/ domingo 26 de mayo de 2024

Los agostaderos ya sin pastos

Una sequía extrema que se ha prolongado por varios meses, aunado a la falta de un adecuado manejo de los pastizales, ha provocado que las zonas de agostadero del estado se encuentren ya en condiciones críticas.

En tan sólo un recorrido de la ciudad de Chihuahua hacia Nonoava, a lo largo de los 190 kilómetros que las separan, a ambos lados de la carretera el paisaje muestra inmensas extensiones de llanuras, lomeríos y cerros en una misma condición: los pastizales están agotados. Sobre la superficie se observa un suelo totalmente desprovisto de pastos y el ganado ya en condiciones críticas esperando que se les lleve agua y forraje. Desafortunadamente, en la misma condición se encuentran la gran mayoría de las zonas de agostadero del estado.

Sin duda, las recurrentes e intensas sequías de los últimos años han contribuido a agravar el problema; pero igualmente se debe prestar atención al adecuado manejo de las zonas de agostadero. Si nos referimos a los bosques, por ejemplo, la legislación forestal es muy estricta al exigir que en los programas de manejo forestal se respeten los ciclos de corta, es decir, un área que es aprovechada, no podrá intervenirse de nuevo, hasta que el crecimiento natural del bosque permita recuperar los volúmenes que fueron extraídos. Estos tiempos de receso normalmente varían de 10 a 15 años.

En las áreas de agostadero los tiempos para que los pastos se regeneren son muy cortos, pero igual se requiere dar esos tiempos de descanso para su recuperación. Existen ya metodologías muy probadas como la ganadería regenerativa o manejo holístico. Para su aplicación, la propiedad se divide en varios potreros, cuyo número y extensión, dependerá de las condiciones naturales de la zona y la cantidad de ganado a manejar. El pastoreo se realiza alternando el ganado de un potrero a otro, dando el tiempo suficiente para que la propia naturaleza restablezca el pastizal. Así de sencillo; ya hay productores que lo están haciendo, sólo falta promover que esta práctica se generalice, ya que las consecuencias de no hacer un buen manejo afectan a todo el ecosistema.

En los terrenos sin cubierta vegetal, al llegar las lluvias de verano los suelos son arrastrados por las corrientes de agua, hasta llegar a depositarse como azolve en las presas y los terrenos se van a erosionar. En las zonas en las que esto ocurre cada año, el suelo termina por degradarse y perder su capacidad productiva. Existen ya algunos sitios que llaman la atención, como es el caso de áreas cerca de San Francisco de Borja y Nonoava, en las que a pesar de ser zonas de transición, ya hay presencia de plantas de ocotillo, que es una especie típica de los desiertos. ¿Será una evidencia de que ahí está ocurriendo ya un proceso de desertificación?

Otra grave consecuencia que provoca un mal manejo de los agostaderos, que se agrava más en condiciones de sequía, es que al no existir una cubierta vegetal protectora, se reduce la infiltración del agua al subsuelo y con ello la recarga de los acuíferos, que como ya sabemos, están cada vez más sobreexplotados. Por estas razones y otras más de las que poco se habla, como la pérdida de la biodiversidad, urge ya promover o tal vez generalizar la aplicación de la ganadería regenerativa.

En el tema de la recarga de acuíferos, quizá una de las condiciones que nos limiten a tomar mayor conciencia, es que esta agua, al ser subterránea no se ve, y por lo tanto se sigue extrayendo. A diferencia del agua que se almacena en las presas, la cual al reducirse, no deja otra opción que limitar su uso a la cantidad que se tiene ahí almacenada. Ojalá en la elaboración de un nuevo plan hídrico de largo plazo, se aborde con mayor amplitud este importante tema, el de la recarga de los acuíferos.

oestradam81@hotmail.com

Ingeniero Agrónomo. Consultor forestal

oestradam81@hotmail.com


Una sequía extrema que se ha prolongado por varios meses, aunado a la falta de un adecuado manejo de los pastizales, ha provocado que las zonas de agostadero del estado se encuentren ya en condiciones críticas.

En tan sólo un recorrido de la ciudad de Chihuahua hacia Nonoava, a lo largo de los 190 kilómetros que las separan, a ambos lados de la carretera el paisaje muestra inmensas extensiones de llanuras, lomeríos y cerros en una misma condición: los pastizales están agotados. Sobre la superficie se observa un suelo totalmente desprovisto de pastos y el ganado ya en condiciones críticas esperando que se les lleve agua y forraje. Desafortunadamente, en la misma condición se encuentran la gran mayoría de las zonas de agostadero del estado.

Sin duda, las recurrentes e intensas sequías de los últimos años han contribuido a agravar el problema; pero igualmente se debe prestar atención al adecuado manejo de las zonas de agostadero. Si nos referimos a los bosques, por ejemplo, la legislación forestal es muy estricta al exigir que en los programas de manejo forestal se respeten los ciclos de corta, es decir, un área que es aprovechada, no podrá intervenirse de nuevo, hasta que el crecimiento natural del bosque permita recuperar los volúmenes que fueron extraídos. Estos tiempos de receso normalmente varían de 10 a 15 años.

En las áreas de agostadero los tiempos para que los pastos se regeneren son muy cortos, pero igual se requiere dar esos tiempos de descanso para su recuperación. Existen ya metodologías muy probadas como la ganadería regenerativa o manejo holístico. Para su aplicación, la propiedad se divide en varios potreros, cuyo número y extensión, dependerá de las condiciones naturales de la zona y la cantidad de ganado a manejar. El pastoreo se realiza alternando el ganado de un potrero a otro, dando el tiempo suficiente para que la propia naturaleza restablezca el pastizal. Así de sencillo; ya hay productores que lo están haciendo, sólo falta promover que esta práctica se generalice, ya que las consecuencias de no hacer un buen manejo afectan a todo el ecosistema.

En los terrenos sin cubierta vegetal, al llegar las lluvias de verano los suelos son arrastrados por las corrientes de agua, hasta llegar a depositarse como azolve en las presas y los terrenos se van a erosionar. En las zonas en las que esto ocurre cada año, el suelo termina por degradarse y perder su capacidad productiva. Existen ya algunos sitios que llaman la atención, como es el caso de áreas cerca de San Francisco de Borja y Nonoava, en las que a pesar de ser zonas de transición, ya hay presencia de plantas de ocotillo, que es una especie típica de los desiertos. ¿Será una evidencia de que ahí está ocurriendo ya un proceso de desertificación?

Otra grave consecuencia que provoca un mal manejo de los agostaderos, que se agrava más en condiciones de sequía, es que al no existir una cubierta vegetal protectora, se reduce la infiltración del agua al subsuelo y con ello la recarga de los acuíferos, que como ya sabemos, están cada vez más sobreexplotados. Por estas razones y otras más de las que poco se habla, como la pérdida de la biodiversidad, urge ya promover o tal vez generalizar la aplicación de la ganadería regenerativa.

En el tema de la recarga de acuíferos, quizá una de las condiciones que nos limiten a tomar mayor conciencia, es que esta agua, al ser subterránea no se ve, y por lo tanto se sigue extrayendo. A diferencia del agua que se almacena en las presas, la cual al reducirse, no deja otra opción que limitar su uso a la cantidad que se tiene ahí almacenada. Ojalá en la elaboración de un nuevo plan hídrico de largo plazo, se aborde con mayor amplitud este importante tema, el de la recarga de los acuíferos.

oestradam81@hotmail.com

Ingeniero Agrónomo. Consultor forestal

oestradam81@hotmail.com