Por: Ana Luisa Herrera
Desde hace unas dos décadas, la normativa en México promueve el derecho a la igualdad laboral y no discriminación en el trabajo, reconociendo que la cultura y las prácticas sociales que excluyen o que dan trato desigual a las personas se reproducen en todos los ámbitos de la vida.
De esta manera, se ha venido buscando que las y los mexicanos adoptemos una cultura laboral en la que el sexo, la edad, la discapacidad, el estado de salud, y/o cualquier otro hecho, no sean obstáculo para la inclusión laboral; una cultura laboral en la que sea un valor admirable y diferenciador el realizar acciones de responsabilidad social en los centros de trabajo.
A pesar de existir diferentes mecanismos que han contribuido a generar una cultura de respeto y cumplimiento de estas medidas, aún existen diversas formas de discriminación, las cuales representan obstáculos para el pleno goce de los derechos humanos y laborales, además de inhibir el ejercicio igualitario de las libertades, derechos y oportunidades de las personas, excluyéndolas y poniéndolas en desventaja para desarrollar de forma plena su vida.
Pero según una evaluación realizada por el Inmujeres, las organizaciones que implementaron algunas de estas medidas refieren haber obtenido mejoras en el clima laboral, comunicación, productividad, estabilidad del personal, así como una mayor realización de acciones afirmativas para las trabajadoras, con una percepción favorable de más del 60% de las y los empleados en temas tales como el ingreso al empleo e igualdad de remuneración, así como acceso a prestaciones y a capacitación. Es decir, se tradujo en beneficios tangibles tanto para las y los trabajadores, especialmente aquellos pertenecientes a grupos vulnerables, como para las empresas.
Con esta experiencia y los esfuerzos realizados por la Conapred, aunada al texto de la legislación nacional y los tratados internacionales de derechos humanos de los que México es parte, se desarrolló para su implementación la norma mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en igualdad laboral y no discriminación, un mecanismo de adopción voluntaria cuyo objetivo es reconocer a los centros de trabajo que cuentan con buenas prácticas en estos aspectos y así favorecer el desarrollo integral de los trabajadores.
Entonces quisiera aprovechar este espacio para invitar a todas las personas a revisar y ser conscientes de la existencia de esta importante norma, ya que sus ejes principales deberían ya funcionar como una guía tanto ética como de negocios para las empresas, debido a que incluye elementos tan importantes como la incorporación de la perspectiva de género y no discriminación en los procesos de reclutamiento, selección, movilidad y capacitación; la garantía de la igualdad salarial por realizar trabajo con el mismo valor; implementar acciones para prevenir y atender la violencia laboral y realizar acciones de corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal de los trabajadores, con igualdad de trato y de oportunidades; todo lo cual se traduce en mejores y más fuertes comunidades en las que todas las personas se pueden desarrollar integralmente sin tener que ver su dignidad humana vulnerada.