/ martes 17 de septiembre de 2024

Hechos y criterios / Contextos

Muchas son las situaciones que requieren de un contexto para entenderlas, interpretarlas o darles una adecuada dimensión, es decir rodearlas de un entorno en que quien las mira, las escucha, las lee, las vive… pueda visualizar sus elementos en un ambiente claro.

Un contexto lleva a considerar un hecho si se entiende el ámbito en que se mueve, sea político, histórico, cultural, religioso, filosófico, deportivo o cualquier otro.

No son pocas las veces en que en una exposición discursiva, en una conferencia, en una prédica, en un texto escrito, en una declaración de cualquier tipo, en una entrevista, en un dicho al azar y en muchas otras circunstancias, si no se aclara su contexto, se dan enfoques equivocados, existen interpretaciones diferentes o se presentan manipulaciones a lo expresado, lo escrito o lo declarado. Por ello es importante, antes de señalar alguna cosa ante lo escuchado, lo visto o lo leído, conocer el contexto en que se expuso.

Un caso claro, entre otros, es cuando ante un texto bíblico se expresan interpretaciones sacando de contexto lo escrito y manifestando una o dos frases sin fijarse en el entorno completo en que se subrayan tales frases.

A veces se preguntan algunos ¿qué fue lo que quiso decir tal o cual persona con determinada frase o declaración?, y expresan lo de ¡que alguien me explique! Y es quienes realizan enseñanzas, manifiestan ideas, proclaman o determinan conductas, deben contextualizar sus dichos o aseveraciones. Al no hacerlo, las confusiones pueden darse, y las interpretaciones multiplicarse poniendo en entredicho lo expresado.

Así pues son dos los movimientos que deben considerarse ante un hecho, una circunstancia, una declaración o un escrito, el de quien lo vive o lo expone, y de quien lo oye, lo ve, lo lee o lo conoce por determinado medio o tercera persona.

Sacar de contexto las cosas y difundir su contenido según un entendimiento parcial lleva a que otros no capten los elementos fundamentales de lo sucedido o lo dicho. Cuidado pues deben tener tanto los difusores como quienes hablan o escriben. Los primeros para no exponer a los demás a confusiones, y los segundos para considerar el peso de sus escritos o palabras sin ubicarlos en su contexto. ¿Lo ven?


Muchas son las situaciones que requieren de un contexto para entenderlas, interpretarlas o darles una adecuada dimensión, es decir rodearlas de un entorno en que quien las mira, las escucha, las lee, las vive… pueda visualizar sus elementos en un ambiente claro.

Un contexto lleva a considerar un hecho si se entiende el ámbito en que se mueve, sea político, histórico, cultural, religioso, filosófico, deportivo o cualquier otro.

No son pocas las veces en que en una exposición discursiva, en una conferencia, en una prédica, en un texto escrito, en una declaración de cualquier tipo, en una entrevista, en un dicho al azar y en muchas otras circunstancias, si no se aclara su contexto, se dan enfoques equivocados, existen interpretaciones diferentes o se presentan manipulaciones a lo expresado, lo escrito o lo declarado. Por ello es importante, antes de señalar alguna cosa ante lo escuchado, lo visto o lo leído, conocer el contexto en que se expuso.

Un caso claro, entre otros, es cuando ante un texto bíblico se expresan interpretaciones sacando de contexto lo escrito y manifestando una o dos frases sin fijarse en el entorno completo en que se subrayan tales frases.

A veces se preguntan algunos ¿qué fue lo que quiso decir tal o cual persona con determinada frase o declaración?, y expresan lo de ¡que alguien me explique! Y es quienes realizan enseñanzas, manifiestan ideas, proclaman o determinan conductas, deben contextualizar sus dichos o aseveraciones. Al no hacerlo, las confusiones pueden darse, y las interpretaciones multiplicarse poniendo en entredicho lo expresado.

Así pues son dos los movimientos que deben considerarse ante un hecho, una circunstancia, una declaración o un escrito, el de quien lo vive o lo expone, y de quien lo oye, lo ve, lo lee o lo conoce por determinado medio o tercera persona.

Sacar de contexto las cosas y difundir su contenido según un entendimiento parcial lleva a que otros no capten los elementos fundamentales de lo sucedido o lo dicho. Cuidado pues deben tener tanto los difusores como quienes hablan o escriben. Los primeros para no exponer a los demás a confusiones, y los segundos para considerar el peso de sus escritos o palabras sin ubicarlos en su contexto. ¿Lo ven?