/ jueves 8 de agosto de 2024

La antigua tradición de los barrios en Parral

Pocas ciudades en Chihuahua como Parral tienen tan arraigada la tradición de los barrios. El barrio es más que el conjunto de viviendas, calles y edificaciones públicas agrupadas en cuadras y manzanas; culturalmente remite a tradiciones y costumbres compartidas con hondo contenido histórico. Desde antaño aquí se fraguó la identidad y el orgullo de pertenencia.

Tan trascendente resulta la conservación de fachadas y la armonía de las calles de los barrios, como la preservación de las tradiciones religiosas, los platillos típicos, o el espacio donde se da en el día a día la convivencia comunitaria. La materialidad e inmaterialidad de estos lugares es tan sólida, que aun estando fuera del barrio o de la propia ciudad, la adscripción se manifiesta sin cortapisas, llena de recuerdos, añoranzas, emociones e incluso con sobrevaloración del patrimonio que la inspira.

Así, uno a uno los barrios se describen a sí mismos por quienes moran; por las construcciones que contienen, y las tradiciones que les diferencian. En conjunto forman un todo que enriquecen la zona de monumentos históricos y, más aún, expresan parte fundamental de su continuo cultural en una línea del tiempo que, a conveniencia, no radicaliza los cambios y rupturas.

Como un laberíntico entramado de viejas casonas, angostos callejones que parecen dibujar el contorno del tiempo, se edifican los barrios de Parral, tan antiguos como sus templos, cuya fundación está íntimamente ligada a los mismos. Había una necesidad latente de las autoridades virreinales por generar arraigo entre la población a las tierras del Real de San José del Parral. Pero las condiciones humanas y materiales, no permitían construir edificaciones de mayor envergadura.

La mayor parte de aquellas edificaciones en la traza de los barrios antiguos “... eran de adobe y de una sola planta...”, describía al llegar al real el gobernador Diego Guajardo y Fajardo en 1649. Al tiempo, las bellas y funcionales construcciones llegarían con la bonanza del siglo XIX.

Muchas de las configuraciones de los barrios más antiguos, tienen origen en los meandros del Río Parral, antes conocido como San Gregorio. Y había una notable diferencia entre los asentamientos asignados a indígenas y a españoles o extranjeros.

El barrio de San Juan de Dios es de los más antiguos asentamientos urbanos y debe su nombre al templo, fundado en 1684 por los sacerdotes “Juaninos”, también conocido como de La Soledad. Sus calles testifican el surgimiento de una ciudad que guarda aún el espíritu de su fundación.

Del otro lado del río, se establecieron asentamientos conformados por indios y mulatos para dar origen a los barrios Palomas, conocidos como el del Conejo, San Nicolás y del Rayo. El barrio de San Nicolás, vinculado a la historia de la devoción religiosa y a uno de los capítulos más oscuros. Se cuenta que en el espacio cercano al templo que le da su nombre al barrio, se llevaban a cabo los juicios de la Santa Inquisición en el Siglo XVII, aunque no hay un registro puntual que lo confirme.

Recorrer las calles, plazas y plazuelas es una experiencia estimulante y enriquecedora. El paisaje urbano, su historia, vocación, personajes, representan los rasgos que le dan identidad, como parte de un mosaico de símbolos y significados del Parral de antes y de ahora, en un continuo cultural que sobrevive al paso del tiempo.

Dicen que a quien nace en Parral, no importa a dónde se mueva, Parral siempre le hará volver…

Licenciada en Ciencias de la Información, Consultora en Comunicación y Desarrollo Humano.

airefresco760@gmail.com

Twitter: dinorahga