/ lunes 30 de septiembre de 2024

La música mexicana y La música de los números

En esta ocasión, hago una pausa en la narrativa de mi libro Pinté fragmentos de ayeres y de sueños para hablar del reciente concierto México Mágico, ofrecido por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) el 20 de septiembre. Este evento contó con el Coro Sinfónico y el Mariachi Universitario de la UACH. El marco ideal para conmemorar las fiestas patrias.

Jorge Rodas, miembro del coro, me compartió los detalles de esta velada, que fue un tributo a compositores mexicanos de gran renombre. La orquesta estuvo bajo la batuta de David Pérez Olmedo, el Mariachi Universitario fue dirigido por Juan Manuel Regalado Anaya y el coro por Éder Alonso Gutiérrez Díaz. Juntos lograron que el recinto se llenara de un profundo sentimiento patriótico que resonó en el alma de los asistentes, en su mayoría estudiantes y docentes de la universidad.

Se escucharon piezas inolvidables como Farolito, Cielo Rojo, El son de la negra, La noche y tú, El Cascabel, Guadalajara, Viva Chihuahua y el clásico Corrido de la región. Todas estas canciones, magistralmente ejecutadas, avivaron el fervor nacional en cada rincón de la sala.

El escenario fue la biblioteca del campus 2 de la UACH, espacio que guarda un significado especial para mí, pues alberga mi mural titulado La música de los números, que llamó la atención del director de la orquesta, David Pérez Olmedo, quien mostró un particular interés en conocer su origen y proceso creativo.

Foto: Luis Y. Aragón

Por lo que transcribo una breve reseña que aparece en mi libro:

“El 26 de julio de 2007 recibí una invitación para visitar el campus II con el fin de proponer una obra para uno de los muros. Al ver el espacio, imaginé cómo se convertiría en un refugio de conocimiento y concentración para los estudiantes.

Considerando que el ambiente de una biblioteca requiere calma y reflexión, decidí que los colores y formas debían ser suaves, evitando cualquier estridencia que pudiera interrumpir el proceso de estudio. Me propuse crear algo que facilitara la concentración, utilizando tonos neutros y figuras que invitaran a la abstracción.

En mi estudio, los primeros bocetos comenzaron a tomar forma bajo una premisa que me surgió casi de manera instantánea: La música de los números.

Esta idea me rondaba con fuerza, y me preguntaba si los números podían tener música, y si así fuera, ¿cómo la representaría visualmente? En ese momento, una imagen comenzó a tomar forma en mi mente: una figura femenina monumental que, en lugar de sostener un violín, tendría un libro, y en su otra mano un arco, simbolizando la producción de sonidos. En la parte inferior, un ábaco con esferas pitagóricas —una de las formas más primitivas de contar— conectaría lo antiguo con lo moderno. A lo lejos, imaginé figuras humanoides sentadas sobre una fuente, en el vértice de un libro abierto, como si observaran el flujo incesante del conocimiento.”

El concierto México Mágico y la curiosidad que La música de los números despertó en algunos asistentes refuerzan para mí la idea de que la música y el arte visual están intrínsecamente conectados. Ambas formas de expresión nos permiten explorar emociones, ideas y conceptos que trascienden el tiempo y el espacio.