/ viernes 27 de septiembre de 2024

La juventud, actor clave en la creación de ciudadanía

La ciudadanía es una condición que se le otorga a una persona para que sea considerada miembro de un país, nación o territorio. Esta condición implica una serie de derechos y deberes, y le da a la persona un estatus de pertenencia y participación en un Estado de derecho.

La ciudadanía se basa en el principio constitucional de igualdad, y permite la participación pacífica en la vida política de un país.

En México, la ciudadanía se adquiere al cumplir con los siguientes requisitos: tener 18 años cumplidos, tener la calidad formal de mexicana o mexicano, y tener un modo honesto de vivir.

El concepto de ciudadanía es una construcción histórica que ha ido evolucionando, y que se caracteriza por ser expansivo. Esto significa que, conforme la sociedad se transforma, los márgenes de la ciudadanía se amplían.

Un grupo importante en el que me centraré, son los jóvenes, que derivado de sus propias características de innovación, pueden lograr el cambio y mejoramiento de la comunidad.

No olvidemos que, en México, según datos de INEGI, en el primer trimestre de 2024, había 31 millones de personas jóvenes (15 a 29 años). La cifra representó 23.8% del total de la población (129.7 millones): 51.1% correspondió a mujeres y 48.9%, a hombres.

Es por ello, que la apuesta por los jóvenes es importante para un cambio generacional.

La forma más común incluye su participación en procesos democráticas, a través del voto; Los jóvenes pueden influir en la elección de representantes políticos que promuevan políticas y programas que beneficien a su comunidad. Además, pueden involucrarse en movimientos o campañas que promuevan cambios sociales y políticos.

Sin embargo, existen otros espacios importantes, para que los jóvenes también puedan crear ciudadanía, por ejemplo, informándose sobre sus derechos y deberes, así como compartiendo esta información con sus pares, familiares y en su entorno, promoviendo una sociedad más justa y consciente, fortaleciendo así su educación cívica.

Una forma más actual, es a través de redes sociales y otras plataformas digitales, los jóvenes promueven debates, difunden información relevante y organizan campañas que generan cambios significativos en sus comunidades. Estas herramientas les permiten articular sus demandas y movilizar a otros para generar conciencia sobre temas sociales y políticos.

Otro espacio para impactar socialmente es sin duda, a través de la participación en organizaciones estudiantiles o comunitarias, ya que, al integrarse a estas organizaciones, los jóvenes pueden desarrollar habilidades de liderazgo, trabajar en equipo y abogar por los intereses de su comunidad, contribuyendo a la construcción de una sociedad más democrática e inclusiva.

Finalmente, la participación en organizaciones no gubernamentales que abordan temas como los derechos humanos, el cambio climático, la equidad de género, entre otros. Estas acciones generan conciencia y buscan cambios estructurales que mejoren la calidad de vida de la sociedad.

De este modo, la juventud no solo es un actor clave en la creación de ciudadanía, sino que también está en una posición única para impulsar transformaciones sociales desde una perspectiva fresca y creativa.

La ciudadanía, por tanto, no solo se trata de una serie de derechos otorgados por el Estado, sino también de la participación y responsable en la vida pública, contribuyendo al bienestar colectivo y al fortalecimiento de la democracia.


Maestra en Periodismo de Investigación. Vocera del Ichitaip.