/ miércoles 27 de noviembre de 2024

Fraseario / Violencia digital: el otro rostro de la violencia contra la mujer

Este 2024 se cumplen 25 años desde que se comenzó a conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un hito en la lucha global por los derechos de las mujeres. Un Día que busca sensibilizar sobre la violencia que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, promoviendo la acción para erradicarla y fomentar la igualdad de género.


El caso es que, si bien a lo largo de estos 25 años se han logrado avances significativos en la visibilización del problema, aún persisten grandes desafíos como, por ejemplo, la violencia digital contra las mujeres, que es una -de las tantas- manifestaciones de la violencia que va en ascenso, alcanzado proporciones alarmantes en la era de la conectividad.

La violencia digital es un tipo de abuso que se ejerce a través de plataformas tecnológicas, como las redes sociales, aplicaciones de mensajería y otros espacios en línea. Espacios en los que las mujeres, en particular, son las principales víctimas de ataques como el ciber acoso, la difusión no consentida de contenido íntimo, el espionaje digital y las amenazas en línea; ataques que, por obvias razones, tienen consecuencias psicológicas graves y perpetúan la desigualdad de género.

Según diversos estudios, cerca del 40% de las mujeres han sido víctimas de alguna forma violencia en internet, un dato que refleja la magnitud del problema. Y es que, al mantener a las mujeres en un estado de vulnerabilidad y miedo constante, las agresiones en línea son, a menudo, el preludio de violencias más graves en el mundo físico, y lo que es aún más preocupante, la impunidad en estos casos es frecuente.

El problema radica pues en que las leyes no siempre están al día con la rápida evolución de la tecnología, y por eso muchos de los agresores operan desde el anonimato, dificultando su identificación y persecución. Y por eso mismo es fundamental que las políticas públicas y las leyes se adapten para proteger a las mujeres en el ámbito digital y en el contexto global. Es decir, porque si bien algunos países han avanzado en la implementación de normativas específicas contra la violencia digital, como la Ley Olimpia en México o las iniciativas europeas, todavía queda un largo camino por recorrer para garantizar una protección efectiva y universal.

Por eso y muchas cosas más es que, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta imprescindible reconocer que la violencia digital es una extensión de las violencias tradicionales, y que abordar esta problemática no solo implica luchar contra los agresores, sino también transformar la cultura digital para que sea un espacio seguro y respetuoso para todas las personas, independientemente de su género.

A modo de complemento y reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho alguna vez por el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-moon: Debemos unirnos. La violencia contra las mujeres no puede tolerarse, en ninguna forma, en ningún contexto, en ninguna circunstancia, por ningún líder político ni por ningún gobierno.

Este 2024 se cumplen 25 años desde que se comenzó a conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un hito en la lucha global por los derechos de las mujeres. Un Día que busca sensibilizar sobre la violencia que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, promoviendo la acción para erradicarla y fomentar la igualdad de género.


El caso es que, si bien a lo largo de estos 25 años se han logrado avances significativos en la visibilización del problema, aún persisten grandes desafíos como, por ejemplo, la violencia digital contra las mujeres, que es una -de las tantas- manifestaciones de la violencia que va en ascenso, alcanzado proporciones alarmantes en la era de la conectividad.

La violencia digital es un tipo de abuso que se ejerce a través de plataformas tecnológicas, como las redes sociales, aplicaciones de mensajería y otros espacios en línea. Espacios en los que las mujeres, en particular, son las principales víctimas de ataques como el ciber acoso, la difusión no consentida de contenido íntimo, el espionaje digital y las amenazas en línea; ataques que, por obvias razones, tienen consecuencias psicológicas graves y perpetúan la desigualdad de género.

Según diversos estudios, cerca del 40% de las mujeres han sido víctimas de alguna forma violencia en internet, un dato que refleja la magnitud del problema. Y es que, al mantener a las mujeres en un estado de vulnerabilidad y miedo constante, las agresiones en línea son, a menudo, el preludio de violencias más graves en el mundo físico, y lo que es aún más preocupante, la impunidad en estos casos es frecuente.

El problema radica pues en que las leyes no siempre están al día con la rápida evolución de la tecnología, y por eso muchos de los agresores operan desde el anonimato, dificultando su identificación y persecución. Y por eso mismo es fundamental que las políticas públicas y las leyes se adapten para proteger a las mujeres en el ámbito digital y en el contexto global. Es decir, porque si bien algunos países han avanzado en la implementación de normativas específicas contra la violencia digital, como la Ley Olimpia en México o las iniciativas europeas, todavía queda un largo camino por recorrer para garantizar una protección efectiva y universal.

Por eso y muchas cosas más es que, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta imprescindible reconocer que la violencia digital es una extensión de las violencias tradicionales, y que abordar esta problemática no solo implica luchar contra los agresores, sino también transformar la cultura digital para que sea un espacio seguro y respetuoso para todas las personas, independientemente de su género.

A modo de complemento y reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho alguna vez por el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-moon: Debemos unirnos. La violencia contra las mujeres no puede tolerarse, en ninguna forma, en ningún contexto, en ninguna circunstancia, por ningún líder político ni por ningún gobierno.