Considero que lo mínimo indispensable para cualquier representante popular es saber cómo se escribe el estado de dónde vienen y conocerlo a fondo para poder encarnar sus demandas de manera eficiente. Es una verdadera lástima que el diputado federal del PAN Mario Mata no cumpla con ninguna de las características anteriores. Lo es, pues no sólo está reprobado en ortografía al subir a tribuna con un letrero donde se lee “agua para Chiuaua” sino que también lo está en sus acciones como político, llenas de incongruencias y sospechas dignas de considerar de corrupción y conflicto de interés.
Si bien al diputado debería darle vergüenza no revisar los letreros que por consigna le pasan, lo verdaderamente preocupante es que el diputado —cuando fue alcalde de Delicias— autorizó un proyecto con el cual se creó un lago artificial privado en el que se habrían derrochado millones de litros de agua. Bien dicen que la verdadera doctrina de los conservadores es la hipocresía y Mata cumple esta máxima a cabalidad.
De acuerdo con lo reportado por diferentes medios de comunicación, Mata operó a favor de la planta Heineken, que gasta 3 litros de agua por cada litro de cerveza que se produce, lo que representa un gasto de 5 millones de hectolitros al año. De esta forma, el diputado no sólo le robó la “H” al estado grande, sino que también entregó el líquido vital —con el que ha hecho campaña electoral y politiquería de manera ruín— a una planta productora de cerveza.
Los representantes populares tenemos la obligación de informar a la población y servir de manera transparente al pueblo que con su confianza nos otorgó su voto. Por eso es importante señalar que el tratado de aguas binacional entre México y Estados Unidos es complejo y representa nuestra dinámica de interdependencia.
A México le tomó 15 años —de 1929 a 1944— lograr ese acuerdo que fue una verdadera proeza de la diplomacia mexicana. El tratado en cuestión regula cómo debemos repartir el agua de los ríos Bravo y Colorado, que forman parte del límite territorial entre ambos. En concreto, señala que nuestro país se queda con dos tercios de la corriente principal del Bravo y le cedemos a Estados Unidos el resto, que no podrá ser menor de unos 432 millones de metros cúbicos de agua anuales.
En la otra cara de la moneda, Estados Unidos le cede a México cada año 1.850 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado, que aunque se encuentra mayormente al otro lado de la frontera, también circula por nuestro país. Como seguramente ya habrá notado el lector, en términos generales, el acuerdo es positivo para México y no cumplirlo podría hacernos objeto de demandas en la Corte Internacional de Justicia, al ser un tratado firmado y ratificado por ambos países. México únicamente ha cumplido con sus responsabilidades internacionales, cuidando la integridad, soberanía y legalidad de la nación y, por consiguiente, de Chihuahua.
El que sí debe una explicación respecto a su conflicto de interés en el tema y sospechas dignas de considerar de haber autorizado un proyecto, con el cual se creó un lago artificial privado en el que se habrían derrochado millones de litros de agua, es el diputado Mata. Es de una hipocresía inaudita querer aleccionar en la materia cuando él aún tiene muchas cosas que explicarle a la opinión pública. El agua es de los chihuahuenses, no de las empresas transnacionales que la usan para explotación privada y personal.
Además, debe aclarar si no estaba enterado del contenido del tratado o simplemente decidió ignorar la información para escandalizar en tribuna con su letrero mal escrito. Es su obligación hacerlo, pues le debe una explicación al pueblo que lo escogió para respresentarlo. Al final de cuentas, el diputado está reprobado en tres materias: ortografía, honestidad y congruencia. Al tiempo.