/ miércoles 7 de agosto de 2024

Las PYMES cobran a 90 días

Me tocó platicar con el empresario Arturo Zapata y conocer una gran iniciativa de responsabilidad empresarial. Esta iniciativa se dio cuando el empresario llegó a su empresa, saludó y conversó con un pequeño proveedor de fletes que le da servicio a su empresa desde hace años. Le preguntó: ¿cómo va tu negocio? ¿Te damos negocio? ¿Te pagamos bien? Y la respuesta del fletero fue: muy bien, constantemente me contratan, me pagan bien, “a 60 días”, sólo en ocasiones que se descompone el camión tengo que pedir prestado mientras llega el pago de su compañía.

Este encuentro lo impulsó para hacer un análisis en su empresa de cuánto representan los pagos que hace a pequeñas empresas, y el resultado fue que entre el 40% y 50% de sus proveedores son pequeñas empresas, pero el importe que representa pagarle a todas estas empresas no pasa del 1.5% del total de sus pagos.

La decisión fue rápida, y la instrucción fue: a todas las pequeñas empresas que son nuestros proveedores les pagaremos máximo a 8 días. El impacto de pagar de contado un 1.5% para nuestra empresa es nulo, pero a un pequeño empresario le podemos cambiar la vida.

Esta iniciativa la compartió con 400 empresas grandes de México, y los porcentajes fueron muy similares; era una alta cantidad de proveedores PYMES, que en promedio representan un 1.5% del total de sus pagos.

Hoy en Chihuahua y en casi todo el país, ser proveedor de la industria manufacturera o de la gran industria nacional, requiere financiarlos con plazos que originalmente eran de 30 días; después cambiaron unilateralmente a 60 días, y al día de hoy estos pagos están a 90 y hasta 120 días.

Posiblemente los financieros de estas empresas estén cumpliendo con las metas de la razón financiera de “Apalancamiento Financiero” que es bueno, ya que este apalancamiento les permite: utilizar deuda a menor costo, aumentar su rentabilidad, financiar los nuevos proyectos, o simplemente presentar mejores estados financieros a sus corporativos.

Lo que nos falta analizar como empresarios, directivos o financieros es, si es correcto apalancarnos con las empresas locales, con las empresas pequeñas, y el impacto de usar un apalancamiento ventajoso para nuestra comunidad.

Nos falta entender que en nuestro país el acceso al crédito para estas pequeñas empresas es muy complicado, que las tasas de interés en México son casi al doble que en otros países donde están nuestros competidores, que el factoraje es una buena herramienta, pero que su costo es muy caro en el sistema financiero de nuestro país y que, el tomarlo, baja considerablemente la rentabilidad de las PYMES, o cargarlo a su precio de venta, las saca de competencia.

Hoy espero llevar a la reflexión a quienes dirigen los departamentos de finanzas de estas grandes empresas, pero sobre todo, llevarlos a la acción; aprovechar esta gran oportunidad que tienen de hacer la diferencia, de impulsar el crecimiento del gran motor de nuestra economía: las PYMES. Realicen el ejercicio, comprueben que el impacto en sus resultados será mínimo y por el contrario, el beneficio puede ser enorme para esos pequeños y medianos proveedores; generen los ajustes en sus políticas, compártanlas con otras empresas y sus líderes. Si además, los empresarios medianos adoptamos y replicamos estas buenas prácticas con nuestros proveedores micros y pequeños, podremos ser un diferenciador en la forma de hacer negocios y crear bien común en nuestro Chihuahua y nuestro México.

Tenemos la capacidad de hacer que las cosas sucedan y distinguirnos por ser una comunidad empresarial distinta, que promueva un crecimiento sostenible en donde todos ganemos y no se quede nadie atrás, no la dejemos pasar.

Me tocó platicar con el empresario Arturo Zapata y conocer una gran iniciativa de responsabilidad empresarial. Esta iniciativa se dio cuando el empresario llegó a su empresa, saludó y conversó con un pequeño proveedor de fletes que le da servicio a su empresa desde hace años. Le preguntó: ¿cómo va tu negocio? ¿Te damos negocio? ¿Te pagamos bien? Y la respuesta del fletero fue: muy bien, constantemente me contratan, me pagan bien, “a 60 días”, sólo en ocasiones que se descompone el camión tengo que pedir prestado mientras llega el pago de su compañía.

Este encuentro lo impulsó para hacer un análisis en su empresa de cuánto representan los pagos que hace a pequeñas empresas, y el resultado fue que entre el 40% y 50% de sus proveedores son pequeñas empresas, pero el importe que representa pagarle a todas estas empresas no pasa del 1.5% del total de sus pagos.

La decisión fue rápida, y la instrucción fue: a todas las pequeñas empresas que son nuestros proveedores les pagaremos máximo a 8 días. El impacto de pagar de contado un 1.5% para nuestra empresa es nulo, pero a un pequeño empresario le podemos cambiar la vida.

Esta iniciativa la compartió con 400 empresas grandes de México, y los porcentajes fueron muy similares; era una alta cantidad de proveedores PYMES, que en promedio representan un 1.5% del total de sus pagos.

Hoy en Chihuahua y en casi todo el país, ser proveedor de la industria manufacturera o de la gran industria nacional, requiere financiarlos con plazos que originalmente eran de 30 días; después cambiaron unilateralmente a 60 días, y al día de hoy estos pagos están a 90 y hasta 120 días.

Posiblemente los financieros de estas empresas estén cumpliendo con las metas de la razón financiera de “Apalancamiento Financiero” que es bueno, ya que este apalancamiento les permite: utilizar deuda a menor costo, aumentar su rentabilidad, financiar los nuevos proyectos, o simplemente presentar mejores estados financieros a sus corporativos.

Lo que nos falta analizar como empresarios, directivos o financieros es, si es correcto apalancarnos con las empresas locales, con las empresas pequeñas, y el impacto de usar un apalancamiento ventajoso para nuestra comunidad.

Nos falta entender que en nuestro país el acceso al crédito para estas pequeñas empresas es muy complicado, que las tasas de interés en México son casi al doble que en otros países donde están nuestros competidores, que el factoraje es una buena herramienta, pero que su costo es muy caro en el sistema financiero de nuestro país y que, el tomarlo, baja considerablemente la rentabilidad de las PYMES, o cargarlo a su precio de venta, las saca de competencia.

Hoy espero llevar a la reflexión a quienes dirigen los departamentos de finanzas de estas grandes empresas, pero sobre todo, llevarlos a la acción; aprovechar esta gran oportunidad que tienen de hacer la diferencia, de impulsar el crecimiento del gran motor de nuestra economía: las PYMES. Realicen el ejercicio, comprueben que el impacto en sus resultados será mínimo y por el contrario, el beneficio puede ser enorme para esos pequeños y medianos proveedores; generen los ajustes en sus políticas, compártanlas con otras empresas y sus líderes. Si además, los empresarios medianos adoptamos y replicamos estas buenas prácticas con nuestros proveedores micros y pequeños, podremos ser un diferenciador en la forma de hacer negocios y crear bien común en nuestro Chihuahua y nuestro México.

Tenemos la capacidad de hacer que las cosas sucedan y distinguirnos por ser una comunidad empresarial distinta, que promueva un crecimiento sostenible en donde todos ganemos y no se quede nadie atrás, no la dejemos pasar.