Escuchado por todos y todos lados: “¿Y por qué debo ir a la escuela?”, pregunta el niño; luego viene uno de esos silencios evasivos. Pero si alguna respuesta se logra escuchar comúnmente es: “Porque todos los niños deben ir a la escuela”, lo cual no le resulta satisfactorio al niño (ni a nadie más que tenga esa duda.
Es del dominio público la queja que hay por parte de muchos trabajadores de la educación de que los padres de familia creen que la escuela es una especie de guardería donde dejan a sus hijos mientras ellos tienen que hacer sus cotidianas labores como adultos responsables. Y quizás no sean pocos los padres y madres que ven a la escuela bajo ese prisma, aparte de que los entretienen con números y letras.
Deanna Kuhn escribió el libro “Enseñar a pensar” (2012), en el cual se hace la pregunta muy importante: ¿Por qué enviamos a nuestros hijos a la escuela? (y no la contesta que porque todos debemos enviar a nuestros hijos a la escuela). La pregunta es fundamental cuando se nos da por acercarnos a los estudios y reflexiones sobre la educación, seamos profesionales o no en este campo.
Aunque la pregunta fue lanzada por Kuhn hace más de dos décadas, es vigente, así como lo fue en otras épocas, precisamente desde que a la sociedad humana le dio por crear esas organizaciones para la enseñanza. ¿A qué van los pequeños a la escuela? ¿De qué les sirve? ¿Por qué los llevamos a las aulas? ¿En qué consiste la inversión que ponemos en la educación de nuestros hijos?
De acuerdo con los estudios y descubrimientos realizados en el área de la Psicología Evolutiva, es como la autora Kuhn nos abre la oportunidad de dar con una respuesta a la mencionada pregunta, pregunta que prácticamente todos nos hemos hecho en alguna ocasión.
¿Y cuál es la respuesta que la escritora da a nuestra pregunta? Señala que a la escuela se debe ir a aprender los valores que se van a necesitar a lo largo de la vida. Bueno, lo ideal es que el currículum escolar estuviera orientado para trascender las aulas y consolidarse en la sociedad con ciudadanos pensantes y dialogantes.
Ir a la escuela debe verse como la oportunidad para aprender a pensar y resolver problemas. Porque no siempre habrá alguien al alcance para que nos preste el auxilio, porque la vida del niño o niña tiene que ir construyéndose con aciertos lo mismo que con fallas. Aprender a pensar equivale a aprender a usar las herramientas o habilidades que no sacarán de apuros.
Saber pensar matemáticamente nos ayuda con cálculos y mediciones; saber escribir y leer correctamente nos ayuda con la comunicación eficaz; saber tratar a otros con respeto nos ayuda a construir una red real de aliados sociales. Saber identificar y transmitir emociones nos va a ayudar a tener relaciones interpersonales empáticas y solidarias.
No. La escuela no es guardería. La escuela es espacio y tiempo que concentran lo mejor de nuestra cultura para dejarlo en la mente del niño y que allí crezca, para bien de todos.