/ viernes 4 de octubre de 2024

España, el rey, ¿pedir perdón en vez de agradecer?

“Debe haber un perdón por parte de España” por “la conquista española” que dejó “muchas masacres y violencia” expresó la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Empecemos por reconocer que el Estado azteca era un imperio caníbal, con mucha seguridad, el sistema de gobierno más genocida de la historia, de acuerdo al académico, analista y consultor, Marcelo Gullo. Fue un régimen cuya política consistía, en esencia, en tener disponibles seres humanos para sus sacrificios, de un 0.4% o 3.33% de la población, según historiadores como Ángel Rosenblat o William Prescott.


Casi ningún autor computa menos de 20 000 sacrificios al año, pero hay quienes, incluso, los elevan a 150 000. Imaginemos trasladar esos porcentajes a la población actual de México. Hablamos de 572.760 a 4,3 millones de asesinatos al año, y que no eran propiamente de aztecas, sino prisioneros de sus guerras floridas. Es como si Castilla (no España) hubiera liberado a los oprimidos de los nazis o el imperialismo japonés y criticáramos que fue una guerra sangrienta. El reconocido historiador, José Vasconcelos, no se cansaba de repetir que, en realidad, la «conquista» la hicieron los indios.


Son hechos y datos demostrados. Suena duro, pero frente a la ignorancia o el engaño deliberado, don José Fuentes Mares afirmaría que “se ha dicho que nuestro hispanismo es agresivo. Mas no es, en el fondo, que seamos agresivos, sino que nada hay en sí más agresivo y más tranquilo a la vez que la verdad”. Y, ¿por qué se quiere ocultar la verdad? Porque a los que exigen que España pida perdón no les interesa el pasado, sino el futuro, como a mí. George Orwell sostiene en su famosa obra 1984, que quien controla el pasado, controla el presente, y quien controla el presente, controla el futuro.


¿Con qué fin? Porque buscan consolidar un nuevo orden mundial sin competidores ideológicos; un orden basado en el egoísmo como motor de la historia, condimentado con utilitarismo, relativismo, hedonismo y multiculturalismo. Si la gente es deudora del Estado benefactor, será ciega a las injusticias contra los derechos humanos más básicos y se volverá lo suficientemente débil para no cambiar de filosofía política, por más humillante que ésta sea para los gobernados. ¿Por qué ahora? Porque la globalización de la información está derrumbando viejos mitos históricos.


Y en este naciente revisionismo cultural, la Hispanidad es un mal precedente y un pésimo ejemplo: son conscientes de que España protagonizó la primera globalización partiendo de valores que detestan y de que esa primera globalización fue exitosa, hasta que la época colonial terminó, precisamente, cuando los pueblos indígenas tenían más derechos reconocidos que lo que jamás tuvieron con las nuevas repúblicas independientes, al decir del profesor Augusto Zamora. Esto fue el resultado de lo mejor de Jerusalén, Atenas y Roma que el pueblo español sintetizó para nosotros.


Ningún español debe pedir perdón, sino que nosotros deberíamos agradecer a la Madre (con y sin defectos) que parió a su hijo mestizo, le dio prosperidad y un territorio envidiables. Si ofendemos a España, somos como adolescentes fracasados que culpan a su Madre de su propia suerte. Otras Madres, como la inglesa u holandesa, ya nos hubieran abortado sin miramientos. Si México tiene una cultura rica, civilizada y prometedora es, también, gracias a su estirpe hispana. Seremos hijos malagradecidos si dejamos que nuestros gobernantes nos envenenan con nuestra ignorancia.