/ lunes 1 de julio de 2024

¿Es el INE y el Poder Judicial o son las instituciones globales en general?

El ser humano tiene un poder poco explorado, y es el poder de poner en perspectiva las cosas. Esto significa que, como en las caricaturas, puedes ver el momento desde un punto lejano para darte cuenta de más cosas que están sucediendo fuera de lo que normalmente alcanzamos a visualizar. Creemos que las cosas sólo suceden en el aquí y ahora, pero cuando ves la imagen completa, te puedes dar cuenta de muchas otras. Esa es la perspectiva. Bajo esta premisa, pongamos en perspectiva lo que está pasando con las instituciones que nos regulan como sociedad.

En México estamos muy preocupados por lo que pudiera suceder con la reforma al poder judicial. Ya hay un consenso en que es necesario intervenir en ese poder, pero seguimos con la incertidumbre de cuál es el camino correcto. Lo mismo sucedió con el INE, donde sabemos que tiene que haber cambios para mejorar su eficiencia, pero nos da miedo que esos cambios puedan afectar la certidumbre en la democracia mexicana. De momento, esas son nuestras preocupaciones más grandes como país. Pero no es un tema exclusivamente de México, es un tema mundial.

La tecnología ha logrado que los humanos nos comuniquemos más fácil y rápidamente. Esto hizo que todo cambiara, sobre todo, en el mundo de las ideas. Hoy esa revolución llegó a las conciencias y, por lo tanto, a cuestionarnos si la forma en la que estamos organizados es la correcta, es justa o es la mejor. Esto ha hecho que las instituciones se pongan a temblar y que evolucionen o mueran. Te pondré dos ejemplos muy claros.

Primero, la ONU. Esta institución fue la idea que se tuvo para poder llegar a acuerdos y mantener al mundo en relativa paz durante más de 50 años después de las guerras mundiales que afectaron al planeta entero. La Organización de las Naciones Unidas es la máxima institución que tiene este planeta y la más eficiente en su momento. Sin embargo, hoy es una organización que ha mostrado su debilidad, su ineficacia ante problemas globales como la pandemia del Covid-19 que gestionó muy mal la OMS, que es parte de las Naciones Unidas; los actuales ataques a Ucrania y Palestina donde la ONU no ha podido hacer nada, o la propia crisis climática donde no ha podido lograr un consenso y mucho menos una acción común de sus miembros. Es obvio que esta organización debe ser repensada si quiere seguir existiendo.

El otro ejemplo son las iglesias. Todas están pasando por una crisis gracias al conocimiento que las personas han logrado adquirir con los nuevos accesos al mundo de la información que hoy disponemos. Estas instituciones han tenido que evolucionar de forma muy rápida para adaptarse al nuevo pensamiento del humano. Las que no han podido modernizarse están destinadas a desaparecer porque están dejando de ser útiles para la vida de las nuevas generaciones. ¿Bueno o malo? No lo sé, ni puedo juzgar, pero que las cosas cambiaron, eso es definitivo.

Como estos ejemplos hay muchos: partidos políticos, multiniveles, instituciones financieras físicas, dinero impreso, medios de comunicación, etc.

Cualquier cambio cuesta mucho porque nos saca del estado de confort. Pero no le tengamos miedo a esos cambios porque quedaremos obsoletos en un mundo de constante evolución. Pongámonos en perspectiva y veamos que no somos los únicos evolucionando nuestras instituciones. Repensemos nuestra forma de organizarnos como humanos, sin miedo pero con certezas.


Licenciado en Creación y Desarrollo de Empresas. Empresario.

aminanchondo@gmail.com


El ser humano tiene un poder poco explorado, y es el poder de poner en perspectiva las cosas. Esto significa que, como en las caricaturas, puedes ver el momento desde un punto lejano para darte cuenta de más cosas que están sucediendo fuera de lo que normalmente alcanzamos a visualizar. Creemos que las cosas sólo suceden en el aquí y ahora, pero cuando ves la imagen completa, te puedes dar cuenta de muchas otras. Esa es la perspectiva. Bajo esta premisa, pongamos en perspectiva lo que está pasando con las instituciones que nos regulan como sociedad.

En México estamos muy preocupados por lo que pudiera suceder con la reforma al poder judicial. Ya hay un consenso en que es necesario intervenir en ese poder, pero seguimos con la incertidumbre de cuál es el camino correcto. Lo mismo sucedió con el INE, donde sabemos que tiene que haber cambios para mejorar su eficiencia, pero nos da miedo que esos cambios puedan afectar la certidumbre en la democracia mexicana. De momento, esas son nuestras preocupaciones más grandes como país. Pero no es un tema exclusivamente de México, es un tema mundial.

La tecnología ha logrado que los humanos nos comuniquemos más fácil y rápidamente. Esto hizo que todo cambiara, sobre todo, en el mundo de las ideas. Hoy esa revolución llegó a las conciencias y, por lo tanto, a cuestionarnos si la forma en la que estamos organizados es la correcta, es justa o es la mejor. Esto ha hecho que las instituciones se pongan a temblar y que evolucionen o mueran. Te pondré dos ejemplos muy claros.

Primero, la ONU. Esta institución fue la idea que se tuvo para poder llegar a acuerdos y mantener al mundo en relativa paz durante más de 50 años después de las guerras mundiales que afectaron al planeta entero. La Organización de las Naciones Unidas es la máxima institución que tiene este planeta y la más eficiente en su momento. Sin embargo, hoy es una organización que ha mostrado su debilidad, su ineficacia ante problemas globales como la pandemia del Covid-19 que gestionó muy mal la OMS, que es parte de las Naciones Unidas; los actuales ataques a Ucrania y Palestina donde la ONU no ha podido hacer nada, o la propia crisis climática donde no ha podido lograr un consenso y mucho menos una acción común de sus miembros. Es obvio que esta organización debe ser repensada si quiere seguir existiendo.

El otro ejemplo son las iglesias. Todas están pasando por una crisis gracias al conocimiento que las personas han logrado adquirir con los nuevos accesos al mundo de la información que hoy disponemos. Estas instituciones han tenido que evolucionar de forma muy rápida para adaptarse al nuevo pensamiento del humano. Las que no han podido modernizarse están destinadas a desaparecer porque están dejando de ser útiles para la vida de las nuevas generaciones. ¿Bueno o malo? No lo sé, ni puedo juzgar, pero que las cosas cambiaron, eso es definitivo.

Como estos ejemplos hay muchos: partidos políticos, multiniveles, instituciones financieras físicas, dinero impreso, medios de comunicación, etc.

Cualquier cambio cuesta mucho porque nos saca del estado de confort. Pero no le tengamos miedo a esos cambios porque quedaremos obsoletos en un mundo de constante evolución. Pongámonos en perspectiva y veamos que no somos los únicos evolucionando nuestras instituciones. Repensemos nuestra forma de organizarnos como humanos, sin miedo pero con certezas.


Licenciado en Creación y Desarrollo de Empresas. Empresario.

aminanchondo@gmail.com