/ martes 22 de noviembre de 2022

La Revolución de Chihuahua 

La grandeza de Chihuahua va más allá de la de su territorio, es grande por su gente echada para adelante, por su tierra que produce aún en condiciones adversas y por su historia de victorias que nos hacen la cuna de los mejores momentos del país.

La Revolución de Chihuahua se sigue escribiendo en cada acto de sus hijas e hijas, con su esfuerzo diario y con la inconformidad que nos lleva a unirnos y a buscar soluciones en lugar de enfrentarnos y estacionarnos en problemas.

Hemos vencido juntos los malos gobiernos, las tempestades inclementes y los males que han azotado nuestra paz… pese a todo permanecemos de pie y salimos más fuertes de cada batalla.

Veo con claridad que la Revolución debe continuar con la mirada puesta en el futuro y para ello tenemos que conversar sobre quienes son protagonistas del mañana: las niñas y los niños.

Durante mucho tiempo he hablado fuerte sobre lo mucho que tenemos que hacer para garantizar los derechos de las niñas y niños, tenemos mucho trabajo que hacer para privilegiar las agendas que protejan por encima de todo la dignidad de nuestros hijos e hijas.

Desde los gobiernos, de la sociedad civil organizada, de las comunidades escolares, pero sobre todo desde las familias, debemos emprender esfuerzos cada vez más fuertes para que las infancias tengan la esperanza real de concretar sus más grandes sueños sin que nadie lastime su integridad ni obstaculice su desarrollo.

En Namiquipa hemos asumido como prioritaria la tarea de dar justicia plena a las niñas y niños, pero además, la de asegurarnos de que les demos valor a sus libertades y poder a su individualidad que comienza desde su primer momento.

Ha sido un camino arduo que significa una batalla permanente por varios frentes: el de los derechos más primigenios hasta el del cumplimiento de nuestra responsabilidad de entregarles un municipio fuerte en infraestructura, en oportunidades y en condiciones de paz y seguridad.

No tengo duda de que cada lucha que emprendemos para defender a un menor de la injusticia, de que cada calle que pavimentamos para que tengan acceso a mejores servicios, de que cada escuela que hemos mejorado para que estudien con dignidad y cada vivienda que hemos construido para que crezcan en suficiencia, son las semillas de un futuro de mujeres y hombres que sabrán superar los límites que durante toda una historia se les han impuesto innecesariamente.

Namiquipa es ahora, porque lo decidimos los namiquipenses juntos, la cuna de la Revolución del futuro, la que pone al centro y de manera transversal, el interés superior de la niñez como eje del crecimiento de nuestras comunidades.

Revolucionemos pues el Chihuahua del futuro, mejorando las condiciones de vida de hoy y mañana para cada hija y cada hijo de todas las familias, porque al final, en nuestra capacidad de proteger a la infancia, está reflejada nuestra capacidad de continuar con nuestra grandeza.


¡Viva la Revolución y vivan las niñas y los niños de Chihuahua!

La grandeza de Chihuahua va más allá de la de su territorio, es grande por su gente echada para adelante, por su tierra que produce aún en condiciones adversas y por su historia de victorias que nos hacen la cuna de los mejores momentos del país.

La Revolución de Chihuahua se sigue escribiendo en cada acto de sus hijas e hijas, con su esfuerzo diario y con la inconformidad que nos lleva a unirnos y a buscar soluciones en lugar de enfrentarnos y estacionarnos en problemas.

Hemos vencido juntos los malos gobiernos, las tempestades inclementes y los males que han azotado nuestra paz… pese a todo permanecemos de pie y salimos más fuertes de cada batalla.

Veo con claridad que la Revolución debe continuar con la mirada puesta en el futuro y para ello tenemos que conversar sobre quienes son protagonistas del mañana: las niñas y los niños.

Durante mucho tiempo he hablado fuerte sobre lo mucho que tenemos que hacer para garantizar los derechos de las niñas y niños, tenemos mucho trabajo que hacer para privilegiar las agendas que protejan por encima de todo la dignidad de nuestros hijos e hijas.

Desde los gobiernos, de la sociedad civil organizada, de las comunidades escolares, pero sobre todo desde las familias, debemos emprender esfuerzos cada vez más fuertes para que las infancias tengan la esperanza real de concretar sus más grandes sueños sin que nadie lastime su integridad ni obstaculice su desarrollo.

En Namiquipa hemos asumido como prioritaria la tarea de dar justicia plena a las niñas y niños, pero además, la de asegurarnos de que les demos valor a sus libertades y poder a su individualidad que comienza desde su primer momento.

Ha sido un camino arduo que significa una batalla permanente por varios frentes: el de los derechos más primigenios hasta el del cumplimiento de nuestra responsabilidad de entregarles un municipio fuerte en infraestructura, en oportunidades y en condiciones de paz y seguridad.

No tengo duda de que cada lucha que emprendemos para defender a un menor de la injusticia, de que cada calle que pavimentamos para que tengan acceso a mejores servicios, de que cada escuela que hemos mejorado para que estudien con dignidad y cada vivienda que hemos construido para que crezcan en suficiencia, son las semillas de un futuro de mujeres y hombres que sabrán superar los límites que durante toda una historia se les han impuesto innecesariamente.

Namiquipa es ahora, porque lo decidimos los namiquipenses juntos, la cuna de la Revolución del futuro, la que pone al centro y de manera transversal, el interés superior de la niñez como eje del crecimiento de nuestras comunidades.

Revolucionemos pues el Chihuahua del futuro, mejorando las condiciones de vida de hoy y mañana para cada hija y cada hijo de todas las familias, porque al final, en nuestra capacidad de proteger a la infancia, está reflejada nuestra capacidad de continuar con nuestra grandeza.


¡Viva la Revolución y vivan las niñas y los niños de Chihuahua!