/ martes 6 de agosto de 2024

Hechos y criterios | En mi panza mando yo

El argumento se repite sin parar, de tal modo que a la larga se considera verdadero, así pueda serlo pero no en el sentido que se utiliza o se pretende utilizar. Muchos, y sobre todo muchas, son quienes se atienen a la propaganda, a las personas que lo promueven, a sentir que se coarta su libertad o a otras causas. El caso es que se tiende a cumplir aquello de que una mentira repetida mil veces llega a considerarse verdad.

En 1975 el “slogan” (fórmula breve y original, utilizada para publicidad, propaganda política, etc.) estaba ahí, escrito sobre el vientre de una mujer, desnuda y encinta. Una manifestación italiana abortista. La silueta de la mujer pintada en un cartel. En mi panza mando yo.

Después el lema se usó por algunas mujeres y pronto se expandió, y pasó al tenemos derecho sobre nuestro cuerpo. Y ahí sigue el argumento en defensa del aborto o la salud reproductiva para despistar el asunto. Y se usa el tema de la libertad.

“Los que creemos en la libertad reproductiva… confiamos en que las mujeres tomen decisiones sobre sus propios cuerpos y no en que su gobierno les diga lo que tienen que hacer” (Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, en Wisconsin).

Que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo puede ser discutible dependiendo a qué se quiera referir con ello. Pero una cosa es el cuerpo de la mujer –“mi panza”- y otra muy distinta el pequeño o pequeñísimo cuerpo que lleva dentro. ¿También se manda en la panza del futuro bebé? Mal enfocado está el asunto con esa confusión. Todos podemos darnos cuenta que el cuerpo de una mujer es uno y el cuerpo que carga es otro distinto, sea cual sea el grado de su desarrollo.

A pesar de entender que son distintos cuerpos - y conocerlo de modo científico - el argumento para favorecer el aborto - o la interrupción del embarazo para que no suene tan mal --, sigue adelante.

Y otros argumentos caminan por igual sendero. Muchos son los que en principio se declaran a favor del aborto a pesar de estar convencidos de que no se debe interrumpir el proceso que culmina en un nacimiento (aborto, del latín abortus se forma por ab, que implica privación o partícula privativa, y ortus, nacimiento; es decir significa sin nacimiento).

Se puede definir el abortar como el interrumpir, frustrar el desarrollo de un plan o proceso. En el caso de esa interrupción del embarazo de una mujer, hecho voluntariamente, se evita un nacimiento, es decir es un asesinato con todas sus letras, aunque el cadáver sea muy pequeño. ¿Lo ven?

El argumento se repite sin parar, de tal modo que a la larga se considera verdadero, así pueda serlo pero no en el sentido que se utiliza o se pretende utilizar. Muchos, y sobre todo muchas, son quienes se atienen a la propaganda, a las personas que lo promueven, a sentir que se coarta su libertad o a otras causas. El caso es que se tiende a cumplir aquello de que una mentira repetida mil veces llega a considerarse verdad.

En 1975 el “slogan” (fórmula breve y original, utilizada para publicidad, propaganda política, etc.) estaba ahí, escrito sobre el vientre de una mujer, desnuda y encinta. Una manifestación italiana abortista. La silueta de la mujer pintada en un cartel. En mi panza mando yo.

Después el lema se usó por algunas mujeres y pronto se expandió, y pasó al tenemos derecho sobre nuestro cuerpo. Y ahí sigue el argumento en defensa del aborto o la salud reproductiva para despistar el asunto. Y se usa el tema de la libertad.

“Los que creemos en la libertad reproductiva… confiamos en que las mujeres tomen decisiones sobre sus propios cuerpos y no en que su gobierno les diga lo que tienen que hacer” (Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, en Wisconsin).

Que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo puede ser discutible dependiendo a qué se quiera referir con ello. Pero una cosa es el cuerpo de la mujer –“mi panza”- y otra muy distinta el pequeño o pequeñísimo cuerpo que lleva dentro. ¿También se manda en la panza del futuro bebé? Mal enfocado está el asunto con esa confusión. Todos podemos darnos cuenta que el cuerpo de una mujer es uno y el cuerpo que carga es otro distinto, sea cual sea el grado de su desarrollo.

A pesar de entender que son distintos cuerpos - y conocerlo de modo científico - el argumento para favorecer el aborto - o la interrupción del embarazo para que no suene tan mal --, sigue adelante.

Y otros argumentos caminan por igual sendero. Muchos son los que en principio se declaran a favor del aborto a pesar de estar convencidos de que no se debe interrumpir el proceso que culmina en un nacimiento (aborto, del latín abortus se forma por ab, que implica privación o partícula privativa, y ortus, nacimiento; es decir significa sin nacimiento).

Se puede definir el abortar como el interrumpir, frustrar el desarrollo de un plan o proceso. En el caso de esa interrupción del embarazo de una mujer, hecho voluntariamente, se evita un nacimiento, es decir es un asesinato con todas sus letras, aunque el cadáver sea muy pequeño. ¿Lo ven?