/ lunes 30 de septiembre de 2024

¡Enhorabuena, presidente!

Para algunos llegará el feliz día que esperaron durante mucho tiempo, pero para la gran mayoría de este país se acaba una era de lucha y esperanza. Lo expreso de esta manera porque nadie puede negar que este personaje de la política mexicana marcó una época y, además, se despide con una enorme popularidad entre los mexicanos. Aun entre muchas opiniones encontradas, yo podría calificar este gobierno como positivo para nuestro país. Sé que me juzgarán por decir esto, pero tengo datos que respaldan mi argumento.


Comienzo este breve resumen mencionando los grandes errores que, en mi opinión, cometió como presidente: la militarización de aduanas, aeropuertos y empresas estatales; la eliminación de la evaluación de los maestros con la reforma educativa; la narrativa polarizadora; y los errores cometidos en materia de salud.


Es innegable que estos fueron grandes fallos de la administración, errores que todos los gobiernos cometen, pero que nunca se atreven a admitir porque es “políticamente incorrecto”. Sin embargo, algunos de estos errores nos costarán mucho en el largo plazo.


También es importante señalar que este gobierno tuvo muchos más aciertos y resultados positivos. Me atrevería a decir que un 70% fueron logros o avances y un 30% fallos o retrocesos. El debate estaría en qué tan graves o significativos son éstos, pero esas discusiones nunca llevan a nada. Lo cierto es que la mayoría del país está satisfecha con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Tan es así que, en días pasados, El País, periódico español de gran prestigio, publicó una encuesta en la que mostraba que hasta el 73% de las personas que se identificaban como simpatizantes del PAN también aprobaban el gobierno actual. Ese dato es coherente con los resultados electorales que hemos visto, aunque aún haya personas que insistan en la narrativa de que se robaron la elección.


La reducción de la pobreza, la inversión en el Tren Maya, el Corredor Transístmico, las refinerías, las nuevas carreteras en el sur, el manejo prudente de la deuda, el respeto a la autonomía del Banco de México, los presupuestos equilibrados y los cambios culturales en la política mexicana, son algunos de los logros más evidentes. De muchos de ellos ya he hablado en columnas anteriores con mayor detalle.


Hoy tenemos a un presidente que se va con honores y con la población extrañándolo. Esto no había sucedido en muchísimos años en este país, quizás incluso en siglos. Se cierra así un capítulo histórico de un personaje que fue congruente con sus objetivos desde el principio. Basta con escuchar el discurso que dio cuando intentaron desaforarlo para darse cuenta de que su visión se ha mantenido constante a lo largo del tiempo. La congruencia es un valor que se había perdido en la política mexicana y que, evidentemente, es muy rentable.


Mis respetos por lo logrado por este presidente. Espero que la lección que dio al país sea verdaderamente aprendida por todos los que participamos en política. Las mentiras que distorsionan la realidad no funcionan. La gente es muy inteligente y sabe lo que realmente quiere. Esperemos que la transformación que se logró, ya sea objetiva o de conciencia (como se prefiera ver), sirva para entrar en una nueva etapa nacional donde tengamos un mejor país para todas las personas que vivimos en él. ¡Enhorabuena, presidente!


Para algunos llegará el feliz día que esperaron durante mucho tiempo, pero para la gran mayoría de este país se acaba una era de lucha y esperanza. Lo expreso de esta manera porque nadie puede negar que este personaje de la política mexicana marcó una época y, además, se despide con una enorme popularidad entre los mexicanos. Aun entre muchas opiniones encontradas, yo podría calificar este gobierno como positivo para nuestro país. Sé que me juzgarán por decir esto, pero tengo datos que respaldan mi argumento.


Comienzo este breve resumen mencionando los grandes errores que, en mi opinión, cometió como presidente: la militarización de aduanas, aeropuertos y empresas estatales; la eliminación de la evaluación de los maestros con la reforma educativa; la narrativa polarizadora; y los errores cometidos en materia de salud.


Es innegable que estos fueron grandes fallos de la administración, errores que todos los gobiernos cometen, pero que nunca se atreven a admitir porque es “políticamente incorrecto”. Sin embargo, algunos de estos errores nos costarán mucho en el largo plazo.


También es importante señalar que este gobierno tuvo muchos más aciertos y resultados positivos. Me atrevería a decir que un 70% fueron logros o avances y un 30% fallos o retrocesos. El debate estaría en qué tan graves o significativos son éstos, pero esas discusiones nunca llevan a nada. Lo cierto es que la mayoría del país está satisfecha con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Tan es así que, en días pasados, El País, periódico español de gran prestigio, publicó una encuesta en la que mostraba que hasta el 73% de las personas que se identificaban como simpatizantes del PAN también aprobaban el gobierno actual. Ese dato es coherente con los resultados electorales que hemos visto, aunque aún haya personas que insistan en la narrativa de que se robaron la elección.


La reducción de la pobreza, la inversión en el Tren Maya, el Corredor Transístmico, las refinerías, las nuevas carreteras en el sur, el manejo prudente de la deuda, el respeto a la autonomía del Banco de México, los presupuestos equilibrados y los cambios culturales en la política mexicana, son algunos de los logros más evidentes. De muchos de ellos ya he hablado en columnas anteriores con mayor detalle.


Hoy tenemos a un presidente que se va con honores y con la población extrañándolo. Esto no había sucedido en muchísimos años en este país, quizás incluso en siglos. Se cierra así un capítulo histórico de un personaje que fue congruente con sus objetivos desde el principio. Basta con escuchar el discurso que dio cuando intentaron desaforarlo para darse cuenta de que su visión se ha mantenido constante a lo largo del tiempo. La congruencia es un valor que se había perdido en la política mexicana y que, evidentemente, es muy rentable.


Mis respetos por lo logrado por este presidente. Espero que la lección que dio al país sea verdaderamente aprendida por todos los que participamos en política. Las mentiras que distorsionan la realidad no funcionan. La gente es muy inteligente y sabe lo que realmente quiere. Esperemos que la transformación que se logró, ya sea objetiva o de conciencia (como se prefiera ver), sirva para entrar en una nueva etapa nacional donde tengamos un mejor país para todas las personas que vivimos en él. ¡Enhorabuena, presidente!