/ lunes 19 de agosto de 2024

Habemus presidenta con “a”

Literal, hicimos historia. El próximo 1 de octubre, oficialmente México se convertirá en el país 26 en contar con una jefa de Estado. La semana pasada el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le entregó a la Dra. Claudia Sheinbaum la constancia que la acredita como la próxima presidenta, después de declarar que la elección fue limpia. La historia de México en los próximos seis años la escribirá la mano de una mujer.

Después de desechar más de 200 impugnaciones interpuestas por la oposición (quienes hicieron de su estrategia las mentiras, tanto antes como después de la elección) y dejar en claro que la elección fue legítima y por tanto los resultados también, los 36 millones de votos con los que ganamos la elección, fueron confirmados.

Las reacciones de la oposición dan más pena que otra cosa. Ahí está un Javier Lozano “suplicando” que los órganos electorales hagan “su trabajo” porque de lo contrario, según él, se muere la democracia. ¡Habrase visto semejante barbaridad! A un Jesús Zambrano, patriarca y administrador de la nada, quejándose de la “intervención grosera” del presidente López Obrador en la elección y “alertando” sobre el fantasma del régimen de Maduro, así como lo lee. Pero justamente, terminan como inician, ridículos, uno convertido en comentador de programas tendenciosos y otro destinado a administrar el fantasma de un partido que yace en un ataúd.

El supuesto movimiento espontáneo de la ciudadanía, la llamada Marea Rosa, está completamente deshecha, los empresarios están obligados a dejarla morir porque cuesta caro mantener un “movimiento” así y porque por lo menos hasta la siguiente elección presidencial es que tendrán una “oportunidad” para otra vez, intentar poner a un candidato o candidata afín a sus intereses, por ahora, para ellos, no hay nada que hacer, salvo lamentarse desde sus trincheras en “X”.

Después de todo esto, solo queda un triunfo legítimo y legal. Los 36 millones de votos significan una confianza renovada, una esperanza que no ha muerto, al contrario, una que sigue viva y que ya decidió, que optó por este sí, movimiento legal y legítimo, y que con ello, desechó al PAN, liquidó al PRD y dejó moribundo al PRI, solo para que Alito se lo terminé de comer.

Viene un tiempo de mujeres, uno en donde el logró de una, es el triunfo de todas, de las más de 67 millones de mujeres, es decir, el 52 por ciento de la población en el país. El México que viene deberá acostumbrarse a nombrar el máximo encargo del país con A, visibilizando no solo lo que existe sino lo que es obvio.

Espero con ansia el 1 de octubre, día en el que rendirá protesta la primera mujer presidenta de la historia de México, país en el que hace no más de 10 años, los opinadores preguntaban: ¿está México listo para que una mujer lo gobierne?


Literal, hicimos historia. El próximo 1 de octubre, oficialmente México se convertirá en el país 26 en contar con una jefa de Estado. La semana pasada el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le entregó a la Dra. Claudia Sheinbaum la constancia que la acredita como la próxima presidenta, después de declarar que la elección fue limpia. La historia de México en los próximos seis años la escribirá la mano de una mujer.

Después de desechar más de 200 impugnaciones interpuestas por la oposición (quienes hicieron de su estrategia las mentiras, tanto antes como después de la elección) y dejar en claro que la elección fue legítima y por tanto los resultados también, los 36 millones de votos con los que ganamos la elección, fueron confirmados.

Las reacciones de la oposición dan más pena que otra cosa. Ahí está un Javier Lozano “suplicando” que los órganos electorales hagan “su trabajo” porque de lo contrario, según él, se muere la democracia. ¡Habrase visto semejante barbaridad! A un Jesús Zambrano, patriarca y administrador de la nada, quejándose de la “intervención grosera” del presidente López Obrador en la elección y “alertando” sobre el fantasma del régimen de Maduro, así como lo lee. Pero justamente, terminan como inician, ridículos, uno convertido en comentador de programas tendenciosos y otro destinado a administrar el fantasma de un partido que yace en un ataúd.

El supuesto movimiento espontáneo de la ciudadanía, la llamada Marea Rosa, está completamente deshecha, los empresarios están obligados a dejarla morir porque cuesta caro mantener un “movimiento” así y porque por lo menos hasta la siguiente elección presidencial es que tendrán una “oportunidad” para otra vez, intentar poner a un candidato o candidata afín a sus intereses, por ahora, para ellos, no hay nada que hacer, salvo lamentarse desde sus trincheras en “X”.

Después de todo esto, solo queda un triunfo legítimo y legal. Los 36 millones de votos significan una confianza renovada, una esperanza que no ha muerto, al contrario, una que sigue viva y que ya decidió, que optó por este sí, movimiento legal y legítimo, y que con ello, desechó al PAN, liquidó al PRD y dejó moribundo al PRI, solo para que Alito se lo terminé de comer.

Viene un tiempo de mujeres, uno en donde el logró de una, es el triunfo de todas, de las más de 67 millones de mujeres, es decir, el 52 por ciento de la población en el país. El México que viene deberá acostumbrarse a nombrar el máximo encargo del país con A, visibilizando no solo lo que existe sino lo que es obvio.

Espero con ansia el 1 de octubre, día en el que rendirá protesta la primera mujer presidenta de la historia de México, país en el que hace no más de 10 años, los opinadores preguntaban: ¿está México listo para que una mujer lo gobierne?