/ sábado 19 de octubre de 2024

La función social del periodista

En México contamos con medios de comunicación abiertos a las diversas corrientes políticas, apoyados en un periodismo crítico y por supuesto en las nuevas tecnologías.

La democracia avanza en nuestro país y sin lugar a dudas un factor determinante han sido los medios libres. Aunque lamentablemente la libertad de expresión se encuentra en constante amenaza, tanto por los delincuentes como por los malos gobernantes. Que para muchos son lo mismo.

Este artículo, tiene un significado especial, ya que va dedicado a quienes ven en el periodismo una forma de pensar y vivir. Una forma de defender los intereses de la sociedad sustentado en normas deontológicas.

Los medios de comunicación no caminan sino hay profesionales que los empujen, me refiero a verdaderos periodistas. Pues este medio está lleno de “charlatanes”.

Hay de definiciones a definiciones sobre el periodismo y los periodistas.Por ejemplo Pierre Lazarreff dice:” El primer deber de un periodista es ser leído y escuchado.”

“El poder del periodista no está basado en el derecho a preguntar, sino en el derecho a exigir respuesta.” dice Milán Kundera. Y vaya que se necesitan.

El buen periodista es aquel que acoge las libertades de expresión y de información como su actividad principal.

Y cuando maneja las herramientas propias de su labor, la información y el juicio, acatando el orden de finalidades de la sociedad, es decir el bien común temporal y la perfección de la persona humana, está cumpliendo su función social.

Esta profesión debe estar al servicio de la colectividad, por encima del poder gubernamental y otros.

El periodismo es una periodicidad, un constante satisfacer a la opinión pública de cuanto ocurre en una ciudad, en un país, en el mundo, ajustándose a la más estricta verdad. Representa orientación para el cumplimiento fiel de las leyes.

Al periodista se le debe exigir escribir con claridad, con un estilo fluido, y apegado a la deontología. Normas del buen comportamiento.

No debemos olvidar que la palabra es el instrumento prodigioso de la comunicación, posesión exclusiva de los seres racionales y saber usarla es una habilidad envidiable.

Si las palabras se usan mal, no seremos escuchados ni leídos con agrado y menos comprendidos.

Ante todo lo anterior, debemos considerar que quizá nada califica tanto a una nación como sus periodistas y escritores, y nadie tiene un poder tan decisivo para impartir moral y educación a una sociedad.

Una última reflexión: “No olvidar que la verdad puede ser violada no sólo por la falsedad, puede verse igualmente ultrajada por el silencio.”


¿Usted qué opina?