatendidas, aunque estos logros a menudo han sido empañados por crisis económicas y políticas.

Así, mientras que el modelo en Europa del Norte ha demostrado ser sustentable y exitoso en crear sociedades equitativas y prósperas, en América Latina, aunque ha habido intentos de imitar este éxito, los resultados han sido mixtos y frecuentemente plagados de grandes problemas económicos y políticos. Esta comparación resalta la importancia de considerar el contexto y las condiciones previas al adoptar y adaptar modelos sociales y económicos.


Doctor en Administración. Director del Instituto de Emprendimiento del ITESM, región norte

antonio.rios@tec.mx