Por: Bertha Caraveo
De Ciudad Juárez Chihuahua hasta la Patagonia en Argentina, América Latina más que un concepto, es una identidad regional, que requiere de la cooperación en tiempos de crisis como lo fue la pandemia. En ese aspecto, el binomio de Argentina y México puso el ejemplo. Cuando más se requirió, cooperar fue la solución que trajo mejores resultados para enfrentar uno de los momentos más complejos que hemos atravesado en el último siglo. Con la alianza estratégica para la elaboración de la vacuna AstraZeneca, nuestros países demostraron cuán importante es la cooperación y no excluir a nadie de nuestra América.
Para que suceda la cooperación, existen dilemas a los que se enfrentan los Estados, especialmente en cómo podemos ver que cada uno busca ganar algo a partir de la cooperación. En este sentido, la política exterior del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador está transformando lo que tradicionalmente se ha entendido como una ganancia, poniendo como prioridad que todos los países de la región sean tratados por igual. Hoy podemos observar que la cooperación no debe excluir, por lo contrario, debemos promover la integración para que todos gocen de los beneficios que trae consigo la cooperación.
Bajo una apertura exterior que mira al Sur, México apuesta por una América auténticamente unida, sin dejar a nadie atrás ni excluyendo a ningún Estado por divergencias ideológicas. Quien excluye, resta y quien resta no multiplica esfuerzos por el bien de la comunidad internacional. Excluir implica que no haya diálogo y, por tanto, que tampoco haya democracia. El presidente López Obrador ha demostrado que la mejor política exterior es la interior, especialmente al tener la casa en orden, mandando obedeciendo y teniendo autoridad moral para recuperar una política exterior constitucional de principios que ha sido reconocida a lo largo de la historia.
La doctrina López Obrador ya está en marcha, bajo la excelente conducción y liderazgo del canciller Marcelo Ebrard quedó en remanente en la Cumbre de las Américas celebrada la semana pasada en Los Ángeles, California. En representación del Presidente de la República, la posición de nuestro país fue clara: No estamos de acuerdo con la exclusión de ningún pueblo de América. Fiel a nuestra tradición diplomática y a nuestros principios constitucionales, la postura del gobierno defiende la autodeterminación y la no intervención en los asuntos internos de cada nación. Asimismo, el canciller Ebrard destacó con entereza y muchísima dignidad el necesario fin del inhumano bloqueo a Cuba y un fomento al diálogo plural respecto a los retos regionales que enfrentamos.
El desgaste que ha tenido el sistema de la Organización de los Estados Americanos es un claro ejemplo de la forma en que se ha priorizado la intervención por encima de la cooperación. Dicha intervención ha costado sobre la democracia en nuestro continente, pues fue la misma OEA quien patrocinó y justificó un golpe de Estado en el hermano país de Bolivia, mismo que costó sangre y una ruptura del orden constitucional.
Como bien hizo mención el canciller, es necesario que Estados Unidos inicie un nuevo acuerdo y una nueva etapa en la relación que lleva con las Américas, priorizando una nueva configuración en la región, y velando por el interés común de todos. Nuestra América se encuentra lista para una nueva relación entre todos los Estados, donde la democracia sea una realidad emanada del poder del pueblo y no sólo un discurso a conveniencia para justificar el intervencionismo y el neoimperialismo.
Andrés Manuel López Obrador está llevando como doctrina de política exterior el sueño de Bolívar y la Patria Grande. La doctrina López Obrador quedará marcada en la historia como una de las defensas más heroicas de las causas justas que defienden nuestros pueblos y será en gran medida así gracias al canciller Marcelo Ebrard, que en cada encomienda ha sabido hacer un trabajo de excelencia que sigue poniendo en alto el nombre de México y nuestra política exterior.