/ jueves 13 de junio de 2019

Inmigrantes por cancelación de aranceles

La victoria pírrica de Marcelo Ebrard de lograr la cancelación de los aranceles al menos tranquilizará a los mercados temporalmente, pues el acuerdo volverá a revisarse en 90 días.

Como se recordará, Trump amenazó en aplicar aranceles progresivos del 5 por ciento hasta llegar al 25 por ciento a todas las mercancías mexicanas. El móvil de esta arbitraria medida fue el crecimiento exponencial de los inmigrantes que ingresaban a su país por nuestra frontera norte.

La delegación mexicana logró la suspensión temporal de tal acción fiscal prometiendo a cambio enviar 6 mil integrantes de la Guardia Nacional para resguardar la porosa frontera sur. Además aceptó que se recibiría a todos los inmigrantes que regresaran de los Estados Unidos mientras decidían si aceptaban o no sus solicitudes de asilo.

El gobierno federal manejó que su postura es humanitaria, pues se les acogería para evitar que continuaran hacinados en las jaulas donde los mantienen los agentes de Migración norteamericana.

México de hecho se convierte en un “tercer país seguro”, pues controlará con fuerzas policiacas el flujo migratorio proveniente de Centroamérica, aceptará a los inmigrantes regresados por EU y deportará inmediatamente a Guatemala a los que ingresen de manera ilegal por la frontera sur.

La estrategia será distinta a la aplicada inicialmente por López Obrador de otorgar visas humanitarias, pues ésta alentó la inmigración masiva hacia el vecino país, la que tuvo como resultado la detención de más de 140 mil inmigrantes ilegales tan sólo en el mes pasado.

En pocas palabras, para evitar los aranceles y una futura guerra comercial AMLO optó por la alternativa menos costosa, que es disminuir la inmigración del sur, además de otros convenios como comprar más productos agrícolas norteamericanos.

El problema es que atender a los inmigrantes en la zona fronteriza y proporcionarles alojamiento, educación y servicios sanitarios costará millones de pesos diarios, pues en este momento ya son decenas de miles, a los que se agregarán los que devuelva Estados Unidos.

Tan sólo en la frontera tamaulipeca calculan que gastan más de un millón de pesos diarios tan sólo en alimentación y alojamiento para los miles de inmigrantes que tienen en refugios.

La vulnerabilidad y dependencia de México ante Estados Unidos quedó más que expuesta, ya que también estaba en riesgo la aprobación del T-MEC, por lo que fue la menos mala de las negociaciones para evitar consecuencias peores y no un triunfo definitivo para la diplomacia mexicana, pues continuará la amenaza latente de imponer aranceles en el futuro.

La victoria pírrica de Marcelo Ebrard de lograr la cancelación de los aranceles al menos tranquilizará a los mercados temporalmente, pues el acuerdo volverá a revisarse en 90 días.

Como se recordará, Trump amenazó en aplicar aranceles progresivos del 5 por ciento hasta llegar al 25 por ciento a todas las mercancías mexicanas. El móvil de esta arbitraria medida fue el crecimiento exponencial de los inmigrantes que ingresaban a su país por nuestra frontera norte.

La delegación mexicana logró la suspensión temporal de tal acción fiscal prometiendo a cambio enviar 6 mil integrantes de la Guardia Nacional para resguardar la porosa frontera sur. Además aceptó que se recibiría a todos los inmigrantes que regresaran de los Estados Unidos mientras decidían si aceptaban o no sus solicitudes de asilo.

El gobierno federal manejó que su postura es humanitaria, pues se les acogería para evitar que continuaran hacinados en las jaulas donde los mantienen los agentes de Migración norteamericana.

México de hecho se convierte en un “tercer país seguro”, pues controlará con fuerzas policiacas el flujo migratorio proveniente de Centroamérica, aceptará a los inmigrantes regresados por EU y deportará inmediatamente a Guatemala a los que ingresen de manera ilegal por la frontera sur.

La estrategia será distinta a la aplicada inicialmente por López Obrador de otorgar visas humanitarias, pues ésta alentó la inmigración masiva hacia el vecino país, la que tuvo como resultado la detención de más de 140 mil inmigrantes ilegales tan sólo en el mes pasado.

En pocas palabras, para evitar los aranceles y una futura guerra comercial AMLO optó por la alternativa menos costosa, que es disminuir la inmigración del sur, además de otros convenios como comprar más productos agrícolas norteamericanos.

El problema es que atender a los inmigrantes en la zona fronteriza y proporcionarles alojamiento, educación y servicios sanitarios costará millones de pesos diarios, pues en este momento ya son decenas de miles, a los que se agregarán los que devuelva Estados Unidos.

Tan sólo en la frontera tamaulipeca calculan que gastan más de un millón de pesos diarios tan sólo en alimentación y alojamiento para los miles de inmigrantes que tienen en refugios.

La vulnerabilidad y dependencia de México ante Estados Unidos quedó más que expuesta, ya que también estaba en riesgo la aprobación del T-MEC, por lo que fue la menos mala de las negociaciones para evitar consecuencias peores y no un triunfo definitivo para la diplomacia mexicana, pues continuará la amenaza latente de imponer aranceles en el futuro.