El nivel de pobreza laboral en México puede darnos una idea general de cómo va el país en cuanto a su economía y su sociedad. Éste nos indica cuál es el porcentaje de la población que cuenta con un empleo, pero sus ingresos derivados de este trabajo no le permiten adquirir alimentos suficientes para todos los miembros de su familia; es decir, que se encuentran por debajo de la Línea de Bienestar Mínimo (LBM).
De esta manera, podemos tomar información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval): primero, una familia mexicana promedio cuenta con 3.6 integrantes, 1.7 de los cuales tienen ingresos por su trabajo; segundo, la LBM en febrero de este año para una familia con estas características fue de $13,272.84 pesos y el salario mínimo general diario para 2021 es de $141.70 pesos; entonces, podemos darnos cuenta de que les harían falta $5,949.78 pesos mensuales para comprar los suficientes alimentos para alimentar de manera adecuada a todos los miembros; $2,255.18 pesos si se tratara de una familia con ingresos de salario mínimo en la frontera norte, el cual tiene un valor de $213.19 pesos diario.
La situación es grave. El Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza, publicado por el Coneval, indica que, del primer al tercer trimestre de 2020 –el inicio de la pandemia–, la pobreza laboral en el país creció un 8.8%, lo que representó el incremento más grande y llegando al porcentaje más alto que ha habido desde hace al menos 15 años. Aunque ahora la proporción aún es muy grande, afortunadamente en el último trimestre del año pasado se redujo la pobreza laboral a niveles que ya habíamos visto en el período de 2012 a 2018, este último siendo el año en que comenzó una tendencia a la baja del 3.4%, interrumpida en 2020 por los efectos económicos y sociales de la Covid-19.
Actualmente, el porcentaje de la población mexicana en situación de pobreza laboral en el país es de 40.7% según las últimas cifras, es decir, alrededor de 51.9 millones de mexicanas y mexicanos. Estos hogares se las tienen que arreglar para lograr alimentarse de manera suficiente y adecuada a partir de ingresos no laborales como remesas, transferencias y/o acceso a programas sociales. Desafortunadamente, se entra en una dinámica en la que debido a la falta de recursos las personas no pueden acceder a alimentos, educación y transporte y, por lo tanto, tampoco pueden tener acceso a los recursos y herramientas necesarios para salir de esta situación.
Para una democracia genuina y funcional, todas las personas nos debemos hacer cargo de que existan trabajos en los que se respete la dignidad humana, se rechace cualquier tipo de discriminación, se tenga acceso a la seguridad social y a un salario remunerador, se reciba capacitación continua, se cuente con condiciones óptimas de seguridad e higiene y se respete de manera irrestricta a los derechos colectivos de los trabajadores.