/ jueves 16 de mayo de 2024

Lo que aparentamos

Hay una gran cantidad de campañas de difusión sobre valores, paz, combate a la violencia, derechos humanos, cultura de la legalidad, etc. Se han visto por cualquier lado a lo largo de la historia reciente en nuestro país, en nuestra entidad. Se promueven desde las instituciones públicas y privadas. Se escriben y dictan discursos con una narrativa construida ex profeso para influir en la percepción de la población.

Las continuas conferencias, cursos, reuniones, declaraciones y hasta programas, artículos, reportajes, pósters, han insistido en hacernos creer que somos lo que aparentamos. “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”, es una frase atribuida a Maquiavelo que refleja esta reflexión y muchas preguntas, sobre todo cuando se trata de revisar los resultados de dichas campañas y discursos tan alentados más desde la mercadotecnia política, que de la verdad personal de cada quien, en especial de quienes lideran la toma de decisiones en cargos de liderazgo.

Duele saber que las estadísticas sobre hechos violentos rebasan nuestra capacidad de asimilación, pero quizá no de asombro, porque aún hay quienes, como en mi caso, seguimos apostando a invertir más energía a todo aquello que nos ayude a crear circunstancias felices, generosas, bondadosas y de beneficio para todas las personas.

Si hablamos de evidencias históricas, siempre habrá un pequeño grupo de individuos que mantienen “secuestradas” las instituciones del poder económico, político, social, cultural… Lo cierto es que esa élite, muchas veces sin rostro o nombre claro, solo estira la mano, toma y decide lo que es mejor para las demás personas. El poder debilita las habilidades de empatía cuando no hay conciencia. Diluye las buenas intenciones cuando se viven los valores solo en la apariencia.

Suena ridículo creer en defender la justicia cuando quien lo dice comete actos de injusticia intencionalmente. Vivir en congruencia no debería ser tan complicado. Pero la urgencia de competir por el poder, produce absolutos sin contrapesos y, por consecuencia, da paso a la polarización social. Solo hay lugar para buenos y malos, blanco o negro, riqueza pobreza. La belleza de la naturaleza siempre ha estado en la pluralidad de los elementos.

No creo que nos quede mucho tiempo para seguir viviendo en la apariencia, porque la verdad de nuestro corazón tarde o temprano se revela.

Hay excepciones de supervivencia. En arte de la guerra se habla de las estrategias para ganar en “el campo de batalla”. Eso es lo práctico, útil o necesario y hasta válido emplear recursos para defender derechos, promover valores como la integridad, transparencia, servicio o simplemente sobrevivir al caos que la lucha por el poder y por sostener el statu quo de la apariencia, algunas veces nos obliga.

Un concepto bastante aceptado en la cultura occidental, aunque erróneamente interpretado como castigo, es el Karma, más profundo y hermoso que en sánscrito significa “acción” de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto o para toda acción, hay siempre una reacción.

Me anima pensar que, si todas las acciones positivas realizadas a lo largo de nuestra vida nos traen beneficios, entonces, practicar sabiduría, amor, bondad, compasión nos trae felicidad (en ésta o en otra vida). En cambio, malas acciones originadas por deseos como la codicia, ignorancia o la mala voluntad, nos llevarán al sufrimiento.

Dice Deepak Chopra que el karma “es solo la mecánica a través de la cual se manifiesta la conciencia”, y la conciencia no puede vivir desde la apariencia de serlo.


Licenciada en Ciencias de la Información. Responsable del área de Contenidos Educativos Audiovisuales CEDH. Asesora de la CEDH.

airefresco760@gmail.com

Twitter: dinorahga


Hay una gran cantidad de campañas de difusión sobre valores, paz, combate a la violencia, derechos humanos, cultura de la legalidad, etc. Se han visto por cualquier lado a lo largo de la historia reciente en nuestro país, en nuestra entidad. Se promueven desde las instituciones públicas y privadas. Se escriben y dictan discursos con una narrativa construida ex profeso para influir en la percepción de la población.

Las continuas conferencias, cursos, reuniones, declaraciones y hasta programas, artículos, reportajes, pósters, han insistido en hacernos creer que somos lo que aparentamos. “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”, es una frase atribuida a Maquiavelo que refleja esta reflexión y muchas preguntas, sobre todo cuando se trata de revisar los resultados de dichas campañas y discursos tan alentados más desde la mercadotecnia política, que de la verdad personal de cada quien, en especial de quienes lideran la toma de decisiones en cargos de liderazgo.

Duele saber que las estadísticas sobre hechos violentos rebasan nuestra capacidad de asimilación, pero quizá no de asombro, porque aún hay quienes, como en mi caso, seguimos apostando a invertir más energía a todo aquello que nos ayude a crear circunstancias felices, generosas, bondadosas y de beneficio para todas las personas.

Si hablamos de evidencias históricas, siempre habrá un pequeño grupo de individuos que mantienen “secuestradas” las instituciones del poder económico, político, social, cultural… Lo cierto es que esa élite, muchas veces sin rostro o nombre claro, solo estira la mano, toma y decide lo que es mejor para las demás personas. El poder debilita las habilidades de empatía cuando no hay conciencia. Diluye las buenas intenciones cuando se viven los valores solo en la apariencia.

Suena ridículo creer en defender la justicia cuando quien lo dice comete actos de injusticia intencionalmente. Vivir en congruencia no debería ser tan complicado. Pero la urgencia de competir por el poder, produce absolutos sin contrapesos y, por consecuencia, da paso a la polarización social. Solo hay lugar para buenos y malos, blanco o negro, riqueza pobreza. La belleza de la naturaleza siempre ha estado en la pluralidad de los elementos.

No creo que nos quede mucho tiempo para seguir viviendo en la apariencia, porque la verdad de nuestro corazón tarde o temprano se revela.

Hay excepciones de supervivencia. En arte de la guerra se habla de las estrategias para ganar en “el campo de batalla”. Eso es lo práctico, útil o necesario y hasta válido emplear recursos para defender derechos, promover valores como la integridad, transparencia, servicio o simplemente sobrevivir al caos que la lucha por el poder y por sostener el statu quo de la apariencia, algunas veces nos obliga.

Un concepto bastante aceptado en la cultura occidental, aunque erróneamente interpretado como castigo, es el Karma, más profundo y hermoso que en sánscrito significa “acción” de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto o para toda acción, hay siempre una reacción.

Me anima pensar que, si todas las acciones positivas realizadas a lo largo de nuestra vida nos traen beneficios, entonces, practicar sabiduría, amor, bondad, compasión nos trae felicidad (en ésta o en otra vida). En cambio, malas acciones originadas por deseos como la codicia, ignorancia o la mala voluntad, nos llevarán al sufrimiento.

Dice Deepak Chopra que el karma “es solo la mecánica a través de la cual se manifiesta la conciencia”, y la conciencia no puede vivir desde la apariencia de serlo.


Licenciada en Ciencias de la Información. Responsable del área de Contenidos Educativos Audiovisuales CEDH. Asesora de la CEDH.

airefresco760@gmail.com

Twitter: dinorahga