a Lorena Serrano Rascón,
su incansable promotora en las Jornadas Rasconbandianas.
Buena parte de la obra del prolífico y notable dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda (Uruachi, 1948-Ciudad de México 2008) se define y apuntala en aquella honda y sentida vocación de quien supo y estuvo siempre plenamente consciente de que el teatro representa uno de los espacios por antonomasia para reincidir y crear conciencia en torno a las más serias y trascendentales problemáticas humanas, tanto en el terreno individual como en la esfera social. En su sincera condición de crítico incisivo y de defensor a ultranza de los derechos humanos, su singular teatro constituye una de las voces más representativas y a la vez personales de nuestra dramaturgia contemporánea, a través de un quehacer que reconcilia al género con su verdadera responsabilidad histórico-social, sin renunciar a su no menos cierta naturaleza estético-poética.
Corrosivo y veraz retratista de algunos de los pasajes más sórdidos del transcurrir cotidiano nacional, en los ámbitos urbano y rural, buena parte de su mejor teatro resulta ser testimonio fidedigno de los tantos excesos y desigualdades que a lo largo de la historia han alterado nuestra convivencia social y siguen lesionando nuestro sentido de identidad, a la vez que en el talante visionario y sensible de su humanista creador nos muestra su indignación ante todos aquellos usos y abusos que inhiben la única y primordial trascendencia del ser mexicano, del ser universal. ¡Qué duda cabe que extraordinarios textos suyos como La mujer que cayó del cielo, Voces en el umbral, Máscara contra cabellera, Los ilegales, Sazón de mujer, Tina Modotti, Armas blancas, El baile de los montañeses, Homicidio calificado, Cautivas, Apaches, Contrabando (también en su versión narrativa ahora por fin editada), La fiera del Ajusco, El deseo o incluso su hermosa narración Volver a Santa Rosa constituyen ya clásicos de nuestra mejor literatura!
Obra profética, Contrabando pareciera tener más pertinencia hoy que cuando se estrenó en 1991, porque el problema del narcotráfico pareciera haberse generalizado, y lo que es mucho más grave, trivializado. Así fluyen las historias de tres mujeres ultrajadas y abandonadas, a manera de archivo de voz evidenciado por el alter ego del escritor que hace suyas estas memorias de otras mujeres fuertes y resistentes, pero desgraciadamente todavía orilladas por la pobreza, la geografía, la violencia, su raza y su sexo. El corrido mismo que se escucha atestugua y subraya, a manera de coro como en la tragedia griega, cómo la traición y el contrabando siguen destruyendo y terminando con muchas vidas.
Premio Juan Rulfo de primera novela, la versión narrativa de Contrabando la escribió su autor casi a la par que su muy exitosa versión dramátca que se estrenó en 1991 con la muy afortunada dupla con el director de escena Enrique Pineda, y si bien nunca entendí por qué en su momento no se atrevió a publicarla, es otro ejemplo más que fehaciente del no menos excelente narrador que era Víctor Hugo, como de igual modo lo atestiguan la citada Volver a Santa Rosa y La puerta falsa que reúne relatos de suicidios que decía conoció desde la infancia en su natal Uruáchic, en lo más intrincado de la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua. Por fin se ha editado esta no menos apreciable versión narrativa de Contrabando, con el auspicio de las Jornadas Rasconbandianas que ideó y sigue manteniendo en pie, con más o menos oportuna colaboración de las autoridades, en la entidad natal del escritor.
*Victor Hugo Rascón Banda, Contrabando, Vía Áurea Editorial, Chihuahua, 2023.