/ viernes 17 de septiembre de 2021

Gran protesta contra el presidente millennial de el Salvador

Por: Javier Bernabé Fraguas

Nayib Bukele tuvo que soportar esta semana la mayor protesta contra su mandato desde que asumió la presidencia en El Salvador. Según diversos medios salvadoreños unas 15.000 personas se manifestaron, y su intención fue dejarle claro que no está gobernando para los pobres de su país, por lo tanto, no estaría gobernando para más de un 36% de la población salvadoreña. Su gobierno por Twitter, la adopción del bitcóin como moneda de curso legal, y las acusaciones de actitudes poco democráticas, hicieron salir a la calle a la población que no se ve representada ni tenida en cuenta por Bukele.

El presidente se encontró con la protesta el mismo día de la celebración del bicentenario de la independencia de Centroamérica; de hecho, mencionó el asunto en el discurso que dio horas después. Sus intenciones de modernizar el país a golpe de twitt no llegan a toda su población, y la manifestación del pasado miércoles tuvo la suficiente repercusión como para que pudiera entender que está dejando atrás a más de un tercio de salvadoreños y salvadoreñas; que lo entienda o no, lo tendremos que ver en los próximos meses.

Una de las medidas más polémicas fue la adopción del bitcóin como moneda de curso legal en el país, junto al dólar. Desde este mes de septiembre la que se ha llamado Ley Bitcoin, obliga a todos los agentes económicos salvadoreños a aceptar esta criptomoneda como forma de pago. Una gran industria y un pequeño comercio están obligados de la misma manera. La posibilidad de convertir esta criptomoneda a dólares de manera fácil y rápida es la ventaja que publicita Bukele. Pero a la gran mayoría del país o le da lo mismo, o rechaza esa Ley, viendo que no aporta ventaja alguna ni a su día a día, ni a la lucha contra la pobreza.

Otra de las medidas que alentaron la protesta fue la decisión de destituir a jueces por tener más de 60 años, además de la salida del fiscal general y la realización efectiva del reemplazo de magistrados de la sala Constitucional. Eso desembocó en un fallo de dicha sala que cambió las normas del juego político salvadoreño, permitiendo al actual presidente que se pueda presentar a la reelección en 2024. La modificación de este tipo de normas, que llevan a la ampliación de períodos y posibilidades de reelecciones presidenciales, ha sido ampliamente criticada en la escena internacional cuando se han puesto en marcha en otros países de la región. Es muy interesante ver qué dicen los organismos internacionales que se han pronunciado en otras ocasiones similares, por ejemplo, la OEA; y gobiernos, como el de Estados Unidos, muy críticos con esos hechos en El Salvador, pero de momento sin tomar medida alguna al respecto.

No se nos puede olvidar que El Salvador es uno de los países que nutre las filas de las caravanas de migrantes, que recurrentemente abandonan Centroamérica, y que, junto a guatemaltecos y hondureños, intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos. El miedo y el hambre son los dos motores fundamentales que hacen que la población salvadoreña siga huyendo de su país; si no se abordan adecuadamente la inseguridad y la necesidad económica extrema, seguirán saliendo, sin duda alguna, cualquiera lo haría. Y no parece que Bukele gobierne para esa parte de su población.


Por: Javier Bernabé Fraguas

Nayib Bukele tuvo que soportar esta semana la mayor protesta contra su mandato desde que asumió la presidencia en El Salvador. Según diversos medios salvadoreños unas 15.000 personas se manifestaron, y su intención fue dejarle claro que no está gobernando para los pobres de su país, por lo tanto, no estaría gobernando para más de un 36% de la población salvadoreña. Su gobierno por Twitter, la adopción del bitcóin como moneda de curso legal, y las acusaciones de actitudes poco democráticas, hicieron salir a la calle a la población que no se ve representada ni tenida en cuenta por Bukele.

El presidente se encontró con la protesta el mismo día de la celebración del bicentenario de la independencia de Centroamérica; de hecho, mencionó el asunto en el discurso que dio horas después. Sus intenciones de modernizar el país a golpe de twitt no llegan a toda su población, y la manifestación del pasado miércoles tuvo la suficiente repercusión como para que pudiera entender que está dejando atrás a más de un tercio de salvadoreños y salvadoreñas; que lo entienda o no, lo tendremos que ver en los próximos meses.

Una de las medidas más polémicas fue la adopción del bitcóin como moneda de curso legal en el país, junto al dólar. Desde este mes de septiembre la que se ha llamado Ley Bitcoin, obliga a todos los agentes económicos salvadoreños a aceptar esta criptomoneda como forma de pago. Una gran industria y un pequeño comercio están obligados de la misma manera. La posibilidad de convertir esta criptomoneda a dólares de manera fácil y rápida es la ventaja que publicita Bukele. Pero a la gran mayoría del país o le da lo mismo, o rechaza esa Ley, viendo que no aporta ventaja alguna ni a su día a día, ni a la lucha contra la pobreza.

Otra de las medidas que alentaron la protesta fue la decisión de destituir a jueces por tener más de 60 años, además de la salida del fiscal general y la realización efectiva del reemplazo de magistrados de la sala Constitucional. Eso desembocó en un fallo de dicha sala que cambió las normas del juego político salvadoreño, permitiendo al actual presidente que se pueda presentar a la reelección en 2024. La modificación de este tipo de normas, que llevan a la ampliación de períodos y posibilidades de reelecciones presidenciales, ha sido ampliamente criticada en la escena internacional cuando se han puesto en marcha en otros países de la región. Es muy interesante ver qué dicen los organismos internacionales que se han pronunciado en otras ocasiones similares, por ejemplo, la OEA; y gobiernos, como el de Estados Unidos, muy críticos con esos hechos en El Salvador, pero de momento sin tomar medida alguna al respecto.

No se nos puede olvidar que El Salvador es uno de los países que nutre las filas de las caravanas de migrantes, que recurrentemente abandonan Centroamérica, y que, junto a guatemaltecos y hondureños, intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos. El miedo y el hambre son los dos motores fundamentales que hacen que la población salvadoreña siga huyendo de su país; si no se abordan adecuadamente la inseguridad y la necesidad económica extrema, seguirán saliendo, sin duda alguna, cualquiera lo haría. Y no parece que Bukele gobierne para esa parte de su población.