Por: Pedro Roberto Fierro
Las alarmas están encendidas, el fenómeno de la inflación avanza y gana terreno. Los gobiernos y los responsables del manejo de la política monetaria afinan estrategias para combatirla en el corto plazo. El cierre y el inicio de año será con una tasa inflacionaria por encima de la proyección oficial, aun y cuando se han realizado en el transcurso ajustes al alza en los intervalos de variabilidad. La verdad es que la inflación no cede.
Aún padecemos las consecuencias económicas por la pandemia. El esfuerzo global por estimular la reactivación económica motivó un desplazamiento en la demanda mundial provocando un desequilibrio en la oferta, lo que originó un efecto abrupto de los mercados, una especie de “rebote” pasando del cierre total o parcial a la apertura. Era algo que se tenía que hacer, sin embargo, las fuerzas del mercado reaccionaron.
Para contextualizar, en Estados Unidos la estimación oficial en la tasa de inflación para este año se esperaba oscilaría entre el 1.6% y 3.0%, sin embargo, reportes oficiales señalan que al mes de octubre la tasa anual se situó en 6.2%, el incremento más alto dentro de un año desde 1990. En México, la autoridad estimó un nivel de inflación ubicado en un intervalo de 3.6% para este año, no obstante, para el mes de octubre la tasa de inflación se fijó en 6.3%, siendo este mes el que registró la inflación mensual más alta desde 1998. Para el mes de noviembre, se presenta otro repunte que alcanzó una tasa aproximada del 7%, lo que representa la inflación general más alta alcanzada desde el 2001.
¿Hacia dónde vamos? La última encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía publicada por el Banco Central de México señala que el nivel de inflación comenzará a ceder a partir del mes de abril del 2022. El decrecimiento esperado para ese mes será representativo, pese a ello, se estima sea constante hacia la baja durante los meses siguientes. No obstante, resulta complicado imaginar poder alcanzar los niveles comúnmente establecidos, por lo que el próximo año podemos considerar arrastres inflacionarios.
Una prolongada inflación acompañada de lento crecimiento económico deriva en lo que muchos analistas denominan como “estanflación” (alto nivel de inflación acompañado de estancamiento económico). Si bien la economía mundial muestra signos de recuperación, aún dista de posicionarse en niveles pre-contracción económica. El fenómeno de la inflación, deriva consecuencias multifactoriales que afectan de manera seria a un amplio segmento de la población.
Las afectaciones son para los consumidores directos, debido a la pérdida en el poder adquisitivo del dinero frente al incremento en los precios de consumo, se compra menos con lo mismo. También para los negocios, derivado del encarecimiento, se hacen más costosas las transacciones “intranegocios”. Impacta también a los inversionistas a consecuencia del ambiente generado de aversión al riesgo.
En definitiva, la inflación es un fenómeno que nadie quiere padecer. La inflación suele ser transitoria, empero, este momento en el tiempo parece se prolongará. Surge aflicción saber que este fenómeno tiene que ser enfrentado aun padeciendo las secuelas generadas a partir de la desaceleración económica global. La escalada de precios impacta de manera directa la cotidianidad en la vida de las personas y sus actividades. Nos encaminamos a un cierre de año con disrupciones presentes en un amplio número de variables y asignaturas.
De momento, mientras surgen efectos las políticas para contrarrestar esta escalada en los precios y se regularizan los mercados, no queda más que buscar la eficiencia en el gasto de los hogares, el sector público y el privado.