/ viernes 28 de junio de 2024

Filosofía de la educación

La filosofía es una búsqueda, como ya se ha dicho en reiteradas ocasiones; se trata de la búsqueda de un saber, de una certeza, de la verdad. La misión filosófica es la de prevenirnos sobre el error y marcar la distancia que debemos conservar con respecto a él.

Básicamente, filosofar es un esfuerzo racional, reflexivo, para encontrar nuestra equivocación y apartarnos de ella. Si bien no es una garantía el acceso definitivo a la verdad, la filosofía es una preocupación por distanciarnos de la falsedad y el engaño.

No ser esta preocupación una cosa grandiosa y deslumbrante -como muchos ni siquiera dudan en denunciarlo con gesto de desprecio e incomprensión-, sino una actitud muy modesta en el plano intelectual, pudiera hacernos pensar que los tiempos de la filosofía como una disciplina admirada y respetada (aquella que produjo grandes sistemas de ideas sobre el mundo y la razón del mismo) ya se fueron, pero no es así.

Hoy, como en otras épocas, la humanidad necesita de la razón y las posibilidades que ella nos brinda para combatir la mentira y todo aquello que se apoye en la falsedad. Este es el reto actual para la filosofía, la cual no debe quedar al margen de los currículos académicos de todos los niveles educativos.

Los tiempos actuales, tiempos de vértigo tecnológico y ansiedad consumista, nos permiten ver un abuso de la ilusión y la falsedad (en contra de la misma realidad) como recursos para el éxito mercantil y el ascenso de la Inteligencia Artificial. La filosofía se alista, entonces, para mantener el interés en lo humano, lo importantemente humano. Aquí hay mucho motivo para el quehacer filosófico, indudablemente.

La filosofía de la educación se encuentra, pues, en un momento para hacer de su misión una reivindicación del propio filosofar. Reflexionar en aquello que vale la pena enseñar y aprender, en la formación de las personas en la medida que se respete y fomente su dignidad, en los fines y los medios que nuestra sociedad debe disponer para la realización de las personas, y otros puntos más, debe ser retomado por la filosofía con la intención de aportar ideas para una mejor sociedad.

Los problemas pedagógicos y didácticos deben ser considerados por la mente crítica, por la lógica. Una racionalidad en la práctica educativa exige un análisis conceptual profundo con el fin de detectar contradicciones en los principios y acciones contrapuestas al momento de poner en marcha la tarea en las escuelas, ahí donde tantas veces se ve frenado por la realidad práctica el sueño idealista.

Pero no sólo las medidas pedagógicas y las disposiciones didácticas deben ser analizadas filosóficamente, sino que además es importante la reflexión sobre el conocimiento y su valor guía: la verdad. Sin respeto a la verdad es imposible conocer. Así de importante es también el análisis filosófico de la transmisión de la verdad y los procesos de enseñanza y aprendizaje que hacen posible esa transmisión.

Al final, en toda filosofía hay un compromiso educativo. Ojalá que en toda tarea educativa hubiera un compromiso filosófico.


Maestro en Investigación Educativa. Docente del CBTIS 117.

juan_camacho61@hotmail.com